Por tanto, no es extraño que el rector de la Universitat de València se lamentara este lunes en la mesa redonda celebrada sobre La universidad pública española y su futuro. Un debate abierto en el contexto del informe Wert, de que el presupuesto del sistema universitario valenciano tiene ahora “el tamaño de 2006”, ya que “ni los recursos humanos y las necesidades de mantenimiento son las de 2006”. Su colega, el rector de la Universidad Politécnica de Valencia y vicepresidente de la Conferencia de Rectores (Crue), Juan Juliá, le corrigió afectuosamente y retrotrajo la comparación al presupuesto de 2004. Es decir, a peor.
El problema urgente e inmediato, como subrayó Juliá en el marco de este nuevo debate del programa Claustre Obert que organizan la universidad y EL PAÍS, es la suficiencia financiera. Pero el problema de fondo, es la implicación de la sociedad en general, y en particular del tejido productivo, en el impulso del sistema universitario, y por tanto en aquello que hace mejor que nadie, que es el cultivo del talento y el conocimiento.
“El discurso dominante es de desconfianza hacia la universidad”, manifestaba Morcillo. Pero éste, añadía, es “un discurso destructivo sobre la universidad no basado en datos objetivos”. El rector de la Universitat de València se preguntaba en la introducción sobre qué hacer para acercar a la sociedad el trabajo de las universidades.
Grau i Vidal rector de la Universitat Pompeu Fabra constataba y refrendaba con datos lo que si no sabemos intuimos: que estamos en una sociedad “regresiva en I+D”. Pero ¿por qué no es una prioridad?, se preguntaba. Y su respuesta era “porque nadie se lo cree del todo”. Enunció una evidencia que se evidencia menos de lo que parece: “La universidad no se encuentra entre las prioridades política reales” y eso al final es así porque “nadie le pide algo diferente al político”. Nadie en general, pero sí alguien en particular: un sector productivo que se beneficiaría del trabajo universitario en la generación y transferencia de conocimiento “no hace la presión necesaria para que se apoye a la universidad”.
El crecimiento inteligente
Tal situación, en el contexto europeo actual y con la estrategia de LisboaEuropa 2020 en el horizonte, que plantea “un crecimiento inteligente basado en una sociedad del conocimiento”, como recordaba Grau i Vidal, es problemática no solo para la universidad, sino para la sociedad española en su conjunto. El rector catalán, autor del estudio Retos y prioridades en el marco de la crisis del primer decenio del siglo XXI, constata que la sociedad confía en que la universidad proporcionará una posibilidad de ascenso social a sus titulados, pero que más allá de eso no es valorado el papel de la universidad.
¿Se puede mejorar el nivel de confianza que la sociedad española tiene en su universidad?, plantea, para empezar con los retos pendientes, Grau i Vidal, y añade cuatro preguntas más a las que responde positivamente para comenzar a salir del atolladero: ¿Se puede mejorar la eficacia y la eficiencia de la universidad mediante la reforma del sistema de gobernanza? ¿Se puede mejorar la eficacia y la eficiencia del sistema de investigación de España en un contexto de restricción presupuestaria? La cuarta pregunta, por ser la que ofrece luz en un contexto de crisis, fue la que recabó más atención del autor: ¿Se puede favorecer la transformación de nuevo conocimiento en innovación en productos y procesos y mejorar la competitividad del país a medio plazo? La quinta era la de la esperanza: ¿Dispone el país de las herramientas para hacer posibles los cambios?
Un apunte. La situación de España en materia de patentes es “mala”, reconoció, pero, al mismo tiempo dijo que España es el segundo país del mundo en patentes producidas por la universidad. Alguien por tanto, no está haciendo sus deberes y no está en el campus.
La gran asignatura pendiente es la transferencia, coincidió Juan Juliá. “El problema no es que España haga pocas patentes, sino que quien las tiene que hacer no las hace”. El rector de la Politécnica recordó que los rectores pidieron al ministro José Ignacio Wert que resolviera lo inmediato y lo urgente “antes de hablar de reforma”, en referencia al informe sobre la reforma universitaria encargado a 11 expertos, de los cuales solo uno, recordó, tenía experiencia como rector. Y pidió al Gobierno “comedimiento”, ya que en el informe la primera condición para mejorar el sistema universitario español era que éste reconociera que “su calidad es insuficiente”.
Más rendimiento que la media de la OCDE
En este sentido, Juliá no suele andarse con chinitas y ejerce su papel de vicepresidente de la CRUE con andanadas contundentes de autoestima. “El rendimiento de las universidades españolas públicas está un 9 % por encima de la media de la OCDE”, recordó, dada la insuficiencia económica que les aqueja. “No olvidemos de dónde viene nuestro país”, recomendó. “Hace 30 años ninguna universidad aparecía en el ‘ranking’ de Shangai”, recordó, que es la clasificación a la que ahora se acogen todos los políticos. “En general el análisis del sistema universitario es correcto”, reconoció, “pero falla donde no contextualiza ni en lo temporal ni en lo socioeconómico”.
Ahora, ironizó, “el desafío es crear universidades de rango mundial”, pero sugirió que “no pretendan que el Levante UD compita con el Bayern de Munich”, puntualizó, porque “el denominador común de las universidades que ostentan ese rango debe ser la suficiencia financiera”. También aludió a la financiación de los estudiantes y destacó que de las siete universidades españolas que aparecen en los tres principales ránkings internacionales, dos son valencianas: la Universitat de València y la Politécnica de Valencia. El resto son la Complutense de Madrid, la central de Barcelona, las dos autonómas y la Pompeu Fabra.
“Nuestro sistema universitario tiene un rendimiento razonable”, resumió en referencia al valenciano. “Solo hay uno con mejores indicadores que el nuestro, que es el catalán, por lo tanto el segundo mejor sistema universitario español es el valenciano”. Damos bastante más de lo que recibimos, concluyó, basándose en el informe reciente del Instituto Valenciano de investigaciones Económicas (IVIE). Y añadió: “Dicen que hemos de cambiar el sistema de gobierno, pero con éste hemos conseguido buenos resultados. Las privadas, con otros sistemas de gobierno, no han conseguido mejores resultados, ni siquiera las más centenarias”.
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