Política de reserva de cuotas en las universidades federales del Brasil
Noviembre 22, 2008

brasil_first.jpg El diario La Tercera comenta hoy 22 de noviembre de 2008 que en Brasil la Cámara de Diputados acaba de aprobar un proyecto de ley que reserva una cuota de 50% de los cupos universitarios (vacantes) a estudiantes de colegios públicos, con especial atención a negros, mulatos en indígenas dependiendo de la proporción de esos grupos en cada estado.

La verdad es que este asunto viene discutiéndose desde ya hace varios años en dicho país (ver más abajo noticias de prensa al respecto), y que políticas orientadas por el mismo principio de acción afirmativa se aplican en varios Estados desde el año 2004.

Dada la importancia de este asunto para el debate contemporáneo sobre políticas de equidad e inclusión en los sistemas de educación terciaria –y su probable resonancia en algunos círculos locales– conviene aportar mayor información y análisis sobre él y mostrar las contrapuestas opiniones que en su torno se generan.

Artículos académicos

Gislene Aparecida, Cuotas raciales, identidad negra y derechos en el Brasil, 2008. Bajar aquí 525 KB pdfIcon_24.png

Shigeru Suzuki, Brasil en la época del multiculturalismo: Una polémica en torno a las acciones afirmativas, 2007. Bajar aquí 125 KB pdfIcon_24.png

Introducción al tema

Como señala Gislene Aparecida, Profesora de Gestión de Políticas Públicas y del Programa de posgrado en Derechos Humanos de la Universidad de Sao Paulo en un artículo reciente,

En el Brasil se encuentra en discusión un proyecto de ley que reglamenta las políticas públicas dirigidas a la población negra: el PL 73/199 que instituye cuotas raciales1en las universidades públicas. Este proyecto propone, entre otras cosas, la reserva de cupos para alumnos negros, mulatos e indios que hayan realizado íntegramente su formación en la red publica. Estos alumnos tendrían derecho a cupos en las instituciones federales de enseñanza por medio de la discriminación positiva y de acuerdo con el porcentaje de negros y mulatos en cada unidad de la Federación. A partir de este principio, se cree que la inclusión de un mayor número de individuos negros a la enseñanza superior va, gradualmente, a contribuir a la superación de las deudas sociales que el país
tiene con esta población; siendo también, una de las maneras de efectivizar su inclusión socioeconómica por medio de una formación calificada que les ofrezca mayores oportunidades de inserción en el mercado laboral.

Con todo, incluso antes de la aprobación de este proyecto de ley, muchas universidades públicas, a partir del 2004, adoptaron políticas de reserva de cupos para el acceso de jóvenes negros a las universidades.

Se alega que la inclusión social, con base en programas de acción afirmativa, tendrá como objetivo “no sólo restringir la discriminación del presente, pero sobretodo, eliminar los efectos persistentes (psicológicos, culturales y
comportamientos) de la discriminación del pasado, que tienden a perpetuarse. Estos efectos se revelan en la llamada discriminación estructural, reflejados en las abismales desigualdades sociales entre grupos los dominantes y los grupos marginales” (Gomes 2003:30).

Estas medidas concretizarían el principio constitucional de la igualdad material y neutralizarían los efectos de la discriminación racial.

En este caso “la igualdad deja de ser simplemente un principio jurídico a ser respetado por todos y pasa a ser un objetivo constitucional a ser alcanzado por el Estado y por la Sociedad” (ibid.:21).

Autores como Kabengele Munanga (1996), Petronilha Silva (2003), Valter Silvério (2003), Antonio S. Guimarães (2000), Santos y Lobato (2003), Célia Aze vedo (2003), Eunice Durham (2005), Peter Fry y Y. Maggie
(2004), entre otros que discuten el tema, se dividen entre aquellos que se apoyan en las concepciones que siguen la tradición del liberalismo igualitario formalmente presentadas por
autores como J. Rawls (2002), B. Barry (2001), A. de Vita (2002); A. Appiah (1994); y aquellos vinculados a una propuesta de política de la diferencia como las presentadas por teóricos como C. Taylor (1994), I. M. Young
(1990), W. Kymlicka (1995).

Con todo, mi intención en este artículo no es discutir la validez de la implementación de la política de cuotas raciales.

Establecí como problema a investigar cómo los beneficiarios de estas políticas las re p resentan. Si las consideran como forma ideal de acceso a la universidad.

