Entrevista a Jose Miguel Carot Sierra, coordinador del proyecto PROFLEX, director del Área de Evaluación Académica en el Vicerrectorado de Calidad y subdirector del Centro de Gestión de la Calidad y del Cambio, ambos en la Universidad Politécnica de Valencia (España), publicada en el Boletín IESALC Informa Nº 216, mayo 2011
Entrevista a Jose Miguel Carot: “A los egresados cada vez más se les demanda flexibilidad y capacidad de adaptación”
La vinculación entre los sistemas de Educación Superior y el mercado laboral es un tema ampliamente discutido por la comunidad académica, estudiantes, profesores, empleadores y otros socios vinculados con el sector educativo.
En esta entrevista, José Miguel Carot, coordinador del proyecto PROFLEX sobre seguimiento de egresados, iniciativa que cuenta con el apoyo del Proyecto Espacio de Encuentro Latinoamericano y Caribeño de Educación Superior (ENLACES), ofrece su opinión sobre esta situación y describe las ventajas del modelo educativo basado en la formación de competencias.
¿Considera que los programas académicos de las universidades latinoamericanas y caribeñas actualmente se adecuan a las necesidades que exige la sociedad?
La realidad de la Educación Superior en América Latina y Caribe presenta grandes diferencias en las estructuras, modelos organizativos y orientación de sus instituciones. Esta situación hace que no se pueda encontrar una respuesta categórica y generalizada a esta cuestión.
Al evaluar el ajuste entre programas académicos de las universidades y requerimientos de la sociedad hay que tener en cuenta la diferencia entre tipos de carreras. Algunas de las carreras están orientadas a puestos de trabajo con perfiles fijos y estables en el tiempo. En este caso el ajuste y adecuación suelen ser mayores, cosa que no ocurre tanto en aquellas que evolucionan constantemente. Pero ciertamente los puestos de trabajo con perfiles fijos y estables son cada vez menos y a los egresados cada vez más se les demanda flexibilidad y capacidad de adaptación. En este sentido, muchos de los estudios que hemos realizado analizando cómo las competencias de los egresados inciden en el éxito laboral, muestran la creciente importancia de las competencias llamadas genéricas o transversales. Son competencias como la capacidad de liderazgo, la capacidad para trabajar en equipo, para hablar en público, para coordinar actividades o usar el tiempo de forma eficaz, por ejemplo. Así pues, se hace evidente la necesidad de conjugar la incorporación (en distintas formas e intensidades según las áreas de estudio) de este tipo de competencias en los programas académicos con las relativas al área específica de la carrera.
De todos modos, conviene señalar que cuando hablamos de programas académicos, en general, se suele pensar más en términos de conocimientos que en competencias que es un concepto mucho más amplio que afecta a la combinación de conocimientos, capacidades y actitudes adecuados para desempeñar una labor. Y precisamente si se analiza cómo los programas académicos se orientan en base a competencias requeridas en el puesto de trabajo se observa cómo en estos casos el desajuste es menor, aunque esto requiere un esfuerzo de diseño teniendo en cuenta las necesidades de la sociedad y una actualización periódica para realizar ajustes y mejoras. De forma general creo que uno de los grandes desafíos de la Educación Superior en América Latina es la mejora de la calidad. Y en esta difícil tarea el cambio a un modelo de formación basado en competencias significaría un enorme avance, unido a un elemento clave que son los métodos de enseñanza-aprendizaje, donde sí se detecta un área de mejora y una gran necesidad de actualización.
¿En qué consiste el modelo educativo basado en formación de competencias?.¿Cree usted que las universidades latinoamericanas están preparadas para un cambio de paradigma en la formación de profesionales?
La idea fundamental del cambio en el sistema pedagógico de la universidad tradicional es la necesidad de moverse desde el actual modelo basado casi exclusivamente en la transmisión de conocimientos a otro basado en la formación integral de las personas. Este nuevo modelo pone en el centro de la acción educativa a los estudiantes, a los cuales se pretende formar en un amplio conjunto de competencias, que por supuesto deben incluir a los conocimientos, pero también las habilidades y actitudes que son requeridas para el puesto de trabajo. La demostrada capacidad para utilizar conocimientos, destrezas y habilidades personales, sociales y metodológicas es lo que se conoce como competencia. No cabe duda de que este nuevo planteamiento enfoca mejor la convergencia entre educación y empleo y fomenta la formación de un nuevo profesional al que podríamos llamar el profesional flexible, que es capaz de adaptarse mejor a los constantes cambios que se producen en la sociedad.
