Inicio del año escolar
Marzo 10, 2024

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Inicio del año escolar

El inicio del año escolar ofrece una radiografía de nuestro sistema y de las políticas educacionales. Desencadena una febril actividad que remece a la capital; el “súper lunes” grafica los trastornos provocados por el retorno de los alumnos a clases. El ministro de Educación invita a “que tengamos presencialidad, que recuperemos el hábito de venir a la escuela”. Más de dos millones de escolares se movilizan a lo largo del país, a quienes se suma un millón perteneciente a la educación superior.

Hay problemas, ¡cómo no! Es un sistema vasto y complejo. En Atacama algunos colegios del Servicio Local de Educacion Pública (SLEP) alegan no contar con condiciones mínimas de operación. Jocelyn Aqueveque, presidenta del Centro de Padres, Madres y Apoderados del Liceo Bicentenario Mercedes Fritis se encadena a las puertas del establecimiento.

Tras los megaincendios de Viña del Mar y Valparaíso, más allá de los colegios directamente afectados por el fuego, hay un ánimo colectivo de frustración y dolor que atender al interior de las comunidades escolares.

Como es costumbre, desde el primer día los directivos del magisterio confrontan al gobierno. El presidente del gremio acusa que “en educación no ha habido proyectos de ley relevantes, ni destinación de recursos ni atención a los problemas con la debida convicción que debiera haberse hecho”.

El Instituto Nacional, emblemático también en este sentido, declara al iniciar el año que mantendrá un formato híbrido de clases, debido a la remodelación de un número importante de aulas. Subsiste la pregunta sobre cómo se comportará la violencia escolar organizada desde el seno de algunos colegios metropolitanos. Y crece la preocupación por las microviolencias.

Una alumna de 13 años de un colegio de Talca pide ayuda a través de las redes sociales. Escribe: “pasé a octavo básico y me hacen bullying. La he pasado muy mal y estoy muy asustada porque van a empezar las clases […] Hago todo sola, los grupos no quieren estar conmigo. Quiero que este año cambie eso”, expresa su desgarrador testimonio.

A su turno, las familias y los estudiantes no están contentos con la calidad de la educación. Una encuesta reciente (Cadem, marzo de 2024) muestra que solo un 13% de la población cree que la calidad de la educación es muy buena o buena en Chile; 50% opina que es regular y 37% mala o muy mala.

Según este sondeo, los principales problemas, en orden decreciente de importancia, son: delincuencia y narcotráfico, padres no se preocupan de la educación de sus hijos, jóvenes no valoran la educación, planes de educación de mala calidad, que los municipios estén a cargo de los colegios, que no haya selección por mérito en los colegios y, por último, los profesores. Hay pues una valoración crítica y autocrítica, a la vez, de los factores que afectarían a la educación.

Como señaló la alcaldesa de Quinta Normal, Karina Delfino, ex dirigenta estudiantil de un liceo emblemático, “hoy hay una crisis educacional y no es solamente de infraestructura, que fue lo que inicialmente nos movilizó en 2006. Hay una crisis de convivencia y de aprendizaje, que está siendo eclipsada por la crisis de seguridad” (26 de febrero pasado). Además, dejó planteado un asunto que hasta aquí no se discute. Dijo: “Creo que el fin de la selección les jugó una mala pasada a los liceos emblemáticos”.

Por su lado, las comunidades escolares están realizando un serio esfuerzo por recuperar los niveles de aprendizaje deprimidos a causa de la pandemia del COVID-19. Gracias a la mayor efectividad exhibida por la Agencia de Calidad de la Educación, por primera vez el país conoció los resultados del SIMCE tempranamente, justo al inicio del año escolar. Esto les permitirá utilizarlos para planificar el nuevo año.

Es una neta ganancia para el sistema escolar, sus alumnos, familias y colegios, y no principalmente para el gobierno, como sugirieron algunos comentaristas. Sin duda, el éxito de la Agencia sirve también para animar al ministerio del ramo. Debería ayudar, además, a que los actuales equipos académico-técnicos gubernamentales reconozcan el valor que poseen las pruebas externas de evaluación del rendimiento de los estudiantes y sus colegios. Hasta aquí han sido especialmente críticos de este instrumento.

Los resultados promedio de este examen son alentadores en la coyuntura. Muestran que el sistema y sus comunidades de base han recuperado los niveles de aprendizaje de lectura y matemática previos a la pandemia. Esto ocurre con los estudiantes en todo tipo de colegios; en particular, beneficia a aquellos provenientes de los sectores más vulnerables.

Por ahora no sabemos si las políticas ministeriales—de priorización curricular, apoyo directo a los alumnos, preocupación por la inasistencia, etc.—han desempeñado un rol coadyuvante en los mejoramientos obtenidos. De cualquier forma, la experiencia internacional indica que están bien orientadas.

Por lo mismo, el gobierno, que hasta hoy mantiene a la educación escolar fuera de sus prioridades centrales, debería profundizar dichas políticas, ateniéndose a la instrucción del presidente Boric en días pasados: “los dos años que restan de gobierno, no son para hacer promesas, son para cumplirlas”.

No puede esquivarse el hecho que, pese a la recuperación pospandémica, los resultados del SIMCE confirman que nuestraeducación continúa sin poder cumplir su misión esencial: enseñar a todas y todos los niños y jóvenes las habilidades cognitivas básicas de comprensión lectora y uso de los números. Además, hay brechas de clase social, capital cultural y de género que agravan esta situación.

Adicionalmente hay algunas prioridades complementarias que atender.

Reforzar el uso de mediciones oportunas a nivel de los colegios para guiar el apoyo a los estudiantes rezagados. Concentrar esfuerzos en los colegios con mayores insuficiencias. Revisar prontamente el diseño y la aplicación de los SLEP. Promover liceos exigentes con selectividad meritocrática. Controlar la microviolencia escolar y, sobre todo, hacer frente al entorno crecientemente hostil que para la educación representan la delincuencia y el narcotráfico.

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