Decano UMCE sobre la coyuntura educacional
Septiembre 8, 2014

Educación mal instalada

 EL DIAGNOSTICO sobre la calidad de la educación actual ya está más o menos claro para todos. Y lo que se ha dicho para superar los problemas se está empezando a repetir en el intenso debate sobre la reforma educacional. Se trata de un relato sobre el futuro relacionado con aspectos estructurales, de formación docente, de condiciones para el trabajo del profesor, etc. Sin embargo, no hemos abordado suficientemente cómo vamos a resolver lo que ya está mal instalado en el sistema educacional y que ahora mismo está afectando la formación de nuestros niños y jóvenes. Porque una cosa es lo que hagamos de ahora en adelante, con un impacto de mediano y largo plazo, y otra muy grave se refiere al aquí y ahora de la mala calidad de la educación.

¿Qué vamos a hacer con los profesores sin vocación que están trabajando en las escuelas y liceos con desgano y mala voluntad? No estamos diciendo que no haya muchos profesores altamente motivados y comprometidos con la tarea educativa.

¿Qué vamos a hacer con los profesores que sí tienen el entusiasmo y las ganas de aportar, pero que han sido mal formados, porque ingresaron a un sistema desregulado de formación de profesores, con instituciones de calidad heterogénea y que tienen mal desempeño?

¿Qué vamos a hacer con los buenos profesores, con vocación, bien formados, pero desencantados por la larga espera de mejores condiciones laborales, con rentas insuficientes y agotados por la presión de una realidad tan dura y exigente?

¿Qué vamos a hacer con las muchas escuelas y liceos vulnerables, con niños y jóvenes marcados con el signo de la pobreza y la discriminación, la baja autoestima y una desesperanza aprendida que muchas veces los lleva a actuar con rabia y violencia?

Estos y otros problemas dependen en gran medida de los contextos sociales y culturales, y no pueden superarse exclusivamente con el aporte de la escuela, ni siquiera con el trabajo de los buenos profesores. Pero lo que atañe a la labor docente, lo que está en sus manos es ineludible y urgente.

Por eso deben activarse dispositivos inmediatos de perfeccionamiento de profesores, distintos y mejores a lo que se ha hecho hasta ahora, con una ley SEP más exigente y un concepto descentralizado de capacitación, que rompa el aislamiento de los profesores, haciéndolos participar de redes de maestros a partir de las necesidades de las comunidades educativas. Asimismo, planes de retiro  para los profesores y un fortalecimiento de la educación pública, tal y como está prometido.

Un camino para enfrentar aquello que no es posible por la vía docente es la incorporación de profesionales afines a la educación, que colaboren de manera determinante en los procesos de estabilización de la conducta social de los alumnos especialmente vulnerables, tales como psicólogos, sociólogos, asistentes sociales y  abogados, entre otros. Esta solución requiere de una inyección importante de nuevos recursos que el Estado va a tener que encontrar cómo obtenerlos. El desafío es enorme, pero tiene que hacerse si Chile no quiere perder generaciones completas de estudiantes golpeados por la inequidad y el descuido de nuestro mal instalado sistema educacional.

Jaime Espinosa
Rector U. Metropolitana de Ciencias de la Educación

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