La asunción de este nuevo modelo pedagógico provoca numerosos cambios: la organización de las actividades de enseñanza y aprendizaje, los roles de los profesores y los estudiantes o los métodos de evaluación; y en un modelo de Educación Superior como el que predomina en buena parte de Latinoamérica (también en España y en algunos países europeos) la introducción de este nuevo paradigma resulta difícil y costoso. Esto es debido a que, el modelo más habitual de educación superior en América Latina está diseñado para dar respuesta a un mercado laboral con profesiones bien definidas y con competencias claras, que son estables a través del tiempo. Este planteamiento, en la sociedad del conocimiento actual, está dejando de ser la situación predominante. Así pues, el cambio es necesario dado que la universidad debe cambiar porque el contexto de la Educación Superior ha cambiado profundamente y de no hacerlo corre el riesgo de convertirse en una institución obsoleta que no responda a las demandas sociales. Quizá la clave de un proceso exitoso sea la existencia de un plan progresivo bien diseñado (con metas planteadas de forma secuencial) que afecte a todos los ámbitos de la Educación Superior.
¿Cuáles son los principales obstáculos que enfrentan los profesionales recién graduados a la hora de incorporarse al mercado de trabajo en Latinoamérica?
Más que hablar de incorporación al mercado de trabajo creo que deberíamos hablar de transición hacia y dentro del mercado laboral. El graduado, una vez finalizados sus estudios, tiene sus primeras experiencias en la búsqueda de empleo, consigue sus primer y sucesivos empleos y recurre a actividades de formación complementaria. De manera muy general, las dificultades que se presentan en este proceso de transición al mundo laboral de los graduados universitarios vienen condicionadas por la relación entre la oferta y la demanda y estas dos a su vez se relacionan con cuestiones demográficas y de educación (para la oferta) y de desarrollo organizativo y tecnología para la demanda por parte del mercado laboral. Subyacente a todo ello encontramos que la economía global de cada sociedad incide en cada uno de los aspectos citados.
Desde el punto de vista del diseño y configuración de programas formativos desde las instituciones de Educación Superior, cobra especial importancia el análisis de la dificultad que supone para el graduado el desajuste que se produce entre su nivel formativo al transitar al mercado laboral y el nivel requerido en el puesto de trabajo. La universidad debe contribuir a minimizar este desajuste pero también a facilitar al graduado la posibilidad de moverse de forma óptima dentro del mercado laboral, promocionando su capacidad de adaptación a los cambios y su flexibilidad. Para ello un planteamiento como el que propone la formación por competencias se vislumbra como mucho más eficiente que otros planteamientos más tradicionales. Y si entendemos las competencias como el conjunto de cualificaciones que necesita un trabajador para ocupar con solvencia un puesto de trabajo, debemos tener una retroalimentación de lo que les ocurre a nuestros graduados en el mercado de trabajo. Aquí, los estudios de seguimiento de egresados cobran una importancia ya que nos proporcionan una información valiosísima de lo que ocurre en este proceso.
La observación de la experiencia después de la universidad y del impacto que su paso por ella ha tenido en nuestros egresados aparece como elemento clave en la mejora de la calidad de nuestros procesos, en especial el de enseñanza-aprendizaje, y del modelo de formación. Y esto es especialmente importante precisamente en un momento de cambio como el actual. Esta forma de focalizar nuestra atención en el final del proceso educativo y no sólo en el proceso en sí, es decir, observando lo que ocurre con nuestros egresados una vez que salen de la universidad, nos proporciona un punto de vista distinto y una información que nos debe llevar de forma periódica a revisar nuestros objetivos, la forma de abordar los procesos de enseñanza-aprendizaje y hasta el modelo educativo. El proyecto PROFLEX-Seguimiento de Egresados, que actualmente es una de las iniciativas de apoyo a ENLACES, está destinado justamente a esto, a proporcionar una herramienta de medición de los resultados de nuestros egresados universitarios en relación al mundo laboral.
El proyecto PROFLEX, coordinado por usted, se encarga de estudiar el desempeño de los recién graduados en el mercado laboral. A partir de estos estudios, ¿cuáles son las competencias que se deben desarrollar para acortar la brecha entre universidad y mercado laboral?
El proyecto PROFLEX pretende obtener información sobre lo que les ocurre a los graduados universitarios en el mercado laboral, teniendo una especial focalización en las competencias. Se trata de responder a la pregunta de cuáles son las competencias que requieren los graduados universitarios para funcionar adecuadamente en la sociedad del conocimiento; pero también busca investigar el papel que tienen los centros de Educación Superior para ayudar a los graduados a desarrollar estas competencias. Para ello se usa una encuesta testada y validada y una base de datos de más de 50.000 egresados, de los cuales aproximadamente 10.000 son de América Latina.
