Ex ministro José Joaquín Brunner (PPD) y la polémica por el “clientelismo”: “Estas prácticas deben ser extirpadas, y el debate de esta semana ha contribuido a eso”
El militante del PPD y ex titular de la Segegob ha seguido atentamente en estos días las acusaciones y la discusión que se ha generado respecto de las “malas prácticas” en la política. “Hasta acá había una consigna un poco abstracta sobre renovar las prácticas y, por primera vez, esto adquiere una cierta concreción”, asegura en conversación con “El Mercurio”.
FELIPE CONTRERAS A. , El Megcurio, 30 de junio de 2012
http://diario.elmercurio.com/2012/06/30/nacional/_portada/noticias/2572CB53-C179-45A5-826F-FF2AFC6E1E40.htm?id={2572CB53-C179-45A5-826F-FF2AFC6E1E40}
Sin entrar en detalles de nombres ni denuncias específicas, a José Joaquín Brunner, militante del PPD y ex vocero de Gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, no le son indiferentes las declaraciones cruzadas que se han suscitado tras las acusaciones de “clientelismo” hechas por el ex ministro Andrés Velasco al senador Guido Girardi (PPD). Brunner estima que esta discusión abre una oportunidad para abordar y enfrentar el tema desde una perspectiva más global.
-¿Cómo analiza la polémica que se ha dado esta semana?
-Creo que es una discusión interesante y necesaria la que estamos teniendo a propósito de la polémica entre Velasco y Girardi. Lo que ha surgido a propósito de eso es lo que tiene amplias y positivas repercusiones. Hasta acá había una consigna un poco abstracta sobre renovar la política y renovar las prácticas. Por primera vez esto adquiere una cierta concreción. La renovación tiene que ver con contenido, ideas y mensaje, pero el otro lado es necesariamente la renovación de las prácticas. Lo que ha estado en juego es el tema del clientelismo político y eso es lo que estuvo en el tapete esta semana, porque es efectivamente una muy mala práctica que en muchas democracias es un hecho.
-Los partidos y algunos dirigentes políticos envían listas de nombres proponiendo gente para ocupar ciertos cargos. ¿Es esto una “mala práctica” o está dentro del legítimo derecho de cada colectividad?
-Cuando las coaliciones presentan nombres y luego el Presidente de la República o los ministros eligen a las personas más adecuadas desde un punto de vista político para llenar cargos de confianza es una discusión distinta a la que realmente tenemos que enfrentar. Eso no es una práctica ni ilegítima ni incorrecta. Es normal dentro de la vida política.
-¿Cuándo entonces se cae en “clientelismo” y “malas prácticas”?
-Cuando uno habla de clientelismo político, habla de la formación de redes de favores mutuos que se suscitan entre quienes están en un partido y quienes ocupan altos cargos en el gobierno. En este caso, lo que se pide de un lado a otro es nombrar a tales o cuales personas en ciertas posiciones compensando más adelante con un apoyo o ayuda política en el Congreso o desde el propio partido formando verdaderas redes clientelares. Esta es la práctica que no es legítima y que en definitiva lleva a que en el Estado, posiciones que debieran ser ocupadas meritocráticamente en el marco de la orientación que el gobierno tenga, terminen siendo medio de pago de un favor a otro. Eso es una irregularidad que ocurre y que hay que desterrarla.
-¿Cual sería la forma correcta de que los partidos y líderes posicionen legítimamente a su gente?
-Hay que distinguir claramente entre cargos de confianza política, en donde es legítimo que los partidos a través de sus órganos regulares hagan propuestas de nombres. Ese número de cargos es hoy bastante reducido: ministros, subsecretarios, intendentes, etc., que son de directa confianza del Presidente. Al lado de eso, la mayor parte de los cargos, desde la administración de Ricardo Lagos en adelante, tras una iniciativa conjunta entre el gobierno y la oposición de aquella época liderada en esta materia por el entonces senador Pablo Longueira, dieron un salto importantísimo de modernización del Estado y una gran gama de cargos se transformaron en cargos de designación por alta dirección pública, cuyos nombramientos deben ser de manera meritocrática. En ese caso, no cabe ningún tipo de sugerencia ni presión ni petición informal o formal desde los partidos políticos. Ahí simplemente tiene que operar la mejor trayectoria y los mejores méritos, como los conocimientos técnicos y la destreza de gestión.
-El propio ex Presidente Ricardo Lagos reconoció que recibió presiones directamente para incorporar gente de ciertas corrientes…
-Lagos ha mostrado una vez más su visión de estadista, porque en vez de sacarle el cuerpo a la discusión, como han hecho otros, ha hablado de lo que hay que hablar. No de las listas que son legítimas, sino de presiones ejercidas sobre la autoridad y ha señalado una verdad que es sabida por todos los que hemos participado de altos cargos políticos: que estas presiones son ilegítimas e incluso a veces amenazantes, como dijo el ex Presidente. Es positivo que él, con la enorme autoridad intelectual y política que tiene, lo haya dicho porque permite discutir, sin amarrar esto a ciertos nombres, sino hablar sobre una práctica que tiene que ser superada para que la democracia se fortalezca y para que el Estado pueda funcionar mejor.
