¿Conviene modificar el AFI?
Octubre 8, 2008

20061226231620-afi-3.jpg El Gobierno ha anunciado su intención de modificar los criterios según los cuales se asigna el aporte fiscal indirecto (AFI) a las instituciones de educación superior con el propósito, se ha señalado, de hacer m´s equitativa su distribución.

En realidad, el AFI no es –ni podría ser, precisamente por su finalidad– un instrumento para financiar la equidad. Es un medio para incentivar la preocupación de las instituciones por la calidad de su oferta, premiando a aquellas con mayor selectividad en los procesos de admisión de alumnos.

La alternativa, por lo mismo, es ya bien eliminar el AFI o mantenerlo conforme a su finalidad.

Tal discusión obliga a ir al fondo del asunto y discernir si la política de educación superior necesita solo preocuparse de un objetivo (la equidad) o debe compatibilizar diversos objetivos: de equidad (con respecto a los estudiantes y entre instituciones), de calidad (y si el AFI es o no el mejor instrumento para ello), de pertinencia, de eficiencia interna, de I+D y de fomento de capacidades institucionales y de gestión.

Por el contrario, partir por el AFI es partir por la cola. No hace mucho sentido. Es partir por una medida que el Consejo Asesor Presidencial discutió y respecto de la cual no hubo acuerdo. Es partir “parchando” cuando lo que se requiere es establecer una política coherente de financiamiento de la educación superior.

Equivale a lesionar un objetivo importante (el de la calidad) en función de otro (la equidad) cuyo logro sin embargo no depende del AFI –o de los criterios para su asignación– sino de factores más estructurales y de instrumentos de política más poderosos (como las becas y los créditos).

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Diversas posturas

Dispares reacciones generó la reforma, que ahora considerará el ranking de notas de enseñanza media: Educación llama al consenso por los cambios al AFI en medio de polémica entre rectores

P. Orellana y G. Dalgalarrando
El Mercurio, 6 octubre 2008

Visiones divididas encontró entre rectores universitarios y expertos educacionales el profundo cambio que regirá en el sistema de Aporte Fiscal Indirecto (AFI). “El Mercurio” adelantó ayer que el AFI dejará de calcularse únicamente por los puntajes de la PSU e incorporará el ranking de notas de enseñanza media, el que pesará 50%.

La Ministra de Educación, Mónica Jiménez, dijo que los cambios al sistema “son una variable de corrección” respecto de cómo estaba funcionando este mecanismo y agregó que “lo primero que tiene que haber es consenso dentro de la comunidad de los rectores, porque esto efectivamente los afecta”.

Según Carlos Williamson, prorrector de la Universidad Católica, no es la forma de hacer las cosas. “El AFI fue creado para premiar a las universidades por la calidad de sus proyectos educativos”. El académico afirma que “hay que pensar en un sistema más eficaz, que considere todos los instrumentos de financiamiento de manera integral”.

En la vereda contraria y sumándose a la opinión de varias universidades del Consejo de Rectores consultadas, está Carlos Peña, rector de la U. Diego Portales. El académico destacó que “una de las críticas al AFI en el Consejo Asesor Presidencial era que tenía carácter regresivo, es decir termina premiando a quienes tienen mayores recursos”. Según Peña el nuevo mecanismo permitiría que estudiantes que poseen un rendimiento mediano en la PSU, mejoren su posición por la vía de demostrar una alta propensión al logro durante su desempeño en la enseñanza media.

Los rectores de universidades tradicionales que están a favor del cambio destacan que éste podría incentivar a las instituciones a contar con un alumnado más plural, sin perjudicar los recursos públicos indirectos.

El experto en educación del Centro de Estudios Públicos, Harald Beyer, no concuerda con este último tema. Para el investigador es una “mala idea”, pues el AFI ha ido perdiendo valor en el último tiempo y se ha desvirtuado. “Se está diluyendo este instrumento que busca premiar calidad, no equidad. Para lo último hay otras herramientas como becas y subsidios” aseguró.

Juan Eduardo García-Huidobro encabezó el Consejo Asesor Presidencial de Educación y hoy está en la Universidad Alberto Hurtado. Está a favor del cambio, porque si bien dice que el AFI, tal como hoy se conoce no es muy necesario -ya que entrega la mayor cantidad de recursos a las U. de Chile y la UC-, con el cambio beneficiará a los mejores estudiantes de colegios públicos, que pueden no dar una buena PSU.

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EN CONTRA

“Hay una engañosa orientación a la equidad, se está repartiendo pobreza, quitándoles recursos a unos para darles a otros. Esta redistribución puede derivar en que aumenten los aranceles”.

Carlos Williamson
Pontificia Universidad Católica

LOGROS

“El nuevo mecanismo del AFI fomenta la propensión al logro de los estudiantes, dada por el lugar que obtienen en su promoción. Esto corrige al sistema anterior, que sólo veía la PSU”

Carlos Peña
Universidad Diego Portales

CALIDAD

“El Aporte Fiscal Indirecto en su concepción original aspiraba a premiar a las mejores universidades en cuanto a calidad, no a equidad. Lo que se está haciendo es diluir este instrumento”.