Y mas aún, si la toman como una política que alteraría el cuadro de exclusión, desigualdad e injusticia social. Mi premisa inicial es la de que oír a los futuros beneficiarios es una forma eficaz de reflexión sobre los sentidos
que esa política pública asume.

brasil_multi.jpg Información de prensa

Reserva de cupos para estudiantes de escuelas públicas genera polémica
Red ANDI – América Latina, 3 julio 2008

Aprobado el 1er de julio en el Senado, el proyecto de ley que reserva 50% de los cupos de universidades y instituciones federales de educación profesional para egresos de la red pública de enseñanza llega a la Cámara con la presión del lobby de escuelas particulares y bajo críticas de las rectorías de universidades públicas federales. El proyecto garantiza el 50% de los cupos de la enseñanza universitaria federal para quienes cursaron la primaria en escuelas públicas. Dentro de estas cuotas, se proponen reservaciones de cupos para estudiantes afro-descendientes e indígenas, según el porcentaje de estos grupos en cada estado. Para el presidente de la Asociación Nacional de los Dirigentes de las Instituciones Federales de Enseñanza Universitaria (Andifes) y rector de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE), Amaro Pessoa Lins, el proyecto puede hacer bajar el nivel de la enseñanza en el país. Según él, la iniciativa influye en la autonomía de las instituciones y puede generar un incremento en los índices del abandono escolar en las carreras más exigentes. El diputado federal Paulo Renato Souza (PSDB-SP), ministro de la Educación durante el gobierno del ex-presidente Fernando Enrique Cardoso, afirma que propondrá que mitad de los cupos del proyecto sea destinado a alumnos con renta familiar de hasta tres salarios mínimos. “Tenemos hoy un 90% de estudiantes en escuelas públicas, entonces el porcentaje de 50% no es una exageración”, afirmó.
[Gazeta Mercantil (SP), Karla Correia; Folha de S. Paulo (SP); Jornal do Brasil (RJ) – 03/07/2008]
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Polémica en Brasil por ley que asegura cupos universitarios a egresados de colegios públicos
ANSA
La Nación, Chile, 10 febrero 2006

Los rectores universitarios brasileños criticaron un proyecto de ley aprobado por la Cámara de Diputados que reserva el 50 por ciento de las plazas en las universidades públicas para alumnos que cursaron la escuela media en el sistema público, en particular negros e indios.

La ley, que aún debe ser analizada por el Senado, prevé que en cuatro años la mitad de las plazas de las universidades federales deberán ser destinadas a alumnos que cursaron toda la enseñanza media en escuelas públicas. El proyecto prevé también que parte de esas plazas sean reservadas para negros e indios, de acuerdo con la proporción de la población medida por el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística en cada estado. “Nosotros no nos oponemos a las cupos o a las acciones afirmativas, pero se necesita un plazo mayor”, dijo Gustavo Balduino, secretario ejecutivo de la Asociación Nacional de Dirigentes de Instituciones Federales de Enseñanza Superior.

“Además, es preciso respetar la autonomía de las universidades, para permitir que cada una se adapte mejor para recibir a los alumnos por cupos”, agregó.

La propuesta de reforma universitaria, que el ministerio de Educación acordó con los rectores de universidades federales, establece un plazo hasta 2015 para que las cupos entren en vigencia.

Según el representante de los rectores, es necesario crear condiciones reales para la inclusión de estos estudiantes y preparar las universidades para recibirlos, antes de poner en marcha el sistema de cupos. “De lo contrario, el alumno va a entrar en la universidad y salir al semestre siguiente. Se necesitarán más libros, más bibliotecas, más recursos para subsidiar alimentación, transporte y alojamiento”, afirmó.

“También será preciso condiciones pedagógicas, dar refuerzo de clases en las materias en que los alumnos tuvieran más deficiencias”, agregó Balduino.

El ministro de Educación, Fernando Haddad, defendió las cupos, recordó que el proyecto aún no es una ley, y destacó que su ministerio maneja otros plazos para el sistema.

“Todavía no hay nada aprobado. Es un debate ardiente. El Congreso optó por un ritmo más acelerado que nuestra propuesta”, que todavía está a estudio del gobierno.

Haddad defendió la idea de que la adopción de políticas afirmativas, como las cupos, “no perjudican el mérito académico”, como sostienen sus críticos.

