Javier Martínez: “NO QUIERO QUE MIS HIJOS VUELVAN AL COLEGIO”
Agosto 11, 2020

captura-de-pantalla-2020-04-01-a-las-11-21-19N°172 NO QUIERO QUE MIS HIJOS VUELVAN AL COLEGIO

No por temor a que se contagien sino porque me importa que aprendan y no que estudien y las instituciones educativas no fueron diseñadas para aprender. El mundo necesita que los colegios abran para que los adultos puedan concentrarse en trabajar, mientras alguien se hace cargo de los niños… Lo único acuciante es que mis hijos retomen las relaciones con sus amigos, compañeros y familiares para evitar la principal enfermedad que inocula el modelo educativo, el individualismo. Que pierdan asignaturas y contenidos no tendrá el más mínimo impacto en su vida.

Si eres sensible, te prevengo que será mejor que te detengas aquí porque vas a seguir leyendo cosas que no te van a gustar.

Estos son los 8 aspectos que voy a abordar en esta y sucesivas columnas:

  1. No tenemos un propósito común para la educación
  2. El aprendizaje sucede desde dentro hacia fuera y no al revés
  3. Los niños deciden qué aprender
  4. Los profesores no son el actor más importante en el proceso educativo
  5. Los profesores tienen que dejar de enseñar
  6. Colegios y universidades no quieren cambiar y van a desaparecer
  7. La educación presencial no es mejor que la virtual
  8. Es mentira, no necesitamos cursos, aulas, asignaturas, exámenes, notas ni títulos

Estamos desaprovechando una gran oportunidad para que nuestros hijos vivan una experiencia de aprendizaje auténtica gracias al Covid. En su lugar, la reacción de todo el sistema educativo, padres incluidos, ha sido continuar con el programa previsto: obsesión por seguir enseñando materias, presión a profesores y niños para mantener el ritmo normal de clases, tareas, deberes. Parece que había que justificar el dinero que se cobra a los padres. Nadie pensó guardar los libros y el curriculum en un cajón y aprovechar la pandemia para aprender de la infinita oferta de situaciones que suceden a diario: sobre salud, historia (de pandemias previas), del frenazo de la economía, del medio ambiente, del rol de la tecnología, de relaciones humanas, de biología, de matemáticas, del futuro de los negocios, de política, de emociones… Aprender sobre preguntas para las que no tenemos respuesta porque necesitamos niños que aprendan y no que sepan. Es justo el momento de aprender y no de enseñar. Hablo de una experiencia de aprendizaje sobre la vida de verdad, lo que en realidad importa y no del mundo artificial que les presentamos en el colegio. Y sobre todo, se trata de aprender del futuro que les va a quedar a ellos. Lástima…

  1. No tenemos un propósito común para la educación

Hace 40 años, Pink Floyd (músicos y no pedagogos) convirtió “no necesitamos educación“ en un himno. El virus ha hecho evidente que seguimos sin tener claro por qué y para qué educamos. Si el propósito fuese preparar a los jóvenes para ser adultos autónomos y responsables, estamos fracasando. Un ejemplo: las organizaciones reconocen que los jóvenes que se incorporan a su primer empleo no saben trabajar ¿Qué resultados debiésemos obtener después de que cada joven invierta 20 años de su vida en un aula? En mi opinión son 4. Que cada persona 1. Entienda cómo funciona el mundo y sepa cómo desenvolverse con soltura en él. 2. Se conozca a sí mismo. Para eso, debe interrogarse sobre lo que verdaderamente quiere ser y hacer y salir con un plan de vida aunque después lo cambie 1.000 veces. 3. Sea capaz de relacionarse con otros y desarrollar el instinto de comunidad, de pertenecer a un nosotros al que debe contribuir y 4. Sea un experto en aprender, consciente de que su vida depende de diseñar su propio proceso de aprendizaje. Hoy los jóvenes (y los adultos) no saben cómo se aprende. Ante un futuro incierto, la habilidad más importante es aprender y la primera pregunta es decidir qué aprender. Solo puedes responderla si tienes claro lo que te mueve, tu propósito. Saber muchas cosas y sacar buenas notas no es educación. Incorporar ideas, teorías y conceptos de otros y no desarrollar tu pensamiento propio a partir de tu experiencia directa y la reflexión no es educación. Hay al menos 6 aspectos que necesitamos cambiar.

