JOSÉ BRUNNER
“La gratuidad total de la universidad es algo que atenta contra la equidad”
José Joaquín Brunner, doctor en Sociología y experto en educación superior, estuvo en Montevideo para disertar durante dos días en la Universidad Católica.
En diálogo con El País, el académico chileno advirtió sobre los distintos problemas que afectan a la educación uruguaya. Según señaló, la crisis se nota en la cantidad de alumnos que no logran culminar la Secundaria y explicó que esto repercute en mayores diferencias sociales. Afirmó, además, que Uruguay tendrá que discutir si el Estado sigue asumiendo todo el costo de la educación pública universitaria y dijo que, seguramente, al igual que en otros países, se llegue a la conclusión de que se debe cobrar por la misma.
-¿Qué opina de que en Uruguay se gradúe uno de cada 18 matriculados?
-Uruguay está por lejos liderando negativamente este indicador en América Latina. En la región hay una buena cantidad de países que tienen un graduado universitario cada siete u ocho matriculados. Hay una situación que requiere al menos una especie de auditoria académica que el gobierno y la sociedad civil debieran hacer para tratar de mejorar esa cifra o para producir información de mucha mayor sofisticación y calidad que permita explicar qué está ocurriendo.
-Cerca de 7.000 personas se reciben en las universidades uruguayas cada año, ¿es un problema tener un universo tan pequeño de graduados?
-Si uno mira las cifras comparativas de graduación en América Latina efectivamente el caso de Uruguay llama poderosamente la atención, porque es una cifra muy baja en relación al total de matriculados. Eso tiene diversas explicaciones, (la principal) es la deserción estudiantil, que en toda la región es relativamente alta y no conozco ningún estudio que diga que en Uruguay pueda ser más bien baja. El hecho de que abandonen tantos alumnos en el proceso es una pérdida neta para la sociedad y la economía del país, es una pérdida de talento, de recursos para las propias familias y para el Estado. Es un problema que debiera interesar y preocupar a las autoridades.
-¿Qué se puede hacer ?
-Hay diversas medidas para tomar en el proceso. Luego de que los alumnos culminan la Secundaria, particularmente los que ingresan a la universidad y vienen de familias con menores recursos, con menor capital cultural y que han tenido una estructura escolar en colegios de mediocre rendimiento, debieran tener apoyo especial. Eso significa tener cursos compensatorios, tutorías, preocupación individual por cada uno de esos alumnos. Todo lo que tiene que ver con métodos pedagógicos a lo largo de los estudios, muchas veces el abandono o el fracaso académico vienen del hecho de que la propia enseñanza se hace con métodos obsoletos, es puramente memorística, no logra motivar a los estudiantes, las evaluaciones son mal hechas; todo influye para que aumente el fracaso.
-El sistema chileno es más exigente en el ingreso, ¿eso da mejores resultados en el desempeño universitario?
-La principal diferencia entre Chile y Uruguay no es esa, sino que en Chile la tasa de graduación de la Secundaria es prácticamente el doble que la de Uruguay. Uruguay tiene un problema que está antes del ingreso a la educación superior: el porcentaje de graduados de la Secundaria respecto del total de jóvenes que están en la edad de graduarse es bajísimo. Para el nivel de desarrollo de la sociedad, para el nivel de ingreso per cápita, la cifra de los graduados secundarios en Uruguay es absolutamente disonante. Es extraordinariamente baja. Significa que los adolescentes y jóvenes pertenecientes a los tres primeros quintiles de ingreso del hogar no están terminando los estudios, así que ni siquiera pueden plantearse ingresar a la educación superior. Es un problema previo y extraordinariamente grave y desafiante para las políticas públicas sobre educación.
-¿Qué elementos destacaría del sistema educativo chileno?
-Un punto interesante es que ha sido una especie de campo de experimentación de políticas públicas en la educación superior, en el sentido de que se introdujeron una serie de innovaciones que son relativamente comunes en muchos países de Europa, pero que en América Latina suenan como especialmente nuevas. Tal es el caso de cobrar aranceles de matrícula en toda la educación superior -en la del Estado y en las privadas-, el hecho de tener un acceso relativamente amplio que se combina con una prueba bastante rigurosa de selección universitaria y tener una calidad promedio en sus universidades. Pero tenemos tantos problemas como otros países. Paradójicamente, las cifras muestran que Chile es uno de los países de la región donde hay una mayor representación de los jóvenes de los quintiles de menores ingresos dentro de la educación superior. Tiene que ver con que prácticamente todos terminan la Secundaria y con que hay un sistema de becas y créditos muy amplio.
