Si Simón Bolívar supiera… a propósito de la UCV. (por Carmen García Guadilla)
La historia de la universidad latinoamericana, en el siglo XIX, cuenta con varios personajes ilustres que fueron responsables de la creación y reforma universitarias en la época independentista. Entre ellos, hubo dos venezolanos con amplio conocimiento de las ideas de la Ilustración y que forjaron modelos de universidad que han sido históricamente elogiados por su calidad y pertinencia. Ellos son: Andrés Bello y José Maria Vargas.
Andrés Bello -en el país que lo acogió, Chile- logró desarrollar un modelo original de universidad, valiéndose de las ideas más progresistas de las principales universidades europeas, entre ellas, del prestigioso modelo escandinavo. Uno de los principales propósitos del modelo de universidad de Bello, llamado por algunos autores la “universidad de los abogados”, era ayudar a organizar la vida de las nuevas Repúblicas.
José Maria Vargas fue nombrado Rector de la Universidad Central de Venezuela (UCV) en 1827 por el propio Libertador Simón Bolívar, para lo cual se tuvieron que modificar los estatutos universitarios que prohibían a los médicos ejercer tal cargo. Al igual que Bello, Vargas también estuvo en contacto con los modelos universitarios más modernos de los países europeos que le inspiraron reformas autóctonas cónsonas con las necesidades de la nueva república. Con este bagaje, Vargas desarrolla en Venezuela un modelo con concepciones científicas y humanísticas, incorporando a los más calificados catedráticos, con el apoyo pleno de Simón Bolívar; y con holgura económica al haber donado Bolívar para la universidad, entre otras cosas, las Haciendas de Chuao, Cata y La Concepción.
La reforma académica de Vargas ha sido considerada por algunos autores como la más audaz del siglo XIX hispanoamericano (a la par de la de Bello), labor que quedó plasmada en los Estatutos Republicanos de la Universidad Central de Venezuela. Lo altamente novedoso de estos Estatutos fue la ampliación del concepto de Autonomía Universitaria,que había sido otorgada anteriormente por el Rey Carlos III en 1784, personaje reconocido por importantes reformas a la universidad en la época colonial.
Vargas, impulsó fervientemente los estudios médicos y estableció siete cátedras en esta disciplina. Sin embargo, teniendo predilección por la medicina, no descuidó otras áreas y es así como también innovó los estudios de Derecho en la Facultad de Jurisprudencia. Vargas inundó de libros científicos la joven universidad republicana traídos de los centros más importantes del saber de Europa, así como aparatos para los laboratorios traídos de Estados Unidos. Vargas también es reconocido por ser un gran investigador y un gran docente y, otorgaba tanta relevancia al conocimiento, que ofreció dinero de su peculio para la fundación de la Biblioteca Nacional.
Reconocidos autores extranjeros se han expresado elocuentemente de Vargas, entre ellos el reconocido historiador argentino Gregorio Weinberg, quien señaló lo siguiente: “Sin entrar en demasiados detalles, digamos que pocos países pueden, como Venezuela, y a través de un sólo hombre, expresar el paso de la antigua universidad colonial a la moderna, de la añeja enseñanza de la medicina a la nueva, del espíritu tradicional a las concepciones más avanzadas. Su vida paradigmática constituye un eje en torno al cual se produjo una verdadera revolución en los estudios superiores».
Si en ese momento hubiese habido rankings universitarios, la UCV estuviera en los primeros lugares de la región. Sin embargo, actualmente, en el siglo XXI, en pleno apogeo y protagonismo del conocimiento, la UCV, en comparación con otras universidades latinoamericanas, se encuentra en el lugar 29, de acuerdo a uno de los principales rankings universitarios del 2013.
Y esto porque, aún cuando la UCV sigue teniendo los mejores indicadores de investigación y de programas de postgrado del país; sin embargo, está en condiciones cada vez más precarias por falta de adecuado financiamiento, entre otras cosas. Hace tres décadas esta universidad se encontraba en los primeros lugares de América Latina en cuanto al desarrollo de los postgrados, junto con universidades de Brasil y México, y ahora sus programas de investigación y postgrado, especialmente en áreas tan relevantes como la medicina, se están extinguiendo poco a poco. Falta de recursos, falta de generación de relevo (los sueldos son miserables especialmente para los que comienzan la carrera); además de una inquietante fuga de talentos, de profesores y de jóvenes profesionales. Entre muchos talentos venezolanos en el exterior, se puede mencionar al actual Presidente de una de las instituciones más prestigiosas del mundo, el MIT (Massachusetts Institute of Technology).
Agréguese a lo anterior que, durante todo el periodo del gobierno chavista, la Universidad Central de Venezuela, la joya de Simón Bolívar y, su ciudad universitaria, Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, ha sufrido más de 70 agresiones, todas denunciadas con pruebas en su debido momento. Entre las agresiones: quema de oficinas, quema de vehículos, daños a obras de arte, agresiones físicas a profesores y estudiantes, agresión y ofensa a autoridades universitarias.
Lamentablemente, la situación es todavía peor para muchas otras universidades de este país.
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