QUÉ aprender: Aunque el mundo es radicalmente distinto, lo que aprenden nuestros hijos es similar a lo que aprendimos nosotros hace 50 años (he revisado los programas de varios ministerios de educación, colegios e incluso de la facultad de derecho en la que me titulé). El curriculum actual se basa en el modelo diseñado en 1892 por el Comité de los 10 liderado por el presidente de Harvard. Por si lo ignoran, en esa época las mujeres no votaban, se trabajaba 66 horas semanales sin vacaciones, la esperanza de vida era de 50 años, no había ni coches ni aviones y empezaba la electricidad… Conclusión: Hoy no enseñamos lo importante sino lo que es fácil de medir en un examen. Y lo que es fácil de enseñar también es fácil de digitalizar y automatizar. Por suerte, la inteligencia artificial nos va a obligar a repensar qué merece la pena aprender y qué dejamos para que lo hagan las máquinas. Cuando el cambio continuo hace que el conocimiento caduque rápidamente, crear conocimiento se vuelve más importante que usar el que tenemos. Pasaremos de transmitir lo que ya existe a aprender a crear nuevo conocimiento para abordar problemas inesperados, como el covid. Y eso solo es posible cultivando las capacidades innatas que vienen con cada ser humano: Imaginación, Creatividad, Resiliencia, Flexibilidad, Reflexión, Empatía, Proactividad, Actitud… Cuanto menos podemos predecir el futuro, más necesitamos esas capacidades. Pero convertir esas capacidades en habilidades exige practicarlas de manera sistemática y rigurosa, un sacrificio que cada uno decide si quiere realizar. Lo curioso es que no descubrimos nada nuevo, son las habilidades y valores de toda la vida que sacrificamos para dar preferencia a los conocimientos técnicos y fáciles de evaluar. Las personas que nos condujeron a las crisis durante el último siglo no tenían carencias matemáticas sino un grave déficit de ética y valores.

El principal desafío de la educación será enseñar lo que no sabemos. Hoy enseñamos lo conocido. El sistema educativo está construido sobre certezas, funciona a partir de lo que está escrito en los libros pero se verá obligado a prepararnos para lo que viene, para enseñarte a cambiar aunque no tiene ni idea de cómo se cambia…

CÓMO aprender: ¿Qué nos dice de la educación el hecho de que un robot, que no sabe leer ni entiende lo que hace, obtenga mejores resultados que los estudiantes en las pruebas de acceso a la universidad? Aprender es consecuencia de pensar. Lo más importante que puede hacer un joven es pensar ¿en qué piensan los niños en el aula? ¿les enseñamos a pensar? No te confundas, que tengas un título no significa que sepas pensar ¿No es raro que todo se aprenda sentado? Aristóteles afirmaba «Lo que tenemos que aprender lo aprendemos haciendo» y en el aula no se “hace” casi nada. Esta imagen del nivel de actividad cerebral de un joven durante 1 día demuestra que ejercita mucho más su cerebro mientras duerme que en el aula… La constante en las 171 columnas anteriores es justamente que escuchar a un profesor, memorizar contenidos y aprobar un examen no es sinónimo de aprender. Aprender sin hacer no es aprender. No es lo mismo entender algo que saber hacerlo. Si la educación debe prepararte para la vida, entonces se tiene que asegurar de que desarrolles conocimiento entendido como la capacidad de decidir y actuar y no solo de saber. Yo puedo comprender cómo se cocina un plato, cómo se anda en bicicleta o se lidera un equipo pero no significa que sepa hacerlo. Existe una distancia sideral entre saber cómo se hace algo y saber hacerlo y esa brecha solo se cubre practicando, equivocándose y reflexionando para corregir. El sistema educativo se basa en intentar que entiendas (con suerte) millones de cosas pero no en aplicarlas. Acceder a información no garantiza que sepas aplicar esa información. Aprender es convertir la información (una receta de cocina) en conocimiento (un plato sabroso). Si el conocimiento te permite hacer, en el proceso de aprendizaje primero debe ir la práctica y después la teoría. La respuesta nunca puede llegar antes de que te hayas hecho la pregunta.

