Entrevista a Francisco Michavilla sobre la integración de España al Espacio Europeo de Educación Superior
Noviembre 16, 2007

catedraFMich.jpg Entrevista, en texto y audio, realizada al profesor Francisco Michavila, Director de la Cátedra UNESCO en Gestión y Política Universitaria de la Universidad Politécnica de Madrid. Reproducida del Boletín de GUNI, Global University Network for Innovation.
GUNI está compuesta por Cátedras UNESCO de todo el mundo e instituciones innovadoras comprometidas con la responsabilidad social de la enseñanza superior y de su innovación. Fue creada por la UNESCO, la Universidad de Naciones Unidas (UNU) y la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), donde se encuentra su secretariado. El trabajo de la GUNI se centra en la aplicación de los acuerdos de la Conferencia Mundial sobre Enseñanza Superior (CMES, París 1998).
La entrevista que aquí se reproduce (ver texto completo más abajo) habla de los retos principales en el Sistema de Educación Superior español dentro del Espacio Europeo de Educación Superior y del papel que la universidad debe tener en la sociedad desde el prisma de la responsabilidad social.
Este artículo está basado en una conversación mantenida por Francisco Michavilla con el Secretariado de la GUNI durante la III Conferencia Internacional de Barcelona sobre Educación Superior, del 27 al 29 de noviembre de 2006. No se trata de una trascripción literal de la entrevista. La entrevista completa puede verse en el vídeo que complementa este artículo.
miércoles, 14 noviembre 2007


