Sebastian Stride, experto en universidad: “España no tiene que avergonzarse. Francia y Alemania son menos eficaces en producción científica”
El británico, uno de los fundadores de la consultora Siris Academic, sostiene que “con su ecosistema investigador, Barcelona podría tener una universidad top 50”
Pregunta. Con cada ránking Shanghái, hay un lamento por que no haya una universidad española entre las 200 primeras. ¿Puede haberla sin financiación?
Respuesta. Lo normal es que hubiese una o dos entre las 100 primeras [en el país existen 50 universidades públicas y 40 privadas]. A veces me desespero cuando leo, por ejemplo, que la Universidad de Oviedo ha bajado 200 puestos. ¡No tiene que estar en esos rankings, tiene que tener un sello de excelencia! Aunque investigue, no puede competir con Harvard o el MIT, tiene otra función social: que los alumnos aprendan, la empleabilidad, el ecosistema local… Y, a su vez, como país necesitas algunas instituciones sobresalientes en investigación. Un ejemplo muy bueno son los premios Nobel que quiere tener Castilla y León. ¡Que un nobel fuese a Valladolid no sería positivo para su universidad! Trabaja en redes mundiales y el impacto para la ciudad es cero. Es como en el deporte: cada país quiere tener el campeón del mundo, pero es más importante el gimnasio en cada pueblo para que haya salud.
P. ¿España debería fusionar universidades como hace Francia para subir en los ránkings?
R. No. Las mejores universidades el mundo, vuelvo a Harvard, tienen menos de 20.000 alumnos. En ellas se hace mucha investigación, no es que las clases sean muy buenas, es que sus alumnos son superseleccionados y van a investigar. Si miro a Madrid, la Complutense [61.000 universitarios] es demasiado grande. Si la partimos en dos ―con una parte dedicada a la formación de grado― e integras los laboratorios del CSIC, logras meterla entre las 100 primeras del mundo [ahora está en la franja 301-400 en el ránking Shanghái]. Y lo mismo con Barcelona.
P. En un país con competencias autonómicas transferidas parece imposible discriminar.
R. No hay que mirar Shanghái, sino estar orgulloso del impacto en las empresas o en la formación de los estudiantes del lugar. En los años setenta, en Italia fundaron la Universidad de Calabria. Querían sacar adelante la región, que ha sufrido mucho [por la organización criminal ‘Ndrangheta]. Con dinero europeo crearon un sincrotón [acelerador de partículas] y un departamento de química teórica, que está bien y es un orgullo, pero ¿en qué beneficia a la región? Esa no era su misión. La calidad de las clases no es muy buena, ni las salidas laborales… Hay que mirar eso, no Shanghái. Pero, volviendo a España, como país necesita tener una o dos universidades en el top 100 [entre las 100 mejores]. La gente viene encantada a trabajar con nosotros en Barcelona por la calidad de vida, aunque tengan salarios más bajos que en Holanda o Alemania. Pero si, además, sobresalieran universidades, sería increíble. Pongo el ejemplo de Cataluña porque ha tenido unas políticas públicas de centros de investigación muy potentes. Barcelona podría tener, con su ecosistema [científico], una universidad en el top 50 que beneficiaría a todo el sistema.
La competencia no es entre universidades españolas, sino entre España y el resto del mundo.
P. La Pompeu Fabra o la Carlos III aparecen entre las grandes universidades jóvenes, pero son muy castigadas en el ránking de Shanghái por su falta de historia y tamaño.
R. Sí, pero si tomas el ejemplo de la Pompeu Fabra, le pones el BIST [Instituto de Ciencia y Tecnología de Barcelona], el ICFO [sobre fotónica], el CRG [Centro de Regulación Genómica]… ¿Qué saldría? Pero, claro, la UB (Universidad de Barcelona) o la Autónoma van a decir que no puede ser. Yo puedo imaginar caminos institucionales con fusiones o redistribuciones para entrar en el top 100, pero evidentemente tienen que ser los actores los que decidan. La competencia no es entre universidades españolas, sino entre España y el resto del mundo.
P. España es el principal receptor de erasmus, ha incorporado a 44 universidades a las alianzas europeas y, sin embargo, el número de estudiantes y profesores extranjeros es muy bajo.
R. Las universidades tienen que ser autónomas. De forma que, si disminuyen la calidad de la docencia y la capacidad de atracción por tener un sistema endogámico, que se traduzca en que reciben menos dinero. ¡Evidentemente entonces cambiarían sus prácticas! Se puede, como en Dinamarca, cambiar el sistema a nivel del Estado, pero es muy difícil y va a haber una resistencia brutal; o se puede introducir un sistema en el que haya incentivos. Si miras los últimos 20 años, en general las universidades españolas han subido mucho en calidad y visibilidad. Y están claramente infradotadas, sobre todo después de la crisis del 2010. Pese a la bajada de la financiación, comparativamente con otros países de Europa, se han mantenido o han mejorado. Han hecho un trabajo bastante impresionante. Potencialmente, España no tiene que avergonzarse. Los sistemas de Francia o Alemania son menos eficaces que el sistema español. Aunque los sistemas de Dinamarca, Holanda o Suiza son mejores.
P. ¿Eficaces en qué?
R. En producción científica, con el dinero público que reciben Francia y Alemania son muy ineficaces. No funcionan bien. ¿Has visto el dinero público que entra en España y los resultados? Es increíble. Portugal también está mejorando. Un investigador americano que quiere venir a Europa evidentemente primero va a mirar a Holanda, Dinamarca o Suiza. No va a mirar España por percepción, pero lo tiene todo.
P. En España no abundan los medios y los sueldos no son en absoluto competitivos.
R. El tema de los sueldos es menos importante que el del ecosistema científico. En Barcelona lo tienes muy bueno, o el de Granada. Se necesita un esfuerzo financiero, pero si tú le das un poco a todos no va a cambiar nada. Puedo entender desde un punto de vista social el café para todos, pero perjudica como país no tener dos o tres en la Champions League.
Sarkozy, Hollande, Macron…no han cambiado la política en Francia, porque fue una decisión de país
P. Pero esas estrellas no pueden estar en una liga de segunda.
R. No. Pero esas estrellas no las voy a decidir yo como Gobierno, porque sería un escándalo. Pero puedes tener un jurado internacional independiente que evalúe los proyectos de las universidades y decida. Eso ocurrió en Francia, donde al Gobierno no le gustaron las decisiones. Quisieron cambiar alguna cosa y el jurado dijo: “Nos habéis llamado para evaluar, si cambiáis algo dimitimos”. Y al final el Gobierno dijo: “Vale”. Lo más interesante es que se pusieron de acuerdo los del PP y los del PSOE franceses. Con los gobiernos sucesivos ―Sarkozy, Hollande, Macron…― no ha cambiado la política, porque fue una decisión de país.
P. ¿Hace bien el Gobierno central en obligar a las universidades privadas a pasar una criba de calidad?
R. Hay un problema clarísimo de calidad docente de las privadas, la regulación debería ser mucho más exigente y cerrarse algunas. Es un servicio público y, si faltan plazas, lo que hay que abrir es universidades públicas.
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