El mundo conoce las metodologías de aprender haciendo (proyectos, problemas, casos, etc.) desde hace siglos. Cada día surgen nuevos ejemplos de instituciones que se atreven a incorporarlas como eje de su modelo, revisando el rol de los profesores o incluyendo tecnologías. Pero cambiar el CÓMO para seguir enseñando el mismo QUÉ es inútil. No es un asunto de mejores materiales, menos asignaturas, más juegos o más tecnología. Aprender no es recibir sino demostrar que hago algo que antes no podía hacer.

CUANDO aprender: El aprendizaje ocurre cuando alguien quiere aprender y no cuando alguien quiere enseñar. Ese simple hecho explica por qué es imposible que nuestro modelo funcione. Todo el sistema educativo fue diseñado justo al revés: está construido sobre la base de que lo que hay que aprender y cuando aprenderlo ya está decidido. A nadie le importa lo que le interesa a cada individuo y cuando ignoramos los principios que guían el aprendizaje natural, lo que cosechamos es un gigantesco simulacro en el que millones de niños obedecen instrucciones, representan el papel al que están obligados y aparentan aprender ¿Por qué existe una etapa de la vida para aprender, un paréntesis artificial que te fuerza a acudir todos los días al mismo lugar, con horarios y programas preestablecidos? Esta gráfica resume el principal desafío que nos espera. La inversión pública en educación casi desaparece una vez las personas cumplen 17 años. El mensaje que te entrega la sociedad es nítido: “aprender no es un bien importante así que a partir de aquí corre por tu cuenta, arréglatelas como puedas”. Sin embargo, toda la vida es educación y por eso es vital saber aprender. Tu vida depende de tu capacidad de aprender. No hay nada más importante para un país que contar con ciudadanos bien educados. La decisión es obvia ¿apostamos por ser analfabetos o priorizamos el aprendizaje? Las personas aprendemos todo el tiempo, la mente siempre está funcionando. Ahora bien, tenemos que aceptar una premisa esencial: el conocimiento se adquiere cuando se necesita y eso lo decide cada persona. Cuando estás obligado a aprender lo que no te importa (porque debes obtener un título) cuando no te hace falta, lo que haces es memorizar sin entender.

QUIEN participa: Podemos dividir la vida en 3 grandes etapas. La primera (niños) cuyo objetivo es aprender y divertirse. La segunda (adultos) enfocada en desarrollarse y contribuir al bien común. Y una tercera (jubilados) destinada a descansar, disfrutar y compartir lo aprendido. Hasta ahora, los responsables de la tarea educativa han sido los profesores. Y un profesor solo puede enseñarte a ser profesor… Si de verdad creemos que no hay nada más importante que aprender, entonces todos los estamentos de la sociedad deben estar involucrados. Esto significa incorporar al resto de profesionales para que aporten las valiosas experiencias que atesoran. Abogados, médicos, pilotos, bailarinas, jardineros, policías… tendrán que asumir que una parte de su jornada laboral la deben dedicar a contribuir a la educación del resto ¿Por qué no entregar un rol a los más mayores cuya sabiduría sirvió durante generaciones para educar a los jóvenes? ¿Por qué no formamos a los padres para que en lugar de improvisar, cuenten con conocimientos para educar a sus hijos? Si para educar a un niño hace falta una tribu entera, entonces, todos estamos obligados a participar en el proceso.