“Al contrario, refuerzan el mérito académico. Pero está en discusión el plazo de implementación. El ministerio va a reforzar la mediación para que lleguemos a un buen término, tanto para la sociedad como para las universidades”, explicó.

Sin embargo, Manoel Goncalves Ferreira, de la Universidad de San Pablo, especialista en el tema, sostuvo que al crear cupos para alumnos de escuelas públicas, el gobierno no corrige desventajas históricas de grupos sociales, sino que trata de remediar su propia ineficiencia en dar educación de calidad a la población.

“Esta ley me parece violar el principio de igualdad por exceder lo que sería razonable en una política de corrección de desigualdades”, dijo.

El rector Balduino recordó que el proyecto aprobado por Diputados no prevé ningún criterio de ingreso familiar, por lo un estudiante de familia rica que curse la escuela pública tendría derecho a apelar a las cupos. “Como está, el proyecto va a beneficiar a quien no está en la franja económica y social que interesa al espíritu del proyecto”, afirmó.

Balduino recordó que las universidades federales que ya implementaron la política de cupos, como la de Brasilia, Paraná o Bahía, adoptaron porcentajes muy inferiores a los previstos por el proyecto aprobado.

Por su parte, el presidente de la Federación Nacional de Escuelas Particulares, José Teixeira, dijo que la entidad es favorable a la reserva de plazas para alumnos de escuelas públicas, pero se opone a las cupos raciales. La Federación divulgó una encuesta de la consultora Ibope, que muestra que el 53 por ciento de los brasileños aprueban las cupos para alumnos de escuelas públicas, mientras el 61 por ciento rechaza las cupos raciales, para indios y negros.
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Brasil: Universidad para pobres, negros e indígenas
Cumbres Iberoamericanas de Jefes de Estado y de Gobierno, 2006

La universidad, factor tradicional de reproducción o ampliación de la desigualdad social en Brasil por consolidar la elite de los más ricos, es llamada ahora a operar en sentido opuesto: abrir sus puertas con preferencia por los pobres, negros e indígenas.
Un polémico sistema de cuotas en vías de aprobarse en el Congreso legislativo reserva por lo menos la mitad del cupo de todas las universidades federales, es decir las mantenidas por el Ministerio de Educación, a los alumnos procedentes de la enseñanza secundaria pública, que son una inmensa mayoría de la población estudiantil, pero se convierten en minoría en las universidades estatales.

Las instituciones federales, que ofrecen la mejor enseñanza superior del país, además de gratuita, acogen a 122.000 nuevos alumnos cada año, la mayoría provenientes de escuelas privadas, que son mejores que las públicas impartiendo educación primaria y secundaria.

El proyecto de ley aprobado en la Comisión de Constitución de la Cámara de Diputados determina que, de la mitad de ese cupo destinado a los pobres, se asegurará a los afrodescendientes e indígenas una cuota proporcional a su población en el estado donde se ubique la universidad, según los datos del censo oficial.

La aprobación de ese sistema solo dependía de una confirmación del Senado, donde el trámite es más rápido. Pero los rectores rechazaron el plazo fijado, hasta 2010, para implantar el sistema en sus universidades y exigieron 10 años.

Una negociación promovida por el Ministerio de Educación entre los directivos universitarios y los movimientos estudiantiles y étnicos terminó en un acuerdo salomónico. Las cuotas deberán estar plenamente vigentes a partir de 2012. La implantación será gradual, empezando con el 12,5 por ciento para alumnos de la red pública en 2007 y ampliándose anualmente para alcanzar el 50 por ciento dentro de seis años.

El proyecto así reformado depende ahora de nuevas votaciones en la cámara baja y el Senado, pero nada es seguro. La iniciativa acentuó la polémica que se prolonga desde la década pasada sobre la validez y eficacia de esa ”acción afirmativa” o ”discriminación positiva”, como vía para superar la desigualdad que somete a la población negra a la pobreza más aguda.
Brasil, con más de 184 millones de habitantes, está en el lugar 65 del Índice de Desarrollo Humano medido por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en 175 países.

Pero ese es un promedio que oculta las diferencias entre la población afrodescendiente, que ocuparía la posición 107 y la blanca, en el puesto 46, según Marcelo Paixâo, coordinador del Observatorio Afrobrasileño y profesor de economía en la Universidad Federal de Río de Janeiro.

