S on 22 mil estudiantes y 32 hectáreas en el corazón de la Alameda los que conforman el “reino” que gobierna Juan Manuel Zolezzi desde hace siete años. Y aunque sus amplios confines van dibujándose a medida que uno camina por el campus que se inicia en el emblemático Planetario -al frente de la Estación Central-, las formas directas del rector de la Usach, su risa espontánea y un estilo poco encasillable hablan más que de poder, de la Valdivia de su infancia donde aún vive su hermano sacerdote y párroco de la catedral; otro de los seis hermanos Zolezzi Cid es monje trapense.

Una familia devota cuyo sello él también lleva junto a su argolla matrimonial; el denario católico para el rosario. ¿Es rezador?, le preguntamos. “Sí, rezo todos los días”, responde sin rodeos. Tampoco los tiene para convivir con murales de la Brigada Ramona Parra en el enorme campus -“es mejor acordonar algunas paredes, que tener todo rayado”, comenta mientras camina-, ni los tuvo para sentarse varias veces con el movimiento estudiantil cuando irrumpió en las marchas del 2011. Lo ha seguido haciendo. Hace poco se reunió con “las dos damas de la Feuc y la Fech” para conocer sus posiciones y transmitirles las del Cruch, el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas que Zolezzi encabeza como vicepresidente ejecutivo.

“Me preocupa que no se sumen si hay proyectos buenos”, explica, como firme partidario de la reforma educacional de Michelle Bachelet y convencido de las bondades de la gratuidad universal prometida por la Presidenta electa. “Es necesario hacerla, aunque cometamos errores”, afirma en esta entrevista, un día antes de conocerse los resultados de la PSU, proceso envuelto este año en una fuerte controversia que los liceos emblemáticos incluso llevaron a los tribunales por el ranking de notas.

-¿Sigue creyendo que fue acertado subir su ponderación en la admisión?

-Desde el 92, en la Usach bonificamos a los estudiantes de colegios subvencionados y municipales. Hoy tenemos toda su historia académica y nuestros resultados son espectaculares; su rendimiento supera incluso a alumnos con 150 puntos más en la PSU. El Cruch se fue convenciendo de que esta solución era adecuada, no perfecta ni la única para iniciar un proceso que produjera mayor inclusión. Con temor, partimos el año pasado con el 10% y no hay ningún rector que hoy esté en contra.

-Los liceos municipales de alto rendimiento sí fueron a tribunales y se quejan de que los perjudica.

-Es un supuesto. El objetivo final del consejo de rectores es atraer a los mejores alumnos para que obtengan los mejores resultados en la educación universitaria. El mejor alumno no es el que obtiene el puntaje más alto de la PSU. ¿Qué dice más, su trayectoria escolar de 4 años o una prueba que mide un instante? En la admisión habrá un cambio: mayor inclusión de alumnos de colegios municipales y particulares subvencionados entrando a las mejores universidades del sistema.

-¿Y podrán permanecer con las herramientas que traen?

-Su permanencia dependerá del apoyo que seamos capaces de darles. Deberían mejorar nuestros niveles de retención y la titulación oportuna; también la cultura interna de las universidades, porque llegarán estudiantes con mejores hábitos y más disposición al estudio.

-¿Qué expectativas tiene de la profunda reforma educacional comprometida por Bachelet?

-La mejor inversión que puede hacer un país es entregar la mejor educación a sus niños y jóvenes, con profesores de calidad, bien formados y pagados. Es necesario dar incentivos adecuados y respetuosos para el retiro de los que no están en condiciones de seguir, así como durante un largo período ingresaron a estudiar pedagogía estudiantes que no tenían los méritos para hacerlo.

-¿Está de acuerdo con los incentivos que dio este Gobierno para mejorar el nivel de los profesores?

-El único incentivo adecuado fue subir el puntaje, medida que ya habíamos implementado las universidades del Cruch y algunas otras. Y es bueno, pero hay que asegurarles remuneraciones adecuadas. No soy estatista, pero pondría mucho mayor presencia del Estado en ciertos temas para tener un estándar adecuado a nivel de colegios. En Inglaterra, por ejemplo, el Estado toma los exámenes para toda la enseñanza media.

-¿La fiscalización que ejerce el Estado a través del Ministerio de Educación y varias entidades no le parece suficiente?

-¿Y qué pasa si el profesor, en vez de hacer la prueba al alumno, le pide el cuaderno y le pone una nota? Las pruebas estandarizadas no sirven para nada. Alguien debe estar de verdad encima, no quedarse solo con lo que dice el libro de clases. La enseñanza media y la básica necesitan de reformas estructurales si el país quiere dar un salto; si no, vamos a seguir donde mismo por mucha plata que se invierta.

-¿Se refiere al compromiso de educación gratis para todos de la Presidenta electa?

-Sí, y con mayor razón, si pongo la plata, pongo la música. La educación debe ser un derecho y el Estado debe suministrarlo. Estoy dispuesto a pagarle la educación al hijo del más rico con mis impuestos, porque yo no voy a pagar más de $ 800.000 y estoy seguro de que su papá pagará mucho más. Si se hace una buena reforma tributaria, revisando completo el actual sistema, es posible generar los recursos para incidir en la educación.

-Usted no era partidario de la gratuidad universal. ¿Cuándo cambió de opinión?

-Uno va aprendiendo cosas. Aprendí mucho de la educación técnico-profesional acompañando a la Congregación Salesiana en su trabajo sobre las escuelas industriales, vi cómo podían financiarse con el aporte del Estado y sin pedir copago. Estoy convencido de que es posible hacerlo en Chile. Hice cálculos y conversé con gente nuestra en el área de finanzas, también con los estudiantes, comparto sus demandas, he estado permanentemente cerca de ellos porque necesitan apoyo.

