Conferencia dictada en la Universidad Piloto, Bogotá, en octubre 1999.
Palabras claves: universidad, sistema, América Latina, rezagos, nuevas tecnologías, analistas simbólicos
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El año 1996 se aplicó entre las universidades europeas una encuesta para conocer el perfil esperado de esta institución alrededor del 2010. Una de las preguntas fue la siguiente: ¿cual espera usted que sean las principales fuerzas que generarán cambios en la universidad? Las tres más mencionadas fueron: primero, las crecientes posibilidades tecnológicas; segundo, presupuestos más ajustados y, tercero, nuevos descubrimientos científicos. Otros factores—como la competencia entre instituciones, la evaluación, la movilidad social, la presión demográfica y el contexto político— recibieron menos menciones.
No contamos con una encuesta similar para América Latina. Pero de los múltiples estudios publicados en el último tiempo sobre los desafíos de la enseñanza superior latinoamericana, y de las intervenciones de las autoridades universitarias de la región, parecería desprenderse un cuadro de respuestas convergentes. En efecto, también aquí—sólo que con mayor urgencia y dramatismo, según veremos más adelante—estamos sometidos a similares presiones de cambio. Debemos hacer frente, con recursos restringidos, a la doble revolución de la ciencia y la tecnología, al mismo tiempo que aprovechamos las oportunidades que ella crea para acelerar la expansión de la enseñanza superior y asegurar una mayor movilidad social. Todo esto mientras nuestras instituciones se ponen al día—en un contexto de competencia cada vez más abierta e intensa—en materias de gobernabilidad, gestión, información y evaluación de su calidad.
Dicho en breve: si las dos últimas décadas muestran el agotamiento del modelo de organización de la enseñanza superior heredado del siglo XIX, la próxima, en cambio, nos pone ante la necesidad de definir un nuevo patrón de desarrollo universitario.
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