1. ¿Qué impacto tendrá en España la plena incorporación al Espacio de Europeo de Educación Superior (EEES)?
Si lo hacemos bien, la incorporación de España en el EEES puede tener muchísimo impacto. Éste es un país que siempre ha mirado a Europa como solución de sus problemas y ese mirar a Europa también incluye a la universidad. Hay que recordar que desde el comienzo del siglo XX nuestros mejores talentos circularon por las mejores universidades europeas. Participar ahora en un proyecto común en el cual nuestros jóvenes se eduquen con los jóvenes franceses, alemanes, británicos, italianos, etc., es una gran oportunidad.
Hay que entender el EEES como algo más amplio que sólo hacer igual de largos nuestros estudios. Debemos situar la universidad en el centro del escenario social, hacer que la universidad sea un motor de crecimiento económico y de progreso social, de cohesión social y de calidad de vida.
2. ¿Cuáles son los cambios más difíciles de asumir por España en relación a los objetivos y premisas del nuevo EEES?
Aunque son muchos, hay uno especialmente evidente e importante: la falta de financiación. Es necesario revisar la financiación universitaria. En la Unión Europea hay un déficit de financiación de más de un punto respecto a países como por ejemplo Estados Unidos, Corea, o Canadá. La Comisión Europea el año pasado propuso revisar los valores medios europeos, y aumentarlos en medio punto, para llegar a un valor del 2% del PIB. En el caso español estamos en el 1%, y por lo tanto es necesario un incremento de los recursos. Por otro lado, queda la cuestión de la procedencia de fondos, una parte será de procedencia pública y la otra privada. Yo espero entrar en el debate sobre esta cuestión en próximos meses, y desde luego en los próximos años.
El segundo aspecto a destacar es la necesidad de “podar” legislación innecesaria. Es importante pasar de una legislación de la desconfianza como la que tenemos ahora a una legislación de la confianza. Se trata de sustituir normas que desconfían del buen hacer del profesional de la universidad y del ciudadano por normas que estén basadas en el rendimiento, en los resultados, y en el buen uso de los recursos públicos. Me parece que el análisis de los inputs es un planteamiento ya pasado. Es importante que en función de este buen uso se puedan recibir otros recursos. Por lo tanto, es necesario quitar normas inútiles, legislación excesiva, rigidez en el sistema y llegar a una mayor flexibilidad.
Como tercer aspecto a destacar, resaltaría que la educación superior debe implicarse en formar a ciudadanos. Hasta ahora la educación superior se ha concebido como una formación de profesionales: arquitectos, médicos, historiadores, e ingenieros por citar algunos ejemplos. Esto está bien, porque hay que mejorar la formación de profesionales y pulir las aún existentes deficiencias, pero además es importante formar a ciudadanos.
Fíjese si hay poco entendimientito en este tema que basta con que se intente poner una asignatura de formación de la ciudadanía en secundaria para que determinados sectores sociales reaccionen frente a esto con ignorancia y desprecio. A mí me recuerda un poco la idea machadiana de “desprecian cuanto ignoran”. Hasta ahora la educación de ciudadanos era un ejercicio sólo de la familia o de la educación secundaria, ahora la universidad está implicada. Esto no es simplemente un ejercicio estético, sino que avanzamos hacia una sociedad donde los peligros de marginación y problemas emergentes de cohesión social deben ser abordados, y la universidad tiene un papel en esto.
La universidad tiene que servir de apoyo a un proyecto común de convivencia intercultural. En este proyecto es necesaria la incorporación de ciudadanos de otros sitios con menos recursos, pero no para que vengan a hacer las labores que no nos gustan a nosotros, a hacer las zanjas en la calle cuando en invierno hace frío, o cuidar a los mayores, sino para integrarlos en nuestra sociedad, y así hacer una sociedad de mayor calidad ciudadana.
Además, se podrían nombrar otros cambios importantes: abrir la universidad a la sociedad, la mejora de la transferencia de resultados de la investigación desarrollada en la universidad, y la reforma del sistema de acceso a la universidad.
3. ¿En qué grado las universidades europeas incorporan o ejercen la responsabilidad social, entendida como su contribución con el desarrollo humano positivo y sostenible?
Me parece que éste es uno de los grandes temas. Creo que las universidades europeas apenas responden en este sentido, solamente algunas universidades especialmente bien dotadas con recursos económicos han conseguido hacerlo. En el norte de Europa, algunas universidades se han entendido desde un papel dinamizador social. Podemos pensar por ejemplo en territorios y países con problemas de empleo y marginación donde se ha creado un campus universitario con un impacto en la situación local o regional. Destacaré que en el sur de Europa también ha funcionado, por lo que no se puede decir que es un aspecto únicamente relacionado con culturas del norte de Europa.
Así, en España, por ejemplo, se han dado situaciones similares: en Barcelona el papel que tuvo la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona en la zona donde se creó; o el papel dinamizador social que tuvo la Universitat Jaume I de Castellón, en la cual tuve el altísimo honor de ser un rector fundador; y así mismo, el papel dinamizador de la Universidad Carlos III en Madrid, ubicada en una zona del sur de Madrid con uno de los niveles de desarrollo más bajo de esta comunidad. Podría citar muchos otros ejemplos.
La ayuda a lo social por parte de la universidad debe implicar que la universidad contribuya a su territorio fundamentalmente en dos cosas. Primero, en la generación de riqueza mediante programas de formación adaptados al territorio, formación de líderes sociales, transferencia de resultados de la universidad a la sociedad y al sector productivo. Segundo, que la universidad sea la voz de la sociedad ante los problemas sociales, que sea una voz que reclame los valores europeos de la democracia, el humanismo, la racionalidad, la laicidad, y el estatus del ciudadano.
La voz de la universidad debe ser sensible a los problemas de los ciudadanos. En este último sentido tenemos un fuerte déficit. Por ejemplo, yo no recuerdo instituciones universitarias en España que hayan levantado su voz ante problemas como el que pasó en Galicia con el chapapote. Sí que hubo muchos jóvenes y profesores que fueron allí a ayudar, pero las instituciones universitarias sirviendo a un fin social como institución no lo hicieron.
4. ¿Qué respuestas ofrecería en su opinión el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) ante la posibilidad de un cambio paradigmático económico y social, donde se priven más las condiciones sociales que las de mercado?
Éste es un tema que a mi modo de ver hay que plantear en clave política más que universitaria. La pregunta entonces es: “¿Qué esperamos de la Unión Europea?” Según lo que esperemos así vendrán las políticas de los gobiernos en cuanto a la cesión de soberanía en determinadas áreas. En el ámbito de la educación la cesión de soberanía es muy limitada, existe una cierta desconfianza. Existen incluso eurobarómetros que indican desconfianza por parte de los ciudadanos de las políticas globales europeas frente a las políticas nacionales.
En la Declaración de La Sorbona, hace ya ocho años, se decía que hablar de Europa no sólo significa hablar de la economía, de la banca, sino que había que hablar también de la Europa de los conocimientos y de las universidades. Si hacemos una Europa de lo social, más allá de la Europa económica, entonces esa sensibilidad de la universidad interesada por lo social tendrá un gran valor. Europa necesita un impulso, Europa es un proyecto irregular, va avanzando dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás. Yo tengo la sensación que en estos últimos tiempos hemos dado el paso hacia atrás, pero como soy europeísta radical estoy convencido que ahora vienen los dos pasos hacia delante.
Este proyecto diverso Europeo es nuestra seña de identidad, somos una sociedad diversa, frente al monolitismo americano de una única lengua y cultura. Es evidente que esta diversidad requiere de un esfuerzo mayor, pero esto también es mucha más riqueza. Mi idea es mucho más cercana a la de la potencia tranquila que es Europa, como diría Todorov, que a cualquier tipo de monolitismo.
Francisco Michavila es profesor de matemáticas aplicadas en el Departamento de Matemáticas Aplicadas y Sistemas Computacionales de la Universidad Politécnica de Madrid desde 1980 y es director de la Cátedra UNESCO de Gestión y Política Universitaria desde 1999. Asimismo, actualmente es rector honorario de la Universidad Jaume I de Castellón, miembro numerario de la Real Academia de Doctores, miembro de la Academia Española de las Artes y las Ciencias y patrocinador de la Fundación Giner de los Ríos (la Institución Libre de Enseñanza). Ha sido secretario general del Consejo de Universidades, fue el primer rector de la Universitat Jaume I de Castellón y es miembro del Consejo Valenciano de Cultura. Es autor de libros sobre política universitaria y matemáticas aplicadas. Además, ha publicado más de doscientos artículos sobre la situación actual de las universidades y más de sesenta artículos científicos en publicaciones internacionales. Ha tomado parte de forma activa en cuestiones de política universitaria, entre las que se incluyen la evaluación de la garantía de la calidad y la acreditación en las universidades, los modelos de financiación universitaria, la organización universitaria y la formación del profesorado.

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