-¿Estas prácticas estuvieron presentes en los cuatro gobiernos de la Concertación?
-Estuvo presente en distintos momentos, seguramente con mayor intensidad en ciertos ministerios. Uno no tiene una posibilidad real de conocer los detalles de cada situación que se vivió justamente porque se sabe que esto no es un juego legítimo. Esto no es un problema de la Concertación, sino que es analizado por toda la literatura de las ciencias políticas porque ocurre en todos los regímenes democráticos. Algunos logran madurar y superar estas prácticas y hay otros donde esto es expandido y extraordinariamente negativo. Creo que nosotros como país estamos a mitad de camino, no tenemos las mejores prácticas y claramente no tenemos las peores prácticas tampoco.
-¿Cuándo se agrava el problema en la realidad chilena?
-El problema está cuando se empieza a suponer que los cargos burocráticos del Estado son una especie de propiedad de la cual yo como ministro o autoridad puedo disponer como si fuera parte de mi patrimonio personal. Ésa es la parte perversa y una vieja concepción patrimonialista del Estado y cree que puede distribuir cargos discrecionalmente como si fuera una empresa propia y privada. Esa es una visión totalmente errada, tradicionalista y anticuada de muy malas consecuencias para el Estado.
-¿Qué conclusiones se deben sacar en limpio de este debate?
-Si queremos tener un Estado que regule mejor, con más responsabilidades en todos los campos, se deben fortalecer los órganos regulatorios, como la nueva Superintendencia de Educación y las instituciones que protegen al consumidor y al medio ambiente. Así seremos capaces de asegurar que el Estados sea concebido como una democracia moderna donde hay un servicio civil, donde nadie entienda la idea de que el Estado es parte del patrimonio de los partidos o de cualquiera que llega al gobierno. Por eso, es correcto lo que estamos haciendo en el sentido de tener un Estado con más facultades de intervenir. Pero para que eso funcione bien tenemos que asegurar que, a su vez, la composición interna del Estado sea de acuerdo a las burocracias modernas, con un régimen de servicio civil y que sus miembros sean elegidos meritocráticamente.
-¿A usted le tocó recibir directamente presiones?
-Por cierto. Yo realmente no creo que ningún dirigente político que haya ocupado un alto cargo pueda decir con una falsa inocencia, como se ha hecho por estos días, que nunca vivió algo semejante. Y alguna vez me llegó una lista, pero eso es totalmente legítimo. Estoy seguro de que, al igual que cualquier otro ministro, así como también otras autoridades, recibieron este tipo de presiones clientelares que planteaban poner a tal persona que trabaja conmigo en tal parte aludiendo a que “el día de mañana yo quedo comprometido contigo y cuando yo pueda ayudarte te voy a dar una mano”. Eso es considerado normal porque los dos somos del mismo partido y el día de mañana es normal que yo cobre la deuda. Nada de eso es normal y hay que sacarlo del panorama político.
-Usted es parte del PPD, ¿como fue su experiencia en este sentido con Guido Girardi?
-Yo nunca he hablado de qué persona pidió qué porque me parece que es desplazar el foco de donde hay que ponerlo. Yo esto lo viví con personas que ocupaban cargos de responsabilidad en el Parlamento y/o en los partidos. No es una propiedad exclusiva del PPD, ocurre con los partidos miembros de la coalición porque es visto como algo normal. Esto se ha ido instalando como algo cuasi normal y se ha dicho que es muy malo hacer estas denuncias, como lo ha hecho Andrés Velasco, porque se está desprestigiando a la clase política, cuando es al revés. Se está diciendo una verdad que debe ser analizada para ver cómo se supera. Es un síntoma de algo enfermo en la política, por eso hay que tratar de que estas prácticas se conozcan y sean extirpadas y el debate de esta semana ha contribuido a eso.
-Varios ex ministros han hecho estas denuncias y el senador Girardi, como defensa, ha asegurado que es una estrategia de Velasco para posicionarse como candidato presidencial…
-Tengo una alta valoración sobre Velasco y he seguido de cerca su trayectoria académica y como ministro de Hacienda. Él no va a usar un expediente como éste, que es además riesgoso y una discusión que es muy amarga a ratos, para promover su carrera política. Me parece que es un argumento que no se sostiene ni por un segundo en pie.
-¿Cree usted que es éste uno de los principales desafíos de la Concertación si pretende retornar a La Moneda?
-Creo que el principal desafío es la renovación de las ideas sobre qué le ofrece la Concertación al país en los próximos 30 o 50 años, y también una renovación de las prácticas. En parte, la derrota de la Concertación se explica porque la sociedad llegó a tener una cierta sospecha por ciertas malas prácticas políticas de los partidos de la Concertación. En ese sentido, la actitud de pasarse mirando a Nueva York, imaginando que desde allí va a venir una renovación real de la Concertación me parece un error. O sea, la renovación nace dentro de Chile, ya sea en el plano de las ideas o de las prácticas, o no va a existir.
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