Adoptar criterios raciales es inconstitucional, argumentan los opositores, recordando que la selección para la universidad debe basarse en el mérito. La solución sería mejorar la calidad de la enseñanza pública para poner a los pobres en condiciones de igualdad para competir con los alumnos de escuelas privadas, opinan muchos.

No hay inconstitucionalidad, porque no se excluye a nadie y todos se someten a la selección, y se trata de combatir la desigualdad y la pobreza, contrarrestan juristas como Fabio Comparato, de la Universidad de Sao Paulo.

Las cuotas son absolutamente necesarias en un país donde los negros casi no existen en las universidades públicas, afirmó a IPS Geraldo Rocha, coordinador de proyectos en el no gubernamental Centro de Articulación de Poblaciones Marginadas. En el noroccidental estado de Bahía, donde los negros son mayoría, solo alcanzan tres por ciento de los estudiantes universitarios, ejemplificó.

Pero no bastan las cuotas. Experiencias como la de la Universidad Estadual de Río de Janeiro, que adoptó el sistema hace algunos años, no obtuvieron buenos resultados porque muchos negros tuvieron que abandonar los estudios por falta de condiciones económicas para permanecer, observó Rocha.

Son indispensables las becas u otras formas de ayuda que permitan a los estudiantes pagar el transporte desde su casa a la universidad, la comida durante las clases, libros y otros materiales escolares. ”Sin eso el acceso a la universidad sigue siendo una ilusión”, explicó.

En la defensa de la ley de cuotas se destaca la Unión Nacional de Estudiantes, que representa a los universitarios, y la organización católica Educación y Ciudadanía de Afrodescendientes y Necesitados, que realizó cursos de preparación a la universidad en comunidades negras y pobres, principalmente en la periferia de la meridional Sao Paulo.

Tales cursos, que mejoran el acceso a universidades públicas hasta ahora casi monopolizadas por las capas más ricas, y la ampliación de las becas gubernamentales para alumnos pobres en instituciones privadas son algunas iniciativas que están ampliando la cantidad de universitarios pobres.

Un reportaje del cuaderno juvenil Megazine, que publica el diario O Globo de Río de Janeiro, informó a fines de febrero que ya hay 23 universidades públicas, federales y estaduales, que ofrecen algún tipo de cuotas para negros, personas con deficiencias, mujeres e indígenas.

Es un movimiento creciente que culminaría con las cuotas de 50 por ciento en las universidades federales, la crema de la educación y la investigación académicas en este país.

Brasil registró en los últimos años un fuerte aumento de estudiantes universitarios, que en 2003 ya sumaban 3,88 millones, pero el 70,7 por ciento de ellos estaban en instituciones privadas. La paradoja es que los pobres tienen más acceso a esas casas de estudio que a las estatales gratuitas.

Otra idea, que los alumnos de las universidades públicas también paguen su matrícula pues en su mayoría son ricos o de clase media, enfrenta un rechazo insuperable. La tendencia es entonces promover el acceso de los pobres a esas instituciones.

Pero el antropólogo Peter Fry, de la Universidad Federal de Río de Janeiro, advierte sobre el riesgo de adoptar criterios raciales en la atribución de derechos y en la legislación, en un país que había avanzado mucho en una ideología sin razas. Puede producir un retroceso al fortalecer las creencias raciales, señaló. (Mario Osava/IPS)
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Polémica en Brasil por un plan a favor del ingreso universitario de negros e indios Clarin.com, Argentina, 11 febrero 2006

Reserva el 50% de cupos para alumnos de escuelas públicas, en particular de esas razas.
Eleonora Gosman. SAN PABLO. CORRESPONSAL
[email protected]

Los rectores de las Universidades federales brasileñas se oponen a instituir un sistema de cuotas que beneficie el ingreso de jóvenes de la secundaria pública, de negros y de indios. El proyecto integrador, aprobado esta semana por el Senado y que debe ser votado ahora en Diputados, generó una doble discusión en el ámbito de la enseñanza superior brasileña.

Algunos sostienen que la política de cupos para egresados de las escuelas estatales y jóvenes de color irá a provocar un descenso en la calidad de la enseñanza universitaria brasileña, “al nivelar para abajo”. Otros en cambio ven el problema en cómo probar que el alumno sea realmente de origen negro o indio.

