Publicado en Revista Mensaje, agosto 2002
Las nuevas tecnologías de información y comunicación son uno de los más poderosos instrumentos para que los sistemas de educación puedan hacer el tránsito hacia el nuevo modelo educacional y responder a los ambiciosos objetivos del siglo XXI. En este artículo el autor responde a tres preguntas: ¿Qué posibilidades contienen estas nuevas tecnologías para la educación? ¿Cuáles condiciones deben satisfacerse para su más pleno aprovechamiento? Y, finalmente, ¿dónde está Chile en el camino hacia el aprovechamiento de esas posibilidades?
Palabras claves: sociedad información, brecha digital, sala de clase, escuela
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En un reciente informe de la Asociación de Industrias de Tecnologías de Información de los EE.UU. se señala lo siguiente: El cambio de paradigma respecto de nuestros objetivos y modelos educacionales está recién comenzando, al confluir las soluciones del siglo XXI con la infraestructura del siglo XX y las tradiciones educacionales del siglo XIX.
Me parece un acertado diagnóstico de la situación en que nos encontramos.
En efecto, los objetivos educacionales que acompañan a la emergente sociedad de la información y a economías que hacen un uso cada vez más intenso del conocimiento, son completamente diferentes de aquellos que primaban hace 20 años.
Aparece en el horizonte un nuevo paradigma o modelo educacional, cuyos tres ejes principales son bien conocidos:
Primero, la educación está dejando de ser una etapa de preparación para el desempeño de roles adultos y se convierte en un proceso continuo a lo largo de la vida. Las razones para este decisivo cambio son de suyo evidentes: en países dinámicos, se estima que el 50 % de todas las destrezas de los trabajadores se vuelven obsoletas en un plazo de 3 a 5 años; un joven egresado de la universidad en
Gran Bretaña o los Estados Unidos trabajará durante su vida laboral, por lo menos, para doce empresas y su base de conocimientos cambiará, como mínimo, tres veces5 ; a su turno, los conocimientos provenientes de las disciplinas se duplican en la actualidad cada cinco años.
Segundo, en sociedades cada vez más secularizadas, complejas, diferenciadas, pluralistas y saturadas de información, y donde las personas están expuestas a múltiples opciones en todas las esferas de su vida, la escuela está llamada a proporcionar las bases de una cultura común. El día que esto no ocurra, las sociedades se verán enfrentadas a una todavía mayor fragmentación, incomunicación y pérdida de identidad y sentidos comunitarios.
Tercero, frente a demandas educacionales post-secundarias cada vez más diversificadas e individualizadas, los sistemas de provisión educacional tendrán también que diversificarse y proporcionar acceso universal a oportunidades de formación personalizada, que puedan aprovecharse en cualquier momento y desde cualquier lugar.
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