Harald Beyer
Centro de Estudios Públicos

DEMOCRATIZACIÓN

La reforma al AFI es un cambio que va en una línea de democratización de la educación superior. Hay un montón de talentos capaces que por pobreza no tienen las condiciones óptimas de enseñanza

Juan Eduardo García Huidobro
Universidad Alberto Hurtado

CONFUSIÓN

“No entiendo por qué esto debiera fortalecer a los estudiantes de menos recursos. El AFI es el único instrumento que premia la calidad de las universidades, confundir el uso de los instrumentos no me parece bueno”.

Ernesto Silva
Universidad Del Desarrollo

© El Mercurio S.A.P

AFI e ingeniería social en universidades
El Mercurio, Editorial, 8 octubre 2008

En Chile existen diversas vías de financiamiento para la educación superior. Una de ellas, relativamente modesta, es el Aporte Fiscal Indirecto (AFI) que se otorga a las universidades que matriculan a los primeros 27 mil 500 puntajes en la PSU. Es éste un instrumento orientado a estimular la calidad de los planteles de educación superior, considerando que los estudiantes de mejor desempeño en dicha prueba priorizarán las mejores carreras y universidades.

Este aporte ha sido criticado por algunos, porque incentivaría a las universidades a privilegiar a estudiantes de alta PSU que, a la vez, son de altos ingresos, como consecuencia de la correlación positiva que existiría entre ambas variables. Ésta ciertamente existe, pero no es responsabilidad de la prueba, sino del sistema escolar. En todo caso, esa correlación tampoco es perfecta.

Para atenuar este hecho, se ha anunciado que, en adelante, el ranking de notas pesará lo mismo que la PSU, es decir, 50 por ciento. No se sabe aún cómo se realizará este ejercicio. Cabe suponer que, de acuerdo con el ranking de cada estudiante en su curso o establecimiento educativo, se le definirá un puntaje, que se irá reduciendo a medida que vaya cayendo en dicho ranking. En cualquier circunstancia, según ha anunciado el presidente del Consorcio de Universidades Estatales y rector de la U. de Santiago, Juan Zolezzi, los alumnos deberán obtener al menos 550 puntos y pertenecer al 30 por ciento mejor de cada curso.

Si éstos fueren requisitos que deban cumplirse simultáneamente, se podría dar que alumnos con muy elevados puntajes en la PSU no fuesen sujetos de AFI. Esta posibilidad tiene base empírica. No cabe duda de que, en el margen, esta transformación cambia el incentivo de las universidades, sobre todo si semejante medida fuera acompañada de mayores recursos para el AFI, que en términos reales se ha reducido desde 1990.

Es efectivo que el incentivo, así modificado, apunta en la dirección de lograr una selección de estudiantes socioeconómicamente más balanceada. Con todo, las buenas universidades y carreras deberían seguir aspirando a atraer a los estudiantes que tengan mayor potencial de rendimiento para los estándares académicos que ellas han definido. Como en Chile -a diferencia de lo que ocurre con la PSU- las notas no están estandarizadas, difícilmente son un buen indicador de dicho potencial.

Se podría argumentar que el hecho de que éstas se liguen a un ranking diluye la objeción. Pero no es así, porque ¿cómo se compara el ranking de un establecimiento exigente con uno que no lo es? ¿Acaso la elección del establecimiento que realizan las familias y los jóvenes no está influida por el nivel de exigencia?

Frente a estas interrogantes, se podrá argumentar que algunas universidades han realizado estudios que sugieren que el ranking de notas es un buen predictor del rendimiento en la educación superior. Sin embargo, ello no es más que una ilusión estadística, causada por el hecho de que el estudio se realiza en un grupo de estudiantes que ya ha sido seleccionado por la PSU.

Por otra parte, si las universidades, buscando los recursos del AFI, adaptan sus instrumentos de selección, el país podría sufrir un lamentable deterioro en la calidad de aquellas más selectivas. Estamos frente a una propuesta que parece defendible en el papel, pero que está lejos de ser positiva para la calidad futura del sistema universitario. La equidad en el acceso a las universidades y carreras más selectivas sólo se logrará mediante transformaciones profundas en nuestro sistema escolar. En cambio, insistir en la ingeniería social puede producir resultados de mero artificio en nuestra educación superior.

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A partir del 2009: Aporte fiscal indirecto a las universidades considerará las notas de enseñanza media
El Mercurio, Reportaje, 5 octubre 2008

El Ministerio de Educación resolvió incorporar la variable de las notas en la educación media, en ponderación similar al puntaje de la PSU, a la hora de definir cuáles serán los 27.500 alumnos portadores del subsidio Aporte Fiscal Indirecto (AFI) para las universidades en que se matriculen.

Con esta medida se pretende beneficiar a las universidades que captan a alumnos de menores ingresos, señaló el presidente del Consorcio de Universidades Estatales, Juan Zolezzi.

