La PSU en contexto
http://blogs.elmercurio.com/reportajes/2013/01/03/la-psu-en-contexto.asp
José Joaquín Brunner, Profesor de la Universidad Diego Portales, El Mercurio, 3 de enero de 2012
Hace pocas horas se conocieron los resultados de la PSU, en la que participaron 240 mil jóvenes. Ahora comienzan los procesos de elección de carreras, admisión a las instituciones y aplicación de aranceles y esquemas de becas y créditos. En paralelo, a lo largo del año 2012 se graduó un promedio mensual de 10 mil mujeres y hombres. Tal es el ciclo de renovación continua de nuestras capacidades técnicas y profesionales, cuyos beneficios privados y sociales e impacto sobre el crecimiento económico, movilidad social y desarrollo cultural son bien conocidos.
Hay, pues, un funcionamiento normal, previsible, ordenado, de un complejo conjunto de procesos, decisiones y resultados que se alejan de las visiones catastrofistas y a ratos apocalípticas de nuestra enseñanza superior, su institucionalidad y funcionamiento.
Con todo, la PSU muestra tensiones evidentes. Ha dejado de operar como instrumento único de selección, incluso para las universidades que así lo declaran, pero que por vías especiales admiten significativos porcentajes adicionales de alumnos. Su fortaleza técnica ha sido cuestionada, pero hasta hoy no se conoce el juicio de una evaluación internacional largamente anunciada. El año pasado se introdujo sin mayor experimentación un nuevo factor de selección -el lugar ocupado por los alumnos en el ranking de notas de su clase- que ahora incidirá en la admisión junto con el puntaje PSU y las notas de la educación media. La propia gestión de la prueba ha sido criticada por miembros del Consejo de Rectores; desde hace años se plantean en vano formas alternativas para su administración.
Por lo demás, los resultados PSU aparecen tan íntimamente asociados con el origen socioeconómico de los estudiantes que es difícil desentrañar la selección propiamente académica, basada en antecedentes meritocráticos, de la selección regida por la cuna, la herencia del capital cultural en la familia y su desigual valorización a lo largo de las trayectorias en colegios pagados o subvencionados.
En fin, la relativa estabilidad no significa ausencia de tensiones o contradicciones. No cabe descuidar estas últimas, sino que se debe abordarlas de frente, pues de lo contrario se corre el riesgo de empujar al sistema hasta el borde de otro punto de crisis.
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