Marcelo Soto, Marzo 6, 2023
El ex ministro José Joaquín Brunner, profesor de la UDP, dice que la pandemia dejó secuelas graves: “Hay un daño causado en los aprendizajes de los niños, que aunque ahora estén de vuelta en clases, traen consigo un déficit muy, muy complicado de superar, particularmente de competencias básicas como es la lectura”.
-Hay un alto grado de ausentismo escolar y deserción escolar en Chile. Según el MINEDUC, hay 50.529 niños y adolescentes desescolarizados en 2022; un 24% más que en 2019.. ¿Qué tan profunda es la crisis de la educación chilena?
-Es un problema que tiene que ver con la forma en que la pandemia afectó silenciosa pero profundamente, los hábitos de los niños, niñas y jóvenes, que efectivamente vieron interrumpida una larga práctica de tener todos los días a sus hijos en los colegios y los colegios a tenerlos a la mano para poder trabajar con ellos.
La ruptura de una rutina, de un hábito profundamente arraigado que se vio alterado masivamente, una de cuyas consecuencias ahora es este fenómeno de personas que no se vuelven a inscribir en el colegio, o que van esporádicamente.
-¿Qué secuelas tiene en el aprendizaje?
-Hay un daño causado en los aprendizajes de los niños, que aunque ahora estén de vuelta a clases, traen consigo un déficit muy, muy complicado de superar, particularmente de competencias básicas como es la lectura.
-¿Es la peor crisis que ha vivido la educación chilena desde la transición?
-Esta es una crisis muy seria, muy compleja y difícil de superar. Y en ese sentido, rankea entre los desafíos mayores que el sistema ha tenido que enfrentar desde 1990 hasta hoy día.
Por ejemplo, hay otro problema igualmente profundo, de múltiples causas, que se viene arrastrando y que es la violencia en los colegios. Vivimos una crisis de una gravedad y dificultad para enfrentar la violencia escolar muy grande, de las peores desde la transición.
-¿Qué responsabilidad tiene el ministerio?
-Estos son problemas de la sociedad, de los colegios,, de las familias. Pero sobre todo del Ministerio, porque de alguna manera tiene que cumplir con su rol de director de orquesta y combinar todos estos estos los elementos: estimular el regreso, tener planes claros, tener una comunicación eficaz. Todo lo cual, a mi juicio, lamentablemente, el Gobierno no lo ha hecho bien. El Ministro de Educación está consciente del problema, pero no me parece para nada que él esté a la altura de los desafíos que el problema presenta.
¿Qué errores se cometieron durante la pandemia?
-Si hay algo que uno puede decir a esta altura con certeza es que Chile efectivamente tuvo una interrupción de clases durante la pandemia que fue más allá de los demás países del mundo. La pandemia estuvo bien administrada, pero hubo una resistencia de los propios maestros, de la familia, de los niños, etcétera a reiniciar más tempranamente las clases, con lo cual se habría cortado el período, de cierre de las escuelas.
También hay que reconocer que el ministro de aquella época, Raúl Figueroa, intentó y se movió en esa dirección, pero no logró efectivamente éxito. Hubo una permanente polémica entre el Ministerio, que tenía la razón de querer volver a las aulas, y el Colegio de profesores, que tuvo una política extremadamente ciega, diciendo que en realidad los colegios eran lo último que había que abrir.
-¿Algunos de los adolescentes que desertan del colegio tienen una probabilidad de meterse en la vida delictual, en el narcotráfico? ¿Eso es así?
-Efectivamente, hay estudios de distintas partes del mundo y algunos en Chile que apuntan a este fenómeno. No es una especie de ley mecánica de que así va a ocurrir, pero hay una probabilidad más alta que alumnos que desertan del colegio, puedan efectivamente entrar en algún tipo de conducta ilegal.
Ahora depende también de otros factores; de cuál es el grado de integración de la familia a la que pertenece ese niño o joven; cuál es el lugar de la ciudad en que vive y cuál es la actitud de sus pares, amigos y de sus hermanos. Hay evidencia que muestra que la vulnerabilidad de ese niño cuando deserta queda en mayor riesgo que si estuviese yendo regularmente al colegio.
¿Y qué solución hay para este problema?
-La solución es reactivar el sistema entero, recuperar a los alumnos que se quedaron fuera, estabilizar a aquellos que están yendo, pero que están con tendencia a ir esporádicamente. Y todo eso supone un trabajo muy grande de ministerio con todas las organizaciones de la sociedad civil y del sector privado, fundaciones, etcétera. El ministerio también debiera decidir cuáles son las asignaturas y los trabajos que hay que priorizar, para compensar los daños causados durante estos dos años de suspensión.
-El ministro Educación, según algunos columnistas políticos, es uno de los candidatos a salir si hay un cambio. Escribiste que no quieres más de lo mismo.
-A esta altura, cambiar al Ministro de Educación, sin tener claro una reforma no tiene sentido. El presidente debe nombrar a alguien con un mandato clarísimo de llevar a cabo este gran plan y de concentrar toda la actividad del ministerio en lo fundamental la energía, el tiempo, los recursos; en este plan de reactivación. El ministro actual tiene alguna medida en marcha, pero todo hecho sin la necesaria fuerza, sin visibilidad ante el conjunto de la sociedad.
Y entonces no sirve, porque en realidad lo que hay que movilizar acá son a cientos de miles de familias y de niños. Eso es absolutamente decisivo y si no, no vale la pena hacer un cambio. Va a significar exactamente cero, en el sentido de que vamos a seguir con el misma ritmo cansino, sin prioridades, sin claridad, sin entusiasmo, del actual ministro; sin capacidad de coordinar la enorme tarea que hay por delante.
-La educación también va a ser un tema en el proceso constituyente. ¿Estás preocupado por la legitimidad del proceso?
-Sí. Hay desinterés, apatía respecto de lo que está ocurriendo, y eso podría llevarnos al drama de otra vez encontrarnos con un rechazo.
-Ahora se cumple un año del gobierno de Boric. ¿Cuál es tu balance?
-La debilidad del gobierno radica en que perdió de su identidad y su agenda a partir del 4 de septiembre, porque apostó de una manera completamente equivocada a un triunfo arrollador de un plebiscito que le iba a dar un nuevo marco refundacional al país. Es un gobierno que no ha logrado ponerse a la altura de los desafíos, que se queda por debajo de la complejidad y de la magnitud de los cambios.
-¿Qué esperas del cambio de gabinete?
-Tendría que significar una nueva agenda y no solamente nuevas personas, que ponga al gobierno y al presidente a la altura del desafío que tiene por delante para los años 23, 24, 25. Por lo tanto, es mucho más que un cambio de gabinete. Es reactualizar, es poner al día, cambiar el tono y la orientación del programa original, que ya no tiene cabida en la realidad política del país hoy día.
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