“Esto no ha terminado, apenas inicia”
Juan José Ortega, líder de la sección 18 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación de México, defiende la movilización de los maestros contra la reforma educativa de Peña Nieto
Juan José Ortega es el secretario general de la sección 18 del Estado de Michoacán (oeste de México) de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), una escisión del sindicato nacional de docentes. A él, y a otros tres profesores, se les ha visto durante mes y medio en las calles de la Ciudad de México encabezando protestas contra la reforma educativa, propuesta por el presidente Enrique Peña Nieto y que fue aprobada por el Congreso en septiembre.
Ortega es del quinto Estado del país con mayor pobreza, entidad donde el 30% de sus pueblos son de origen indígena y padecen las carencias del sistema educativo de México. Este líder de los maestros habla de la polémica movilización del grupo que ha paralizado el centro de la Ciudad de México y que en la víspera del Día de la Independencia se enfrentó a la policía en una pugna por mantener una acampada en el Zócalo, la principal plaza de la capital mexicana, de la que se tuvieron que retirar. Siete semanas después del inicio de sus movilizaciones, miles de profesores continúan con una serie de protestas y una acampada, ahora, en el Monumento a la Revolución. Este mismo miércoles sostenían negociaciones al más alto nivel con el secretario (ministro) de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
Pregunta. ¿Cuál es el objetivo de la protesta de los profesores de la CNTE, si la reforma educativa ya ha sido aprobada por el Congreso?
Respuesta. Aun cuando para el Estado es una etapa cerrada, el plantón nacional y las movilizaciones en los estados significan que para el magisterio de la CNTE esto no ha terminado y apenas inicia. Vamos acumulando fuerzas para poder exigir una revisión a las leyes reglamentarias de la reforma educativa. La reforma carece de una propuesta pedagógica, por ello consideramos que en las mesas de trabajo se puede plantear la construcción de un modelo educativo y desde luego el cese a la represión. Si esta reforma fuera en los hechos una ley viva muchos de nosotros ya estaríamos despedidos. Recordemos que según la nueva ley con tres faltas en un mes es suficiente para que un trabajador de la educación sea cesado. Sería un acto de justicia que el presidente reconsiderara su actitud, él ha dicho que la reforma no va a afectar los derechos laborales de los trabajadores, él ha dicho que el Estado se hará responsable de los costos de la educación, ha dicho que habrá más inversión en infraestructura, en mantenimiento, en equipo. Entonces que demuestre cómo va a ser, porque en las leyes no queda claro nada de ello y sí hay implicaciones de carácter laboral y administrativo como lo reconoce el mismo secretario de Educación, Emilio Chuayffet.
Pueden pensar que la CNTE va a llegar a un periodo de desgaste y que de manera natural deje la lucha, eso no va a ser así
P. ¿Cuáles son las razones por las que se oponen a la evaluación planteada por la reforma educativa?
R. El Gobierno dice que la evaluación a los maestros no tiene carácter punitivo, nosotros decimos que sí porque en primer lugar si no te presentas al examen te corren, en segundo lugar si lo repruebas tres veces te separan de la función, y dicen que no vas a estar despedido pero no te permiten quedarte en el sistema educativo. Hay toda una intención de, a través de la evaluación, generar una serie de despidos masivos dentro del magisterio. La Administración de Peña Nieto habla de que la evaluación está secuestrada por el sindicato, pero el sindicato y su líder, Juan Díaz de la Torre, están entregados al Estado. Lo que pasa es que quieren que la educación esté secuestrada por organismos empresariales disfrazados de organizaciones sociales como Mexicanos Primero, para comenzar una privatización.
P. ¿Se habla en la mesa de negociación con la Secretaría de Gobernación de abandonar la acampada o de suspender las protestas?
R. Equivocadamente pueden pensar que la CNTE puede llegar a un periodo de desgaste y que de manera natural deje la lucha, eso no va a ser así. El Gobierno ha presentado el conflicto desde diferentes puntos de vista. Uno es que no nos queremos evaluar, eso es mentira. El segundo, que no queremos profesionalizarnos, eso es mentira. Que no se afectan nuestros derechos laborales, eso es mentira. Que va a haber mayores recursos para la educación, eso también es mentira. El discurso del presidente de la República también es mentira. Que nosotros queríamos estar en el Zócalo de la Ciudad de México por un capricho también es mentira, y se demostró, por eso ahora estamos en el Monumento a la Revolución. Han querido generar una campaña de linchamiento en contra del magisterio. Sin embrago, ha habido condiciones de claridad, de una verdadera interpretación y estamos nuevamente pugnando por retomar una mesa de construcción de diálogo y de toma de decisiones.