En esta polémica tallan hasta los genetistas brasileños, quienes han afirmado que el 86 por ciento de la población brasileña posee más de 10 por ciento de genes africanos. Para complicar las cosas un estudio que se realizó en Porto Alegre, en un grupo de negros y pardos, reveló que éstos tenían más de 50 por ciento de genes procedentes de ancestros europeos.

¿Por qué semejante polémica? En parte porque, según sostienen en los medios universitarios, un estudiante que fracasó en el examen de ingreso podría verse tentado a conseguir su vacante con el argumento de ser descendiente de africanos o amerindios.

El presidente de la Sociedad Brasileña de Genética, Francisco Salzano, confirmó a la prensa que en Brasil no se efectúan aún análisis de marcadores de ADN para probar el origen racial, que sí se realizan en Estados Unidos y en Europa.

El proyecto de ley, que ya tiene media sanción, fija un cupo de 50% de vacantes universitarias para chicos brasileños que estudiaron en escuelas públicas. Dentro de ese paquete se incluyen las plazas para estudiantes de raza negra o descendientes de indios, en una proporción que dependerá de la cantidad de habitantes de color, por región o por provincia. La norma establece cuatro años para el concretar el proyecto integrador. Los rectores de las universidades federales sostienen que “es un tiempo demasiado corto”.

El gobierno de Lula da Silva defendió, a través de su ministro de Educación Fernando Haddad, la necesidad de adoptar una “política afirmativa” en el campo educativo, que integre pobres, indios y negros. “El sistema de cuotas no perjudicará el nivel académico” subrayó el funcionario.

Algunos rectores universitarios sostienen que se dará lugar a alumnos “que entrarán en la universidad para abandonarla en un semestre. En tanto, serán necesarios más libros, más bibliotecas, más recursos para subsidiar alimentación, transporte y alojamiento”. En el Congreso, la oposición a Lula da Silva intenta frenar el proyecto integrador. “Así como está planteado hiere el derecho de igualdad de todos los brasileños”, sostuvo el diputado Rodrigo Maia, líder del derechista Partido del Frente Liberal.
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¿Brasil a dos colores?
Robert Plummer, BBC, Sao Paulo, 25 septiembre 2006

Una universidad que lleva el nombre de un esclavo rebelde del siglo XVII está en el centro una controversia sobre la compleja identidad racial de Brasil.

El centro de estudios, Unipalmares, abrió sus puertas en 2003 como una institución privada en el distrito pobre de Luz, en Sao Paulo.
Sus aulas simples y las computadoras colocadas sobre los escritorios la asemejan a cualquier institución educacional brasileña.

Pero lo que distingue a este centro es que reserva el 50% de sus plazas para estudiantes de raza negra, un reflejo aproximado de la composición de un país en el que la mitad de sus 183 millones de habitantes tiene esclavos africanos como antepasados.

Brasil es, fuera de África, el país con el mayor número de personas de ascendencia africana. Pero hay pocos negros en la cima de la pirámide social

El rector de la universidad, José Vicente, dice que se busca proveer de educación superior a brasileños desfavorecidos, en especial a los de raza negra.

“Nos hemos convertido en punto de referencia en cuanto a las oportunidades educativas que ofrecemos a las minorías que aún están aquejadas de limitaciones en nuestro país”, explicó Vicente.

“Sería difícil para gran parte de la población -agregó- encontrar cupo en otras universidades”.

“Acción afirmativa”

Brasil es, fuera de África, el país con el mayor número de personas de ascendencia africana. Pero hay pocos negros en la cima de la pirámide social, incluyendo el gobierno, el parlamento, los servicios públicos y las fuerzas armadas.

BRASIL EN COLORES
Blancos: 93 millones
Negros: 11 millones
Mestizos: 76 millones
Otras razas: 2 millones
Fuente: Sondeo oficial brasileño de 2004

Las personas de raza negra continúan socialmente en desventaja. El año pasado, un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo dio a conocer que existe una disparidad económica enorme entre la población de raza blanca y la de raza negra.

Esto ocurre a pesar de que la mezcla racial ha sido una constante en los cinco siglos de historia del país, lo cual hace que muchos de los brasileños no se considere ni enteramente blancos ni enteramente negros.

Para algunos, Unipalmares es una oportunidad de transformar el hecho de que los brasileños negros se encuentren en lo más bajo de la jerarquía social.

