Columna publicada hoy en el diario La Tercera por Andrés Bernasconi, colega y académico de la PUC.
Educación ante crisis de confianza
La educación superior chilena es, bajo cualquier medida de productividad que se le aplique, la mejor de América Latina. Ese es un capital de gran valor para el país.
por Andrés Bernasconi, La Tercera – 31/08/2012 – 04:00
UNO DE los resultados más llamativos de la reciente encuesta CEP es la escasa confianza de los chilenos en sus instituciones. Este descrédito afecta principalmente a las instituciones políticas, pero también toca a instituciones religiosas y sociales, a los medios de comunicación y a las empresas.
La difusión de estos datos coincidió con la entrega por parte del Ministerio de Educación de otro capítulo de su análisis de los estados financieros de las instituciones de educación superior. Desafortunadamente, la forma elegida para presentar estos antecedentes cubre de sospecha el quehacer de la educación superior chilena, lo cual mina injusta e innecesariamente la confianza de los chilenos en sus instituciones de educación superior.
Señalar que el 90% de las universidades mantiene vínculos con empresas relacionadas suena a irregularidad, pero no lo es. Es más, en los tiempos actuales, las universidades chilenas, como las principales universidades del mundo, no tienen otra opción que crear una densa red de empresas dependientes para el adecuado cumplimiento de sus funciones de investigación, transferencia tecnológica y extensión. Tanto así, que las universidades estatales en Chile están autorizadas por ley para hacerlo. De hecho, el propio gobierno en varios de sus programas de financiamiento a las universidades les ha exigido crear empresas subsidiarias como condición para entregarles recursos. En Stanford o Cambridge no son decenas como en Chile, sino centenas las empresas en que la universidad tiene participación. Así funciona la universidad en la economía del conocimiento.
Si el gobierno financiara el ciento por ciento de los presupuestos de las universidades, entonces no sería necesario crear empresas para salir a los mercados a captar recursos privados, pero en Chile el gobierno es accionista muy minoritario. ¿Cómo se financia el resto de los gastos? Por la vía de los aranceles que pagan los alumnos, y por medio de actividades remuneradas de asistencia técnica, capacitación y transferencia de conocimiento. A mayor éxito de las universidades en estas labores empresariales, menor es la presión sobre los aranceles que pagan los alumnos, y mayores son los recursos públicos que pueden ser destinados por el gobierno a otros niveles de la educación donde son más necesarios, como la básica.
Entonces, la creación de empresas relacionadas por parte de las universidades, contrario a lo que puede colegirse de las palabras del ministro, es una virtud y no un defecto de la educación superior chilena. Otra cosa distinta es la creación de universidades por parte de empresas, con el fin de hacer de la universidad un negocio. De eso también hemos tenido y tenemos en Chile, pero no cabe meter en el mismo saco a empresas que son un negocio para la universidad, con universidades que son un negocio para la empresa.
La educación superior chilena es, bajo cualquier medida de productividad que se le aplique, la mejor de América Latina (y más allá). Ese es un capital de enorme valor para el país y nuestro futuro, y una base fundamental del desarrollo cultural, social, económico y político que tanto anhelamos.
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