Reportaje del diario El Pais, España, del día 26 agosto 2007, sobre los recientes desarrollos de la inserción laboral de los graduados universitarios en dicho país: ¿Para qué sirven los sobresalientes? Los alumnos más brillantes también se enfrentan a una realidad de ‘mileuristas’
Encabezamiento
Esforzarse en los estudios y cursar una carrera universitaria ha dejado de ser un ascensor social, ni siquiera es la garantía de un buen futuro laboral. Ésta es la percepción de algunos de los alumnos con mejor expediente académico de España, entrevistados por este periódico durante dos reuniones celebradas en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander. Los que llegan a la universidad eligen carrera muy condicionados por las salidas laborales, mientras los que ya se han licenciado no se arrepienten del camino andado, pero saben que han de pelear su futuro pese a las calificaciones alcanzadas. Muchos son conscientes de que engrosarán las filas de los mileuristas.
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¿Para qué sirven los sobresalientes? Los alumnos más brillantes también se enfrentan a una realidad de ‘mileuristas’
Esforzarse en los estudios y cursar una carrera universitaria ha dejado de ser un ascensor social, ni siquiera es la garantía de un buen futuro laboral. Ésta es la percepción de algunos de los alumnos con mejor expediente académico de España, entrevistados por este periódico durante dos reuniones celebradas en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander. Los que llegan a la universidad eligen carrera muy condicionados por las salidas laborales, mientras los que ya se han licenciado no se arrepienten del camino andado, pero saben que han de pelear su futuro pese a las calificaciones alcanzadas. Muchos son conscientes de que engrosarán las filas de los mileuristas.
Hasta hace una generación, quizá dos, la secuencia lógica de quienes querían asegurarse un buen futuro era estudiar una carrera universitaria. Así lo entendían los alumnos y sus padres. Los campus se llenaron a rebosar con la democratización de la Universidad española. Hoy, una carrera universitaria está al alcance de casi todo el mundo, pero no es tan rentable como antaño en el plano estrictamente laboral.
El fenómeno de los mileuristas afecta a la generación mejor preparada de la historia de España. Los datos muestran que los titulados superiores españoles están a la cola de los sueldos en la Unión Europea, sólo por delante de los checos. Recientes estudios dicen que la diferencia de salarios cada vez es menor -aunque aún haya bastante- entre los titulados universitarios y los que sólo completan la enseñanza obligatoria.
Esto último lo interpreta de dos maneras el secretario de Estado de Universidades, Miguel Ángel Quintanilla. Una positiva: que la sociedad española cada vez es más igualitaria; y la negativa: que existen desajustes entre la formación universitaria y las demandas del mercado laboral.
Aunque es indudable la ventaja que supone estudiar una carrera -no sólo por los conocimientos concretos, sino por las capacidades de trabajo o de resolución de problemas que se les suponen a los titulados-, ni siquiera los alumnos con mejores calificaciones, reunidos esta semana en dos cursos de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander (becados por el Ministerio de Educación) pueden abstraerse de ese contexto a la hora de tomar sus decisiones. La charla que el alto cargo de Educación dio a los licenciados se titulaba: ¿Para qué sirven los estudios universitarios?
Un buen expediente académico permite elegir cualquier carrera que se desee. Pero los que acaban de obtener las mejores notas de Bachillerato encaran la decisión de elegir carrera con el problema del futuro laboral en la cabeza. Y aunque ellos mismos quieran tomar su decisión con otros criterios, sus amigos o su familia se encargan de recordarles cuál es el criterio que deben tener más en cuenta.
En cuanto a los licenciados que acaban de terminar la carrera con un expediente más brillante, no se arrepienten de haber estudiado la carrera, pero son conscientes de que la titulación no les garantiza nada; que van a tener que pelear su futuro, ya sea el de hacer carrera en la propia Universidad o en la empresa privada. Pero también reflejan en sus opiniones los cambios que está sufriendo la percepción de los estudios superiores. Y no sólo en la estructura de los títulos con grados y másteres para adaptarse a Europa, lo cual ven con cierto escepticismo, sino en su manera de entender que una titulación no define irremisiblemente una futura carrera profesional.
Jesús Carrete (23 años): “Por vocación hice Físicas. Para trabajar haré Económicas”
“Esto es economía pura. Si hay pocos fontaneros, cobrarán más. Y si hay muchos licenciados…”. Jesús Carrete tiene claro el fenómeno del mileurista. Con una nota de 3,93 sobre un máximo posible de 4 en su carrera, acaba de terminar Ciencias Físicas en la Universidad de Santiago. “La he estudiado por vocación, porque me apetecía”, explica. Y porque le apetece va a pasar los próximos años investigando para elaborar su tesis doctoral sobre Física Estadística. Pero ahora quiere asegurar su futuro laboral. Va a estudiar otra carrera más, la de Económicas, por la Universidad de Nacional de Educación a Distancia (UNED), “para poder acceder al mundo de la empresa”.
Sandra Malo (18): “Ya no se trata de ganar mucho dinero, sino de tener empleo”
“Conozco a mucha gente que trabaja en cosas para las que no les habría hecho falta estudiar una carrera universitaria. Ya no se trata de ganar mucho dinero, sino de tener empleo”. Con una nota de 9,77 en el Bachillerato y de 8,28 en Selectividad, Sandra Malo (18 años, Quart de Poblet, Valencia) ha hecho una elección “práctica” de carrera: ha elegido la doble titulación de Administración y Dirección de Empresas con Derecho, para encontrar después ese trabajo. Le gustan otras cosas: “Me planteé estudiar Periodismo, Historia o Filología”, dice. Para eso que le gusta “ya procuraré reservar un cachito de mi vida en el futuro”.
David Garcés (18) “Mis amigos se ríen de mí por elegir Matemáticas”
Con un 9,83 de media en el instituto -ha estudiado en el colegio alemán-, David Garcés, valenciano de 18 años, ha elegido Matemáticas, una carrera para la que las universidades piden sólo un aprobado como calificación de entrada. Y con unas salidas laborales limitadas, según el tópico. “Mis amigos se ríen de mí, pero si te buscas un poco la vida, seguro que encuentras cosas. He estado mirando en la web de la Real Sociedad Española de Matemáticas y se ven cosas”. David menciona lo de las salidas laborales sólo con preguntarle el motivo de haber elegido esta carrera. Después sí lo explica: “Matemáticas es menos de estudiar y más de razonar”.
Marta Enciso (23): “La Universidad te forma la cabeza. Eso es lo importante”
La Universidad “te forma la cabeza, te hace crecer intelectualmente y como persona”, defiende con decisión Marta Enciso (de 23 años y de Guadalajara). “Para encontrar una profesión que te satisfaga, no te hace falta estudiar una carrera”. Tras acabar Químicas con 3,65 sobre 4, defiende que a la Universidad hay que ir buscando ese crecimiento. Porque luego el camino laboral no es mucho más fácil. Ella quiere dedicarse a la investigación y es consciente de que le quedan aún muchos años de pelea, “de beca en beca, la predoctoral, la posdoctoral, viajar al extranjero, intentar volver… Hasta los 30 años casi nadie consigue una plaza de profesor titular”.
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