Matrícula en educación básica para 2013 llega al nivel más bajo desde 1990
Según cifras del Mineduc, este año hay 1 millón 914 mil alumnos en enseñanza básica en todo el país, un 19,5% menos que en 1990.
Baja en la natalidad ha hecho que el sistema pierda 412 mil estudiantes en 10 años.
por Elizabeth Simonsen, La Tercera, Santiago – 25/03/2013 – 02:46
¿La razón? La caída en las tasas de natalidad. En total, desde que comenzara el descenso, en 2002, las escuelas primarias han perdido 434 mil estudiantes, el 19,5% de la matrícula.
Los expertos estiman que, incluso, en los próximos años el fenómeno alcanzará la enseñanza media. “Nos falta poco para alcanzar cobertura completa en prekínder y kínder y en la educación media tenemos niveles altos de cobertura. Cabe esperar que la matrícula total siga cayendo en los próximos años”, dice el ministro de Educación, Harald Beyer.
Según sus cálculos, la educación escolar podría perder, en los próximos años, otros 400 mil alumnos, para estabilizarse en torno a los tres millones de alumnos en básica y media (en 2011 había 3,3 millones en ambos niveles a nivel nacional).
Sin embargo, el número de escuelas se ha mantenido estable e, incluso, ha ido levemente al alza.
En 1992, para 2,9 millones de niños en básica y media, había poco más de 10 mil escuelas en todo el país. Cuando comenzó el descenso de la matrícula básica, los colegios habían llegado a más de 11 mil; y en 2011, eran aún más: 12.102.
“Hay un impacto directo a los recursos de las escuelas, porque hay una base operacional de financiamiento que ya no está”, dice Gonzalo Muñoz, director de estudios del Centro de Innovación en Educación de la Fundación Chile.
Al haber más colegios y menos alumnos, los establecimientos operan con menos cursos y estos más pequeños y, en definitiva, con menos recursos, ya que la subvención se paga por alumno. A ello hay que agregar que los costos de las escuelas son fijos. Es más, según estimaciones, más del 90% de dichos costos son los sueldos de los docentes.
“Los costos de las escuelas no son proporcionales a los alumnos, debido a los costos fijos. Sin duda, se requiere un progresivo ajuste de escuelas”, dice el académico de la UC, Ricardo Paredes.
Un fenómeno que viven día a día los colegios. “En las comunas del Gran Santiago es cada vez mas difícil conseguir alumnos. Antes no nos movíamos y nos sobraban niños. Ahora tenemos que buscarlos”, dice Lily Ariztía, gerenta general de la red de colegios SIP.
La ejecutiva comenta que de los 18 establecimientos de la red, unos dos a tres operan, en primero básico, bajo la línea de flotación que la entidad considera adecuada para financiarse. Esto es, alrededor de 42 niños por curso. “Un colegio nuestro, para mantener la calidad, se financia con entre 45 y 42 niños por curso”, dice.
Para los expertos, en todo caso, la leve recuperación en las tasas de natalidad, que pasó de 14,2 nacimientos cada mil habitantes en 2006 a 14,7 en 2010), podría aliviar la situación, pero no a tal punto de volver a los niveles de 1990, cuando había 23 nacimientos cada mil habitantes.
Cierre o ajuste
“Lo razonable, como ha ocurrido en otros países, es que disminuya el número de establecimientos. No es conveniente mantener tantos colegios, no sólo porque es costoso, sino porque no es fácil asegurar buenos directivos y docentes”, dice el ministro.
La duda es cómo se logra esa reducción. Hay quienes sostienen que debiera ponerse exigencias de matrícula a los colegios. “Tenemos que resolver el tema a la holandesa, porque, de lo contrario, tendremos escuelas desfinanciadas o todos los recursos adicionales destinados a la calidad terminarán financiando cursos más pequeños”, dice el académico del Ciae, Juan Pablo Valenzuela.
Se refiere a la solución aplicada en el país europeo de limitar la entrada de nuevas escuelas.
Una medida que el ministro Beyer no cree necesaria. “A medida que el sistema vaya elevando las exigencias, como de hecho está comenzando a ocurrir, los establecimientos van a tener que consolidar sus matrículas para financiar esas exigencias. Ello va a ocurrir de todas maneras”, dice Beyer. Aunque, a su juicio, dicho proceso podría apurarse definiendo metas de matrícula para acceder a la subvención, como, en parte, lo hicieron los holandeses.
Otros apuntan a que se cambie la fórmula con la que se fija la subvención. “Una salida es revisar la estructura de la subvención. Lo lógico sería que parte de la subvención sea fija y parte por asistencia”, dice Gonzalo Muñoz.
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