La idea de modificar el AFI generó una fuerte discusión en el Consejo Asesor Presidencial de Educación Superior, donde los rectores se dividieron en su apoyo a la medida. Finalmente, el ministerio buscó una fórmula intermedia.
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Educación llama al consenso por los cambios al AFI en medio de polémica entre rectores , El Mercurio, 6 octubre 2006
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Se reforma el AFI: ranking de notas del colegio pesará ahora lo mismo que puntaje de la PSU, El Mercurio, 5 octubre 2008

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Aporte Fiscal Indirecto otorga $19 mil millones a las universidades y su cambio comenzaría a regir en 2009: Se reforma el AFI: ranking de notas del colegio pesará ahora lo mismo que puntaje de la PSU

M. Gracia Dalgalarrando
El Mercurio, 5 octubre 2008

Ya estaba instalada en el ambiente la idea de que el Aporte Fiscal Indirecto (AFI) que reciben las universidades iba a cambiar. Pero aún no había certeza.

Ahora, la incertidumbre se esfumó. El Ministerio de Educación decidió transformar la forma de asignar estos recursos. Así, el sistema que durante 27 años entregó recursos a las universidades que captaban a los 27.500 alumnos con mejores puntajes en la PSU (y antes en la PAA) llega a su fin.

El rector de la Universidad de Santiago y presidente del Consorcio de Universidades Estatales, Juan Zolezzi, lo confirmó, explicando que la nueva fórmula tomará en cuenta no sólo a los mejores puntajes de la PSU, sino también el ranking de los alumnos en los colegios. El objetivo es incentivar a las instituciones para que recluten alumnos de menores ingresos y que no obtienen los mejores resultados en la PSU.

Este año, los montos del AFI alcanzaron $19 mil millones y se repartieron entre 84 instituciones.

La idea fue fuertemente debatida en el Consejo Asesor Presidencial de Educación Superior, en el que la mayoría votó a favor de cambiar el sistema y así entregarles los montos a las instituciones que reclutaran a los alumnos más pobres.

El rector de la U. de Chile, Víctor Pérez; el de la U. Católica, Pedro Pablo Rosso, y el de la U. Técnica Federico Santa María, José Rodríguez, votaron a favor de mantener los criterios de asignación actuales, pero complementados con otros criterios para corregir desigualdades. Finalmente, el ministerio optó por una solución intermedia.

-¿En qué consiste el nuevo AFI?

“El nuevo AFI consiste en que se valorarán en 50% los puntajes de la PSU y en 50% el ranking de los alumnos, es decir, la posición de ellos en su curso. Además, el alumno tiene que obtener un mínimo de 550 puntos y debe pertenecer al 30% mejor de cada curso. Siguen siendo los mismos 27.500 estudiantes, y nosotros pedimos que se aumente el (monto del) AFI, dado que los 27.500 fueron establecidos cuando eran 40 mil los postulantes (a las universidades), y hoy hay 240 mil postulantes. El AFI debió haber crecido en la misma proporción”.

-¿Qué se logra con el cambio?

“Que un alumno que está en un colegio municipalizado y que obtiene 600 puntos, pero que es el número uno del curso, va a quedar en una mejor posición que un alumno que tiene 700 puntos pero es el más malo de su curso. El primer alumno va a entrar (al AFI), el otro no”.

-¿Cuáles son las universidades que se van a beneficiar con el cambio?

“Las universidades que ganan son las que reciben más alumnos de colegios municipalizados y particulares subvencionados”.

-¿Cómo beneficia esto al sistema?

“Obviamente, es más justo. La plata va a llegar a instituciones donde efectivamente hay alumnos mucho más motivados por estudiar. El alumno que está en el primer lugar del curso quiere seguir siendo el primero”.

¿Qué es el AFI?

El Aporte Fiscal Indirecto es el monto que reciben las instituciones que matriculan a los 27.500 mejores puntajes de la PSU. En 2008 se repartieron $19 mil millones.

Universidad de Santiago (Usach)

El rector de la Universidad de Santiago, Juan Zolezzi, no se puede sacar la sonrisa de la cara. Todavía sigue fascinado con que la Comisión Nacional de Acreditación los haya certificado por seis años en todas las áreas. Con esto, la universidad dio un enorme salto, pasando de una tibia certificación por tres años en 2005 a entrar al ranking de las mejor evaluadas, quedando sólo detrás de la U. de Chile, la U. Católica y la U. de Concepción.

“Dimos vuelta la universidad en dos años”, asegura Zolezzi, quien asumió la rectoría en 2006. La solución consistió en bajar los niveles de endeudamiento de $22 mil a $4 mil millones, invertir en investigaciones y contratar a 51 académicos con grado de doctor.

También implicó reformular la degradada Facultad de Educación y el consiguiente despido de 12 académicos. Por eso, el rector tiene una postura definida frente al plan Inicia que lanzó el Mineduc para la formación inicial de los profesores. Aunque valora la iniciativa, plantea varias quejas. “Le estamos entregando financiamiento a la oferta privada y yo no soy partidario de eso”, alegó Zolezzi y agregó que “no me gusta el concepto ni siquiera de orientaciones mínimas ni currículum mínimo porque eso tiende a nivelar hacia abajo”.

© El Mercurio S.A.P

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