-Pero a la misma vez tuvieron enormes protestas estudiantiles…
-Hemos tenido grandes manifestaciones de estudiantes que reclaman en contra del cobro en la educación superior y quieren tener educación gratuita. En Chile no supimos manejar el delicado balance que tiene que existir en un sistema de financiamiento compartido. Hicimos que el Estado bajara demasiado su participación, ahora lo ha estado subiendo y vamos a llegar a un mejor balance; las manifestaciones tenían mucho que ver con ese desbalance. Pero en Chile hasta ahora se ha impuesto la idea de que tener gratuidad total en la educación superior es algo que atenta en contra de la equidad, porque en el fondo significa que la sociedad entera le paga su educación a los que tienen más facilidad para acceder: los jóvenes de los quintiles de más altos ingresos. Hay becas y también las personas de los quintiles más bajos que se esfuerzan tienen derecho a la gratuidad de la educación, pero aquel que viene de una familia que puede pagar lo lógico es que lo haga. Eso permite que los recursos del Estado se concentren en los jóvenes de menores ingresos.
-¿Le ayudaría a Uruguay comenzar a cobrar en la universidad pública?
-Lo que puede ser importante es explicitar cuál es el costo real de formar un médico, un abogado, etcétera, y en función de eso cobrarle una parte a aquellos estudiantes que pueden pagar y a aquellos que no pueden pagar se les otorga un crédito, dado que luego van a tener un premio en el mercado laboral. Eso es lo que hacen hoy en día una buena parte de los países que tienen un sistema donde hay coparticipación en el pago de la educación superior. El Estado pone una parte y los individuos ponen otra, es el sistema de costos compartidos. La gran pregunta es: ¿puede Uruguay con el nivel de desarrollo y las necesidades que tiene -sobre todo en el campo educacional preprimario, primario y secundario- financiar generosamente universidades públicas en el futuro asumiendo la plenitud del costo? Lo más probable es que algún día en Uruguay se llegue a la conclusión a la cual han llegado otros tantos países: que el Estado por sí solo no está en condiciones de financiar suficientemente la educación superior y que los individuos tienen que contribuir en una parte.
-En Uruguay la educación está en manos de la ANEP, que es un organismo independiente, y el Ministerio de Educación no tiene peso en las decisiones. ¿Qué opina de este sistema?
-Siempre llama la atención a los analistas este fenómeno de una especie de doble cabeza en el campo educacional. La pregunta es si es más eficaz que la cabeza única. Los resultados muestran que aquí hay un problema de gobierno del sistema, porque no son muchos los sistemas del mundo donde al nivel de desarrollo que ha alcanzado Uruguay tengan un sistema escolar que logra llevar al termino de la educación obligatoria a un porcentaje tan bajo de estudiantes. Algo hay en la conducción del sistema que no funciona bien.
PERFIL
Nombre: José J. Brunner
Edad: 68 años
Otros datos: Fue ministro Secretario General de Chile entre 1994 y 1998.
Catedrático y exministro
José Joaquín Brunner es profesor titular e investigador de la Universidad Diego Portales de Chile, en el Centro de Políticas Comparadas de Educación donde dirige la Cátedra Unesco de Políticas Comparadas de Educación Superior y el Programa de Doctorado en Estudios de la Educación Superior.
Es miembro del Consejo Directivo Superior de esta Universidad y miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Integra el Consejo Nacional de Certificación de la Gestión Escolar. Es autor o coautor de 35 libros y editó o coordinó nueve. Como consultor trabajó en cerca de 30 países. Cursó sus estudios de pregrado en la Escuela de Derecho de la Universidad Católica de Chile; realizó sus estudios de posgrado en la Universidad de Oxford y obtuvo su doctorado en Sociología por la Facultad de Humanidades de la Universidad de Leiden.
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