Se pretende extender esa política de equidad racial a los servicios públicos, el sector privado y hasta la televisión

Para otros, es una amenaza a la misma naturaleza del país.

Según estos últimos, se pretende reemplazar la venerada noción brasileña de “democracia racial” por una “acción afirmativa” estilo estadounidense que polarizará a la población y obligará a muchos a definirse como blancos o negros.

El tema ha cobrado reciente relevancia por los intentos del Congreso brasileño de establecer cuotas raciales en otras universidades.

Incluso se pretende -con el apoyo del presidente Luiz Inacio Lula da Silva- extender esa política de equidad racial a los servicios públicos, el sector privado y hasta la televisión.

Clases vespertinas

El rector José Vicente espera que el millar de estudiantes de Unipalmares se convierta en los gerentes y empresarios del futuro.

No tendría la oportunidad de estudiar si no fuera por Unipalmares
Clayton Amaral Simoes, estudiante

La universidad ya tiene acuerdos con tres bancos – HSBC, Bradesco e Itau- que ofrecen pasantías a los estudiantes, los cuales asisten a clases vespertinas ya que trabajan durante el día.

Clayton Amaral Simoes, de 29 años de edad, está en el primer año de sus estudios. Se ha desempeñado como cajero en una panadería y cocinero de la cadena Pizza Hut.

Ahora labora en un centro telefónico perteneciente a Atento do Brasil , la compañía propiedad de la empresa española de telecomunicaciones Telefónica.

Él espera que sus estudios de administración financiera lo ayuden a encontrar un mejor puesto dentro de esa misma rama.

“Me gustaría hacer algo que implique liderazgo de equipo, dijo, y agrego: “Lo que aprendo lo puedo aplicar en la firma. Es genial. No tendría la oportunidad de estudiar si no fuera por Unipalmares”.

Dos colores

Un nuevo best seller escrito por el periodista Ali Kamel y titulado “No somos racistas” exponen los argumentos en contra de las cuotas raciales.

El autor alega que, según estadísticas oficiales, el 42% de los brasileños no se identifica ni como blanco ni como negro, sino como mestizo.

Kamel asegura que los brasileños son “un arco iris total” y rechaza la idea de etiquetar a las personas no blancas automáticamente como negras.
La cubierta define al libro como “una reacción contra aquellos que nos quieren convertir en una nación a dos colores”.

Pero Vicente estima que “la sociedad brasileña sí es una nación a dos colores. Siempre lo ha sido desde el punto de vista de los privilegios, el acceso y el estatus social”.

Según el rector, “si miramos todas las áreas de prestigio y los valores sociales, se trata de un sistema en el que los blancos están en la cima y todos los demás debajo”.

Pero, “esto no se puede mantener porque los que está abajo quieren cambios”, añade. “El país explotará si se siguen manteniendo los privilegios para unos pocos de una clase social mientras la mayoría sigue sin acceso a los privilegios”.

Académicos

En el medio académico, la polémica sobre las cuotas raciales continúa.

El país explotará si se siguen manteniendo los privilegios para unos pocos
Jose Vicente, rector de Unipalmares

El antropólogo Peter Fry, de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, lamenta que el país no haya intentado combatir el racismo con campañas públicas al estilo de las efectuadas con el SIDA.

“Siempre consideré que Brasil podría resolver este problema de otra manera, sin tener que legislar sobre él, lo cual es inmensamente peligroso”, declaró al diario Folha de Sao Paulo.

Entretanto, Antonio Sergio Alfredo, sociólogo de la Universidad de Sao Paulo, cree que una ley sobre cuotas raciales trataría de regular demasiados aspectos de la vida, y que no estaría bien regulada.

Sin embargo, piensa que la “acción afirmativa” puede resultar eficaz si la gente es capaz de definir su color sin mayores complicaciones.
“Lo que estas políticas hacen es aceptar las autodeclaraciones como una realidad. En este sentido, no hay problemas”, manifiesta.

Y explica: “Pero si la gente empieza a establecer tribunales y comisiones para decidir el color de los demás, entonces ahí empieza la complicación”.

Por primera vez desde que Brasil aboliera la esclavitud en 1888, existe la posibilidad de que por ley se intente reducir las diferencias sociales entre personas blancas y negras.

Pero si la legislación no se perfila con sumo cuidado podría terminar haciendo más daño que aportando beneficios.

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