P. ¿Cuál es su postura frente a los ciudadanos que se quejan de las protestas que ustedes convocan?
R. Llevamos tres semanas planteando una mesa con el presidente de la República o con el secretario de Gobernación, pero la cerrazón y la falta de sensibilidad ha estado por parte de los señores, no de nosotros, entonces nos obligan a tomar este tipo de medidas para ser atendidos, ser escuchados, sino jamás va a ser posible una mesa con los funcionarios que deben estar al servicio del pueblo.
P. ¿Es la única forma de llegar tener un diálogo con el Gobierno?
R. Sí, cualquier mexicano que esté en contra de sus proyectos y quiera hacer un planteamiento tendrá que hacer uso de la protesta, de la movilización, de la confrontación, desde luego que estará afectando a terceros.
México necesita un modelo educativo construido desde abajo, con la participación de los alumnos, los maestros y los padres de familia
P. ¿Hay profesores que ya han dejado de recibir su salario por sumarse a las protestas?
R. Es una de las medidas represivas que más golpean a los compañeros, principalmente son los del Estado de Oaxaca que han dado una gran batalla, que han estado presentes todo el tiempo. Tienen ya tres quincenas sin cobrar y un bono que les deben, es algo que nosotros rechazamos completamente, pero que no ha podido disminuir la combatividad de los compañeros. Aunque la Secretaría de Educación implemente esas medidas, van a estar aquí dando la batalla por la defensa de la educación pública.
P. Hay dudas sobre el origen de los recursos para movilizar a los maestros a la Ciudad de México…
R. Todos los maestros están aquí con dinero de su bolsillo. No tenemos nada que esconder, nosotros a diferencia de Elba Esther Gordillo (antigua líder del SNTE que está en prisión por corrupción) no tenemos ninguna cuota sindical de parte de la institución y por eso no tenemos complicaciones con que se aclare de dónde salen los recursos con los que se moviliza la CNTE. Los gobernadores pudieran tener posibilidades de financiarnos pero no tienen voluntad, además yo creo que los gastos de los estados también se tienen que transparentar y tienen que generar condiciones de garantía. No creo que se prestaran a darnos dinero cuando saben que no lo pueden justificar.
P. ¿Qué pasa en los estados donde no hay clases desde hace un par de meses?
R. Cada Estado tendrá que buscar las condiciones para explicarlo a sus padres de familia y hacer compromisos con sus maestros para poder llegar a un acuerdo y poder resolver una situación como esta, que entendemos que es complicada, pero si hoy nos preocupamos por los niños que no tienen clases, mañana no vamos a tener condiciones de organizarnos para defender los derechos de todos los trabajadores de la educación, de todos los niños. Los padres en algún momento van a ser responsables de los costos de la educación y entonces serán muchos más los niños que no van a tener condiciones de tener un proceso educativo que les permita desarrollarse. Entonces si el Gobierno está preocupado porque miles de niños no tienen clases por qué no se sientan a dialogar y a construir una propuesta.
P. ¿Qué necesita México para tener educación de calidad?
R. Un modelo educativo construido desde abajo, con la participación de los alumnos, de los maestros, de los padres de familia, con los colectivos pedagógicos, con organismos preocupados por la investigación que existen y que son muchos pero que nunca fueron consultados, un proceso o un modelo educativo construido de abajo hacia arriba y no de arriba hacia abajo. Sin verticalismo, horizontal, con condiciones de desarrollo, con principios éticos, epistemológicos, sociales, que permitan un individuo libre de pensamiento, libre de acción para poder integrarse a la sociedad económicamente activa en condiciones de desarrollo y no un sujeto sumiso, cercenado de su personalidad como se plantea cuando no hay una posible construcción desde la educación.