Los resultados del proyecto muestran que el enfoque de las metodologías de enseñanza-aprendizaje empleadas en la universidad en América Latina sigue siendo en la actualidad fundamentalmente tradicional. La asistencia a clase y el aprendizaje de teorías, conceptos y paradigmas constituyen el fundamento de los estudios universitarios, según la percepción de los egresados. Por el contrario las metodologías de carácter interactivo, como la participación en proyectos de investigación o las prácticas en empresa, parecen tener menos aplicación en el aula. Este contexto educativo repercute sin duda en los resultados del aprendizaje que los egresados obtienen en sus estudios y en sus niveles competenciales. Así pues, la contribución de la Universidad al desarrollo de competencias se focaliza en los conocimientos y la capacidad de análisis y aprendizaje. Igualmente los estudios universitarios constituyen una aportación significativa en las capacidades para trabajar en equipo y hacerse entender. Sin embargo, son estas competencias y no las anteriores las más requeridas para el desempeño de las tareas de los trabajos que ocupan los egresados. Por otra parte, los egresados latinoamericanos experimentan cierta insuficiencia en su formación universitaria para realizar una gestión eficaz de su tiempo y afrontar adecuadamente el trabajo bajo presión. Pero estos son sólo algunos de los aspectos más generales y comunes.
La encuesta PROFLEX nos ha permitido además matizar estos resultados en función de los países y de las áreas de estudio. En cualquier caso, es importante decir que en un mundo cambiante, globalizado y en el que el conocimiento se ha convertido en la principal fuerza para el desarrollo equilibrado y sostenible de los pueblos es imprescindible estar atentos a las necesidades de la sociedad para poder adaptar las universidades a esas necesidades y de esta manera acortar esa brecha entre la universidad y el mercado laboral. Para ello hay que realizar de forma periódica esta detección de necesidades y en esa tarea los estudios de seguimiento de egresados son una herramienta sumamente útil.
¿Cuáles elementos deben incorporarse en la formación de los docentes para insertarlos este un nuevo modelo educativo?
El cambio que supone escuchar a la sociedad y sus demandas y orientar los planes formativos hacia un mayor servicio social de las instituciones exige a todos sus miembros una nueva actitud y quizá una actualización en su formación. En particular los docentes son un elemento crucial ya que son los que en última instancia han de aplicar esos cambios. Y el problema de diseñar formación para ellos no es un problema trivial ni de rápida solución. Habría que comenzar por concienciar a los docentes de la necesidad del cambio de paradigma y de las ventajas de asumir un nuevo modelo basado en competencias. Esto es de suma importancia porque este modelo representa una nueva forma de establecer los roles de los profesores y de los alumnos. Por otra parte, los programas deben ser diseñados por los docentes de manera distintas a como se ha hecho de forma tradicional y esto requiere también formación. Además de esto, los docentes necesitan formación y entrenamiento en cuestiones de tipo práctico para su actividad en el aula, es decir sobre cómo llevar a cabo su quehacer diario en base a los nuevos diseños. En concreto, es fundamental una renovación de los métodos de enseñanza-aprendizaje y en los métodos de evaluación.
Jose Miguel Carot Sierra es el coordinador del proyecto PROFLEX. Actualmente es director del Área de Evaluación Académica en el Vicerrectorado de Calidad y subdirector del Centro de Gestión de la Calidad y del Cambio, ambos en la Universidad Politécnica de Valencia (España) donde realiza su labor investigadora en gestión de la educación superior, gestión de indicadores y métodos estadísticos para la calidad.
Es el coordinador del proyecto INFOACES (Sistema Integral de Información sobre las Instituciones de Educación Superior de América Latina) que agrupa 32 instituciones de 22 países y del E3M (European indicators and ranking methodology for university third misión). Ha sido también investigador principal o participante en más de 30 proyectos de investigación nacional e internacional. Es asesor estadístico de varios centros de investigación y del consorcio de investigación en Biomedicina CIBERSAM. Es colaborador de UNESCO-IESCALC.
Licenciado en Ciencias Matemáticas por la Universidad de Valencia y Doctor por la UPV, es profesor Titular en esa universidad en el Departamento de Estadística e Investigación Operativa Aplicadas y Calidad. Es autor de varios libros y de más de 70 publicaciones en revistas nacionales e internacionales.
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