-¿Ellos lo convencieron?

-Siempre he sido inquieto en este sentido. El 92 planteé el tema de la bonificación, de la inclusión de los alumnos más vulnerables. Con los estudiantes he sido siempre muy serio, digo lo que tengo que decir y he sido coherente, creo que lo valoran. Entregaron un tremendo informe financiero al Gobierno, lo estudié y me di cuenta de cómo funciona bien en otros países. Desde el 2011 estoy convencido de que se puede entregar educación gratis.

-¿Por eso su apoyo a las propuestas de Michelle Bachelet? Usted dijo en televisión que votaría por ella.

-Ahí me encajonaron (ríe). Yo soy partidario del proyecto de Bachelet, pero pensaba que no era correcto decirlo públicamente, porque tengo un gran respeto por la ex candidata Matthei, con quien trabajamos muy juntos en la ley de incentivo al retiro y nos apoyó mucho.

-¿Cuánta gradualidad admite el tema? Usted dijo que le gustaría apurar el tranco, que seis años es demasiado para la gratuidad total.

-Me habría gustado que (Bachelet) lo hubiera resuelto con las universidades estatales en dos años, con las privadas del Cruch en otros dos años y con el resto en más tiempo. Nosotros no tenemos lucro.

-Expertos sostienen que algunas estatales también lucran a través de sociedades de inversión.

-Yo puse mis manos al fuego por que en el Cruch no hay lucro, me lo han sacado en cara, pero nadie me ha demostrado lo contrario. Lo que pasa es que para poder competir con otras instituciones, y lo sabe el Contralor General de la República, necesitamos agilidad y hemos creado algunas sociedades; son 99% Usach y 1% Planetario, y el Planetario es 90% Usach y 10% otras sociedades, en nuestro caso. No hay ninguna persona natural que esté a cargo de alguna de las instituciones.

-¿Hay suficiente caudal de estudios y debates previos para una reforma tan radical y ambiciosa como la comprometida?

-No todavía, pero es necesario hacerla aunque cometamos errores. Ideal sería tener un costeo efectivo para saber cuánto cuesta hoy una carrera, un marco de cualificaciones de qué vamos a entender por cada carrera, qué contenidos, qué competencias deben tener al inicio, la duración.

-¿Y hay margen de tiempo para despejar esas dudas antes de iniciar un proceso que no permitirá vuelta atrás?

-No mucho, porque los estudiantes lo van a cobrar de inmediato. Hay que darse un par de semanas, un mes máximo para conversar con los diversos actores y generar acuerdos. No debiera haber oposición ni en la derecha ni en la izquierda.

-¿La presión de los estudiantes justifica asumir errores como los que ha pagado Argentina, por ejemplo, con la extensión en tiempos de titulación, cambios de carrera y la baja calidad de sus universidades en los rankings mundiales?

-Eso es cierto, pero aquí se ha señalado que además de fijar un nivel de aranceles, que hoy también es facultad total del Estado, se establecerá un convenio de desempeño que supongo pondrá una serie de requisitos a las universidades y fijará controles con una Superintendencia efectiva.

-Su universidad, la Usach, ¿cómo sería afectada, para bien y para mal, por esta reforma?

-Espero que ahora le toque a la U. de Santiago. Para los jóvenes de Chile y para los que cristianamente pensamos que lo mejor para el país es aumentar el bien común, esto será una ganancia enorme. Invertir recursos en la educación de los jóvenes es la única solución para el futuro del país.

-¿No es más rentable al futuro priorizar la inversión en educación prebásica y básica?

-La rentabilidad social es más alta cuando se invierte en los primeros niveles educacionales, pero debe haber pesos para ellos y uno para acá. Hay un tremendo esfuerzo en esos niveles, lo que pasa es que la educación universitaria sale a la calle.

-¿Y eso hace justo que el país invierta US$ 3.500 millones en dar universidad gratuita incluso a los ricos?

-Los países que han logrado priorizar sus necesidades han salido a flote, como Finlandia, que priorizó la educación y ocupa el primer lugar en el mundo. No creo que la Presidenta Bachelet vaya a descuidar la educación prebásica, que fue la preferida en su primer gobierno. Quizás haya que profundizar la reforma tributaria; hay una gran cantidad de plata dando vueltas como para arreglar este problema. El país necesita desarrollar la investigación y la innovación, ojalá el cobre dure muchos años, pero si baja, haremos agua.

Estudiantes: “Me preocupa que no se sumen si hay buenos proyectos”-Usted es el rector más cercano al movimiento estudiantil, ¿cómo ve la llegada de varios ex dirigentes al Congreso?

-Aunque en su momento dijeron que no les interesaba, es un paso natural. Espero que estén del lado de la reforma tributaria, educacional y otras reformas sociales que se han planteado. Me gustaría que tuvieran una posición constructiva, que conversaran con los parlamentarios de todos los lados para llegar a acuerdos en proyectos que beneficien a todos, no para beneficios individuales.

-¿Tendrán la flexibilidad que requiere la negociación legislativa? Ya anunciaron que se movilizarán si no consiguen sus objetivos, igual que la nueva Confech.

-Nadie nace parlamentario, tendrán que aprender. No me preocupa que los estudiantes sigan movilizándose, sí que ocasionen daños y violencia contra quienes no tienen nada que ver. Las puertas están abiertas para conversar y he conversado con las dos damas de la FECh y FEUC. Ellas entienden que las cosas no van a salir siempre como quieren, y les hicimos ver que se allanan o no tendrán posibilidades de salir adelante. Me preocupa que no se sumen si hay proyectos buenos.