Marc Llirós es profesor del Departamento de Genética y Microbiología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Su jornada, de unas 10 horas diarias, la divide entre las clases y la investigación que realiza sobre su especialidad, que es el análisis de las bacterias que viven en los lagos. A sus 39 años, con una tesis doctoral, una estancia de un año en una universidad de Bélgica y tres años como docente en la UAB, Marc tiene un contrato como investigador postdoctoral en prácticas y cobra 1.200 euros netos al mes. “Me ha costado sudor y lágrimas y la realidad es cruda cuando ves que no llega el momento de madurez y estabilidad y te cuesta llegar a final de mes. A veces dan ganas de dejar la docencia”, lamenta.

Como Marc, hasta el 50% de los profesores universitarios trabaja con sueldos precarios. Así lo rebela un avance del estudio que está elaborando la Asociación Catalana de Universidades Públicas (ACUP) sobre los sueldos del personal docente e investigador (PDI) de los campus públicos catalanes. Las primeras conclusiones, hechas en base a los datos de tres de las siete universidades públicas, revelan un alto índice de precariedad, que los docentes denuncian doblemente. “Es una precariedad salarial y de temporalidad, ya que estamos hablando de contratos parciales o que no sabes si tendrán continuidad”, tercia Marc, unos de los 30 profesores que ayer se concentraron a las puertas de la Casa de la Convalecencia, donde se presentó el estudio.