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A diferencia de otros indicadores sociales, la medición de la calidad educativa no resulta tan evidente. Las pruebas de aprendizaje en América Latina, que arrojan luz sobre esta temática, muestran resultados preocupantes. ¿Cuáles son los principales retos que debe enfrentar la región para revertirlos?
Para los padres, en general, resulta difícil determinar si la educación de sus hijos es de calidad. Si nuestros hijos tienen fiebre o sienten dolor los llevamos al médico. Si no mejoran, nos comenzamos a preguntar si la atención que están recibiendo es lo suficientemente buena. A nivel social, indicadores como la mortalidad infantil, la malnutrición o la incidencia de enfermedades específicas nos sirven como señal de que nuestro sistema de salud puede estar teniendo problemas de calidad.
En contraste, los niños no muestran que no están aprendiendo a través de la temperatura de su frente o con dolores corporales, y no contamos con indicadores tan evidentes como la mortalidad o la malnutrición para reconocer como sociedad las fallas de nuestros sistemas educativos.
Es por eso que los resultados de pruebas de aprendizaje constituyen una fuente fundamental de información para darnos esas alertas. Actúan de termómetro y bocina llamando la atención sobre la existencia de problemas de calidad en nuestras escuelas. Las señales que nos están dando en América Latina son preocupantes. A pesar de haber logrado avances importantes en la escolarización de niños y jóvenes, los niveles de aprendizaje en América Latina continúan siendo extremadamente bajos. Más años de educación no se reflejan en mayores conocimientos y habilidades.
Un número alarmante de estudiantes no alcanza un nivel de desempeño adecuado a su edad o grado académico. Así lo confirman los resultados del Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo de UNESCO de 2013 que muestran graves debilidades en lectura, matemática y ciencia en los alumnos de la escuela primaria. Por ejemplo, dos quintos de los estudiantes de tercer grado de primaria tienen un nivel bajo en las pruebas de lectura (39,5%) y casi la mitad (47,2%) en matemática.
Los resultados de la prueba PISA de 2012, que evaluó a jóvenes de 15 años en 65 países del mundo, revelaron un panorama similar. Casi la mitad de los estudiantes en Latinoamérica tiene un nivel bajo de desempeño en lectura (45,8%), en ciencia (49,8%) y matemática (63%). En comparación, el porcentaje de estudiantes con desempeño bajo en matemática en los países miembros de la OCDE fue sólo del 23%. Esto sugiere que un alto número de jóvenes, quienes en muchos casos ingresarán al mercado de trabajo en pocos años, no sólo no posee los conocimientos mínimos para tener éxito en el aula ni los fundamentos básicos para aprender conceptos más complejos, sino que adolece de las habilidades esenciales para desempeñarse en un empleo moderno.
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