DONDE aprender: Hace 7 años me explayé sobre este mismo punto. Hemos separado el aprendizaje de la vida para asegurarnos de que, en el negocio de la educación, las cosas sean fáciles y rentables. La educación se ha convertido en un artículo de lujo: junto a la vivienda es ya el principal gasto de las familias. El aula no es el mejor lugar para aprender, el mundo si lo es. Igual que el trabajo no es un lugar, la pandemia nos ha recordado que una escuela no es un un edificio. El aprendizaje ocurre en el cerebro de cada individuo.

Cómo EVALUAMOS: Un profesor les dice a sus alumnos “he enseñado a mi perro a hablar inglés ¿quieren comprobarlo?” Le pide al perro que se dirija a los estudiantes en inglés y al cabo de un rato, uno de ellos le dice “profesor, usted nos mintió, su perro no habla inglés” El profesor esboza una sonrisa y le responde “les dije que le enseñé, no que hubiese aprendido” ¿Por qué la mayoría de adultos reconocen que no podrían aprobar casi ningún examen del colegio y la universidad si tuvieran que hacerlos de nuevo? Cuando alguien no aprende, entonces el proceso no funciona y culpamos al que no aprende (perro) por incapaz o por vago y después al que enseña por incompetente. También hace 7 años abordé la obsesión que tenemos de medirlo todo ¿Qué es importante medir? ¿lo que saben los alumnos o lo que son capaces de hacer? El sistema educativo te mide en función de tus respuestas. Si dejamos de mirar por el retrovisor para fijar la vista en el futuro en busca de ideas ¿cuándo les evaluaremos por lo que preguntan? ¿cómo evaluamos la resiliencia o la empatía? Mmmmmm, difícil, por eso mejor seguimos enseñando lo que es fácil de medir en un examen. Es más sencillo estandarizar la educación y asumir que todos los alumnos son iguales, llegan en las mismas condiciones, les interesa lo mismo, requieren el mismo apoyo… ¿Y luego nos sorprende que exista fracaso escolar?

¿Se puede medir un intangible como el aprendizaje con números? La única forma sensata de evaluar si alguien aprendió algo es pedirle que lo demuestre. No basta con que me diga cómo se hace. Cualquiera puede saberse de memoria la receta de la paella y sin embargo, ser incapaz de demostrarlo cocinándola. Por esa razón, un examen escrito u oral y, menos aún un test de respuesta múltiple, son una forma ridícula de evaluar porque estamos dejando fuera lo más importante: comprobar si el alumno es capaz de usar los conocimientos en las situaciones que encontrará en la vida. Y si no podemos justificar situaciones en las que usará dichos conocimientos, entonces no merecía la pena enseñarlos. Que alguien demuestre lo que sabe hacer es más complejo, caro y lento que hacer un examen pero ¿se imaginan que para obtener el carné de conducir solo se exigiese el examen teórico? Es mucho más sencillo pero ningún país del mundo se atreve a cometer tal atrocidad porque es consciente de las funestas consecuencias que acarrearía tener millones de conductores circulando sin los conocimientos necesarios para ello.

  1. El aprendizaje sucede desde dentro hacia fuera y no al revés

Cómo puedo hacer una escultura? Simplemente retirando del bloque de mármol todo lo que no es necesario” Para Miguel Angel, la escultura estaba dentro de la piedra. Educar es sacar lo mejor que una persona tiene.

El 13 de agosto a las 9:30h de Chile realizaremos la conferencia “Cultura de aprendizaje como parte de la estrategia” organizado por la OTIC Sofofa. Inscripciones en el correo de Karol Rivera  [email protected]

El 23 de septiembre realizaremos la conferencia “Aprender del futuro” en el marco del CenturyLink Forum 2020 LATAM organizado por Century Link.

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