Columna de opinión aparecida en el Diario La Tercera el 12 marzo 2008.
Nuevas tecnologías en la escuela
José Joaquín Brunner
El reciente estudio internacional sobre uso de tecnologías de información en la educación, dado a conocer la semana pasada por La Tercera, ofrece un estado de situación en 22 sistemas educacionales pertenecientes a 20 países. Entre ellos algunos de los más avanzados en esta materia, como Singapur y los países nórdicos, y otros de desarrollo mediano, como Chile, Rusia y Sudáfrica. No registra el estudio, en consecuencia, a más de cien naciones que recién comienzan a equipar sus escuelas con computadoras conectados a Internet.
Frente a enormes expectativas respecto al positivo impacto que podrían tener las tecnologías digitales en el rendimiento de los alumnos y la adquisición de destrezas necesarias para desempeñarse en el siglo XXI, este estudio presenta un panorama más matizado y progresos, en general, limitados. Si bien todos los países participantes han invertido fuertemente en tecnologías digitales para sus sistemas escolares, la mayoría no parece haber realizado un esfuerzo equivalente de preparación de sus profesores, ni ha ajustado su carga docente y provisto el apoyo técnico y pedagógico imprescindible para aprovechar estas tecnologías. Asimismo, uno de cada tres de los 35 mil profesores encuestados manifiesta preocupación por la brecha que se crea entre alumnos tempranamente familiarizados, en el hogar, con las nuevas tecnologías y otros que recién empiezan a usarlas en la escuela.
¿Dónde se ubica Chile en este balance internacional? A medio camino entre los 20 países participantes; mejor en algunas variables, peor en otras. Por ejemplo, Chile aparece con una de las cifras más altas de alumnos por computador conectado; en efecto, en la mitad de sus colegios hay 40 o más alumnos por equipo, en contraste con los países líderes –Singapur y Finlandia– donde alrededor de un 90% y un 66% de los colegios, respectivamente, tiene menos de 10 alumnos por computador conectado. En cambio, el uso de diversos instrumentos tecnológicos en el aula declarado por los profesores chilenos no difiere mayormente de aquel señalado por el promedio de los docentes encuestados. Igual que en los demás países, también en Chile los profesores con mayor nivel educacional son quienes más intensamente emplean las nuevas tecnologías.
¿Cómo afecta su uso a los alumnos? En general positivamente, según los profesores chilenos de ciencias. Muy positivamente en cuanto a motivación para el estudio, manejo de información y de destrezas informáticas. Al contrario, solo uno de cada dos estima que contribuyen a reducir las brechas de aprendizaje entre alumnos. ¿Mejoran las prácticas pedagógicas? Alrededor de un 80% de los docentes chilenos responde afirmativamente en cuanto a variedad de recursos y actividades de aprendizajes, aprendizaje colaborativo y auto-confianza de los estudiantes. Asimismo, un alto porcentaje opina que se incrementa la comunicación de los alumnos con el mundo, la calidad de las discusiones en el aula y la calidad de la instrucción.
En suma, para seguir avanzando, Chile necesita abordar dos problemas críticos: mejorar la infraestructura tecnológica de sus escuelas subvencionadas y formar y capacitar adecuadamente a sus profesores. Dicho en otras palabras, no cabe esperar que las nuevas tecnologías, por si mismas, solucionen el déficit de calidad que existe en el sistema. Al revés: solo con profesores mejor formados y capacitados será posible aprovechar en plenitud las potencialidades de aquellas.
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