Columna de opinión publicada en Artes y Letras del diario El Mercurio el 15 julio 2009.
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Recuros asociados
Estándares educacionales, 24 junio 2007
Superintendencia de Educación: fiscalizar o mejorar, 17 junio 2007
Calidad de la educación, 3 junio 2007
Superintendencia de Educación II, La Segunda, 26 mayo 2007
Educación: renovada prioridad, La Tercera, 23 de mayo 2007
SIMCE: ¿qué podemos esperar?, La Tercera, 13 mayo 2007
¿Seleccionar alumnos?, Artes y Letras, El Mercurio, 13 mayo 2007
Educación y lucro, Artes y Letras, El Mercurio, 22 abril 2007
Educación: ¿son posibles los acuerdos?, 18 abril 2007
Ídolos estructurales, Artes y Letras, El Mercurio, 11 marzo 2007.
Otros recursos
Exposición ante la Comisión de Educación de la H. Cámara de Diputados sobre el Proyecto de Ley General de Educación, 21 junio 2007
Superintendencia de Educación, 25 mayo 2007
La reforma al sistema escolar: aportes para el debate. El presente volumen, de las y los autores Mariana Aylwin, Harald Beyer, José Joaquín Brunner, Abelardo Castro, Cristián Cox, Loreto Fontaine, Jorge Manzi, Alejandra Mizala, Claudio Orrego, Carlos Peña, coordinado por José Joaquín Brunner y Carlos Peña, se presente como un aporte para el debate sobre la nueva Ley General de Educación que se discute en el Parlamento. 15 mayo 2007
Principios formativos José Joaquín Brunner
Una de las innovaciones más importantes contempladas en el proyecto de Ley General de Educación que actualmente se discute en el Parlamento es la obligación impuesta allí, conjuntamente al Ministerio de Educación y a la autoridad curricular nacional, de definir estándares para la enseñanza básica y media. Se trata de un desafío mayor. Y no sólo de carácter técnico, como suele decirse, sino también, y especialmente, en el terreno de los principios formativos que en adelante deberán orientar al sistema educacional. En efecto, se ha de plasmar, a través de los estándares, una visión sobre las capacidades que las personas deberían adquirir para desempeñarse con eficacia en la sociedad del siglo XXI.
Howard Gardner, el psicólogo de la Universidad de Harvard cuya fama se asocia con su teoría de las “inteligencias múltiples”, acaba de publicar un libro -Five Minds for the Future- que bien puede contribuir a nuestra discusión. Plantea ahí que en el futuro las personas necesitarán desplegar cinco capacidades fundamentales, o tipos de mentes como él las llama, que las habilitarían para hacer frente a actividades previsibles y, también, a lo inesperado. ¿Cuáles son?
Primero, una mente disciplinada, en el doble sentido de esta palabra: que trabaja ordenadamente haciendo posible la adquisición de nuevas comprensiones y destrezas por un lado y, por el otro, que se halla formada en un modo distintivo de cognición característico de una disciplina académica, un oficio o una profesión.
Segundo, una mente sintetizadora, capaz de extraer información de múltiples y disímiles fuentes, entenderla y evaluarla objetivamente, organizándola de una forma tal que haga sentido para el propio sujeto y para otros.
Tercero, una mente creativa, en condiciones de proponer nuevas ideas, formular preguntas no triviales, desarrollar formas innovadoras de pensamiento y arribar a respuestas inusuales.
Cuarto, una mente respetuosa de las diferencias individuales, grupales y de culturas; abierta por tanto a los otros, capaz de apreciar la diversidad y de trabajar con, y en medio de, ella.
Quinto, una mente ética; es decir, dispuesta a considerar las necesidades de la comunidad e integrarse a la polis y de asumir derechos, obligaciones y responsabilidades en diversos contextos de interacción.
La propuesta de Howard Gardner apunta, en suma, a una educación -durante el período escolar y en la enseñanza superior y, posteriormente, a lo largo de la vida- que forma, cultiva, desarrolla y amplía las capacidades que vendrán demandadas por una sociedad globalizada, articulada en torno a flujos de información, que usa intensamente el conocimiento especializado y cuya sobrevivencia (sustentabilidad se dice ahora) dependerá de la innovación, el diálogo entre culturas y formas de vida diferentes, el control de los riesgos manufacturados por la civilización capitalista y el ejercicio responsable de los derechos y las libertades que la democracia expande continuamente.
A su turno, el desafío para los sistemas educacionales es cómo expresar y medir la adquisición de estas capacidades mediante adecuados estándares evaluativos y cómo organizar su formación y desarrollo mediante un currículo que logre moldear, simultáneamente, mentes disciplinadas, sintetizadoras, creativas, respetuosas y éticas en una población de alumnos con diversos talentos y diferentes orígenes socio-económicos y culturales. En este punto de la encrucijada nos hallamos situados.
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