El nuevo ‘ranking’ europeo de universidades nace con agujeros
En la lista hay 879 campus, pero 362 no han completado los datos, lo que le resta credibilidad.
La UE la ve como una herramienta para elegir facultad
Tras cribar más de 850 universidades de 74 países, la Unión Europea presentó la semana pasada su esperado ranking mundial de campus. La expectativa que había generado en Bruselas era grande, pero la clasificación nace agujereada. De las 73 universidades españolas, por ejemplo, apenas 39 han participado. Algo similar ocurre en la foto global: solo 517 de los 879 centros analizados respondieron. El U-multirank, uno de los proyectos estrella de la presidencia de turno de Francia en 2008 para contrarrestar la relevancia de la lista de Shanghái —que otorga mayor peso a la investigación y a la capacidad económica de las universidades—, arroja resultados inusuales.
La Comisión Europea se enorgullece de haber creado una herramienta que “ayuda a los estudiantes a elegir universidad” y saca pecho por haber sacado a la luz 300 facultades que no entran en los ranking. Uno de los ejemplos más paradigmáticos es el noveno lugar que obtiene la London School of Hygiene & Tropical Medicine en términos de impacto investigador. El primer puesto español es el 166 de la Pompeu Fabra.
“Sobre el resultado final influye la ausencia de datos de algunas universidades”, admite Frans Van Vught, uno de los coordinadores del estudio. Este profesor de la Universidad de Twente (Holanda) está sorprendido por algunos resultados, pero pide cautela al sacar conclusiones. “No se puede leer como un ranking: son muchas clasificaciones independientes. Queremos crear una herramienta que se adapte a las necesidades de cada colectivo interesado en saber la calidad de cada centro en un tema concreto”.
Algunos datos
– El 95% los campus logra una A (la máxima nota posible) en al menos uno de los 30 subindicadores y el 12% consigue esta calificación en al menos 10 apartados.
– Ocho escuelas de negocios aparecen entre las 10 primeras del mundo.
– Los expertos han analizado no solo las universidades en su conjunto. También 1.200 facultades y 5.000 programas de estudios ofrecidos por 70 universidades. La intención es agrandar este número el curso que viene.
– 60.000 estudiantes han participado dando su punto de vista.
“No me esperaba más españolas. Hay que invertir muchos recursos en completar la información que se pide y se irán sumando”, cuenta Martí Parellada, de la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CyD), encargada de recabar los datos españoles. “Si te piden saber cuántos acuerdos de colaboración hay con empresas y no has hecho ya el recuento, te dificulta tener que buscar todos los contratos”, aclara. Universidades como la de Málaga, que no han participado “por falta de tiempo”, no figuran en alguna de las clasificaciones que cruzan datos. “Es uno de los factores que pueden incidir en la posición final de algunas universidades”, aclara John Roman, uno de los coordinadores del nuevo listado.
Miguel Gallardo, de la asociación estudiantil paneuropea AEGEE, admite las “reticencias” a facilitar información. Cambridge u Oxford expresaron sus dudas. “Quizá por miedo a aparecer en un puesto más bajo de lo esperado”, añade. Valora, en cambio, el “potencial” de la herramienta y alaba que se haya tenido en cuenta la opinión de los alumnos.
En diciembre de 2012, Bruselas asignó al Centre for Higher Education (un organismo cercano a la conferencia alemana de rectores) y a la Universidad de Twente este macroestudio. En los meses siguientes cualquier centro de educación superior pudo participar rellenando un informe supervisado; Menos en España, donde CyD se encargó de la recolección. En la cocina de la información ha trabajado este consorcio, la Universidad holandesa de Leiden y la Fundación Bertelsmann, alemana. “Probablemente el año que viene Francia y Alemania recopilen como nosotros los datos”, explica Parellada, que aspira a utilizar la información del Ministerio de Educación español y los de la Conferencia de Rectores (CRUE) para no duplicar el esfuerzo. “Como cada uno tiene un tiempo distinto, no ha podido ser. Solo hemos dispuesto de los datos de la Generalitat de Cataluña”, continúa Parellada, que presentará los números españoles detallados.
“Es muy ambicioso y puede ser muy interesante, pero está muy verde”, apunta Francisco Pérez, director del ranking del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) y el BBVA. “Nosotros queremos mostrar un indicador sintético y ellos no. Explicamos también cómo se pasa del dato de cada variable al indicador de cada variable. Y ellos no. Su página está llena de agujeros”. Su clasificación, presentada casi a la vez que la de Comisión Europea, arroja una coincidencia más: la Pompeu Fabra figura como la mejor de España. Después, ocho universidades de Madrid, Cataluña y la Comunidad Valenciana.
El ranking del IVIE y el BBVA se basa en información de la CRUE —no los solicitan a las universidades— y no incluye los campus privados porque consideran que existe opacidad en muchos de ellos. Pero otros, conscientes de la importancia de adquirir o mantener el prestigio, cuidan mucho su reputación. “Hace una década nos dimos cuenta de que no solo podíamos ser conocidos en el País Vasco, que necesitábamos internacionalizarnos —en claustro y estudiantes—, pero siendo nosotros. No puedes hacer cosas solo pensando en salir en los rankings porque pierdes la esencia”, explica Guillermo Dorronsoro, decano de la Deusto Business School. Su escuela y la Universidad de Lleida figuran entre los 50 mejores centros del U-multirank para estudiar Económicas o Empresariales. Diez centros comunitarios copan los 10 primeros lugares por porcentaje de publicaciones científicas elaboradas en colaboración con otros entes regionales. En los lugares décimo y undécimo figuran dos centros privados españoles: la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia y la Universidad Europea de Madrid.
“Una rápida primera lectura me provoca escepticismo por la representación académica y científica que hay. Delft (Holanda) tiene una de las mejores incubadoras de empresas de Europa y no puede aparecer detrás de Groningen (también en Holanda)”, opina Francisco Michavila, director de la cátedra Unesco de Gestión y Política Universitaria. “Se ha hecho con prisas, mal… Esta no puede ser la alternativa a Shanghái”.
“Dos millones de euros [presupuesto anual del U-multirank] es mucho dinero, pero consideran muchos sistemas universitarios”, justifica Pérez. Aunque “hay muchísimas variables que no son homogéneas”, cree que es factible: “Eso lo hace el ejército de gente que hay trabajando en la OCDE con muchísima experiencia de 30 países, no de mil universidades”. Diferente opinión tiene Kurt Deketalaere, secretario general de la LERU, la asociación que engloba a algunas de las más importantes universidades de investigación (Cambridge, Oxford, Zúrich, o Barcelona): “El proyecto es un uso injustificado de dinero de los contribuyentes y en el peor de los casos, una amenaza grave contra el sistema de educación superior”, dice. A su juicio, reducir la evaluación de las diversas áreas de las universidades a un solo número está condenado al fracaso —no es un producto de consumo— y puede condicionar las políticas educativas.
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