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La protesta, como muchos capitalinos ya saben a estas alturas, es por la reforma educativa promovida por el presidente Enrique Peña Nieto y aprobada este mes en el Congreso. El movimiento, que ha desquiciado la vialidad de la ciudad –escenario de cientos de manifestaciones cada año–, ha quedado reducido desde el desalojo del Zócalo hace dos semanas, pero no ha desaparecido. Los profesores, que pertenecen a una de las secciones de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), afirman que el nuevo sistema de evaluaciones previsto en la reforma atenta contra el derecho a la educación de los mexicanos.
Pero el problema es mucho más grande que eso. México tiene uno de los sistemas educativos más grandes de América Latina y es tan ineficaz como su tamaño. Es una costumbre que el país se sitúe en el último sitio del informe PISA de la OCDE. De cada 100 niños que estudian la primaria (unos 33,5 millones este año), solamente 62 la terminarán y únicamente 13 alcanzarán la universidad.
La reforma educativa es un paso, pero es insuficiente. El inciso más polémico, la evaluación a los profesores (un proceso inexistente hasta ahora en el sistema mexicano), alivia un síntoma pero está muy lejos de curar la enfermedad.
Una imagen lo ilustra bien. “[El sistema educativo mexicano] es como un autobús con un motor dañado que está en un camino cuesta arriba, lleno de baches y, de repente, un grupo de personas dicen que la solución para que vaya más rápido es capacitar a los chóferes”, explica Manuel Gil Antón, investigador del Centro de Estudios Sociológicos del Colegio de México (Colmex).
El desorden comienza porque no existe un censo gubernamental del total de escuelas y profesores que hay en el país. En otras palabras: el país no sabe ni cuántos planteles tiene ni a cuántos maestros le paga. “El Gobierno acaba de recuperar [con la Reforma educativa] el control de la educación que había cedido –no se lo habían quitado, lo había cedido– a los sindicatos”, añade Gil Antón. El investigador se refiere al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, liderado hasta el año pasado por la polémica Elba Esther Gordillo (ahora encarcelada por supuestos actos de corrupción), y a su escisión, la CNTE. Después de la detención de Gordillo, el SNTE, el sindicato más grande de América Latina, ha perdido poder.
Pero hay mucho por resolver. México dedica más presupuesto a la educación (un 6,2%) que España (un 5,2%) o Suiza (un 5,1%). Pero el 93% se va a pagar salarios y, mientras tanto, ocho de cada 10 niños suspende en las pruebas internacionales. Y las necesidades son muchas. El presidente Enrique Peña Nieto reconoció en su informe de Gobierno que al 65% de las escuelas públicas del país les faltan muebles y, en algunos casos, hasta sanitarios.
Mexicanos Primero, una ONG que estudia el estado de la educación en el país, va un paso más allá: dice que el 59% de los niños del país no asisten a centros educativos, sino guarderías. Tres de cada 10 escuelas no tienen biblioteca, nueve de cada 10 no tiene laboratorio. El 20% de las escuelas del país tiene “necesidad urgente” de reparación y mantenimiento. El diagnóstico es tajante. El sistema educativo mexicano es “ineficaz, inequitativo, insuficiente, opaco y corrupto”, afirmó el presidente de la organización, Claudio X. González, en una entrevista con el periodista Carlos Puig. Solo cuatro de cada 100 pesos destinados a la educación van para becas. “El gasto no está diseñado para que los niños aprendan”, agregó.
Y a eso hay que añadir la corrupción. Solamente en Veracruz, al este del país, al menos 1.321 millones de pesos (cien millones de dólares) se esfumaron, según el informe Mal(Gasto), estado de la educación en México, elaborado por Mexicanos Primero y difundido esta semana. No hay documentos ni pruebas sobre el destino de ese dinero. Y el caso no es, en absoluto, aislado.
El diagnóstico más claro lo da una niña, alumna de una primaria, entrevistada en el informe. “A cada rato cambian al maestro y no tenemos clases y no aprendemos nada. Eso le pasó al grupo de mi hermano. Cuando entraron a tercero [de primaria] les preguntaron las tablas de multiplicar y no sabían nada. Sacaron puros cincos [suspendían] porque no les enseñaban nada”.
Los resultados de la reforma educativa –que los analistas juzgan insuficiente– tardarán años en producirse. Los maestros de la CNTE, por otro lado, han anunciado que continuarán las manifestaciones hasta nuevo aviso. Y México, también hasta nuevo aviso, mantiene la mala educación.
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