La necesidad de reinventar las universidades para la sociedad del aprendizaje
A medida que se acerca el 2030, las universidades se transformarán cada vez más en centros de investigación en hiperred, más centrados en las necesidades humanas y en sintonía con el rápido cambio tecnológico y social que transforma los asuntos globales.
En esta era de IA y automatización y la continua democratización del conocimiento, la respuesta no es simplemente aprovechar las herramientas digitales, sino repensar lo que las universidades deberían ser y llegar a ser.
Guardianes del conocimiento a facilitadores del aprendizaje
Los límites tradicionales entre las instituciones postsecundarias se están transformando. La universidad ya no es la propietaria exclusiva del conocimiento. Los silos disciplinarios continúan erosionándose a medida que el aprendizaje interdisciplinario continúa creciendo.
El aprendizaje ya no es una actividad de una sola vez; ahora es una práctica continua. La necesidad de rutas de aprendizaje accesibles, aplicables y basadas en habilidades está remodelando la relación entre las instituciones postsecundarias, la sociedad civil y los estudiantes.
Las universidades abiertas, como la Open University en el Reino Unido, demuestran que todas las personas pueden acceder a la educación superior a través del acceso abierto, global e inclusivo. MIT OpenCourseWare demuestra que ninguna institución tiene ya el monopolio del conocimiento.
Los estudiantes de hoy son agentes que controlan su propio aprendizaje. Son aprendices de por vida, que esperan experiencias de aprendizaje flexibles, desafiantes y relevantes. La sociedad del aprendizaje es nuestro futuro.
El sector de la educación superior debe ser más flexible, más democrático, multidimensional e interdisciplinario para servir a los estudiantes de hoy como centros de aprendizaje para el aprendizaje permanente.
La tecnología ha facilitado el acceso a la información con sistemas como ChatGPT, Khan Academy y MOOC, por nombrar algunos. Lo que ha surgido es un nuevo modelo basado en la necesidad de las universidades de innovar para adaptarse a las necesidades cambiantes.
Cada universidad debe alejarse de su rol tradicional como guardianes del conocimiento para convertirse en facilitadores del aprendizaje, de modo que los estudiantes puedan adquirir conocimientos y habilidades en un mundo cada vez más caracterizado por el riesgo, la incertidumbre y la complejidad.
Del aprendizaje transaccional al aprendizaje transformacional.
Si bien la mayoría de las instituciones han incorporado tecnologías digitales, con demasiada frecuencia constituyen meras adiciones superficiales y no facilitan los impulsores del cambio. Parte de este cambio consiste en pasar de la enseñanza pasiva, basada únicamente en conferencias, al aprendizaje activo, personalizado y con conciencia ética.
Este cambio requiere un cambio de mentalidad que acepte el aprendizaje permanente como un derecho humano y considere el conocimiento como un requisito básico para la vida, como la alimentación y la vivienda.
En «Un ideal superior para la educación superior» , planteo el argumento de que la labor de una universidad no puede limitarse a su utilidad para la economía.
Tiene que estar trabajando hacia el crecimiento intelectual, social y emocional de la persona en su totalidad. Ese ideal es uno que desafía a las universidades a reconsiderar cómo diseñan cursos, abordan el aprendizaje y promueven la buena ciudadanía.
La Universidad Estatal de Arizona, por ejemplo, ha rediseñado el acceso y la flexibilidad a través de plataformas habilitadas para IA, modelos híbridos y modularidad en su acreditación. Sin embargo, lo que es más importante, ha hecho de la equidad, la innovación y el impacto social los sellos distintivos esenciales de las universidades actuales.
La creatividad humana a disposición de todos
A medida que la IA mejora a un ritmo rápido, la necesidad de la creatividad humana se destaca aún más en la empatía, el juicio y la resolución creativa de problemas para abordar los problemas más intratables que enfrenta la humanidad.
En Human Creativity as a Renewable Resource , argumenté que la creatividad, como el aprendizaje permanente y para toda la vida, no es un privilegio sino una necesidad para el bienestar de los individuos y las comunidades.
También es una necesidad para la educación en la era digital. Las universidades de 2030 deben fomentar entornos de aprendizaje que alienten la experimentación, la investigación interdisciplinaria y la reflexión crítica.
Se trata de permitir a los estudiantes realizar investigaciones abiertas, proyectos de innovación social y aprendizaje experiencial que combinen teoría y práctica.
El aprendizaje no solo debe evaluarse mediante exámenes sumativos y evaluaciones formativas, sino también mediante portafolios, proyectos, trabajo de campo y participación cívica para producir estudiantes más integrales.
La ética de la innovación
Necesitamos sopesar la perspectiva del cambio digital frente a una clara comprensión de sus riesgos. El despliegue responsable de la tecnología es importante. Las aplicaciones basadas en IA amplían el acceso y permiten formas de aprendizaje más integrales, innovadoras y profundas, pero pueden reforzar las desigualdades si no se gestionan adecuadamente.
El documento de la UNESCO Futuros de la Educación hace un llamado a un “nuevo contrato social para la educación” que sea inclusivo y sostenible.
Las universidades deben intensificar su misión de educar y convertirse en instituciones de aprendizaje basadas en la ética, donde las preguntas sobre las bases de la tecnología, el poder y la justicia se lleven a un debate racional y se sometan a un análisis riguroso.
En el Sur Global, la colaboración entre la universidad y la comunidad ha comenzado a demostrar lo que es posible en el compromiso de la capacidad universitaria para abordar problemas sistémicos. Las iniciativas de justicia climática de la Universidad de Ciudad del Cabo ofrecen un ejemplo de investigación, docencia y promoción combinadas para beneficiar a los actores globales y locales.
Al consolidar sistemas educativos más avanzados y basados en algoritmos, debemos insistir en que los datos se utilicen de forma abierta, equitativa y ética.
Las alfabetizaciones del futuro.
Informe sobre el Futuro del Empleo 2025.El Foro Económico Mundial predice que, para finales de la década, capacidades como el pensamiento sistémico, la inteligencia emocional y el discernimiento digital serán cruciales.
Estas no son habilidades técnicas, sino habilidades humanas fundamentales que deben adquirirse mediante el aprendizaje interdisciplinario, reflexivo y colaborativo.
Los estudiantes deben aprender a desafiar suposiciones, argumentar éticamente y trabajar en diferentes culturas. La evaluación debe cambiar para cumplir estos fines. Las pruebas estandarizadas deben dar paso a medidas de aprendizaje más reales a medida que avanzamos hacia estudios de caso, simulaciones, experimentación de políticas y becas públicas.
La universidad de 2030 debe aspirar a la prosperidad educativa: una visión de crecimiento impulsado por las personas, la responsabilidad social y la renovación creativa. Esto requiere que las instituciones se planteen preguntas desafiantes:
• ¿Para qué tipo de sociedad estamos preparando a los estudiantes?
• ¿Qué valores dirigen cómo usamos la tecnología?
• ¿Cómo garantizamos que el futuro del aprendizaje sea relevante, adaptable e inclusivo?
Estas no son preguntas periféricas. Son la base de la reinvención educativa.
Un llamado a la innovación y la ética
Las universidades del 2030 estarán a la altura del desafío de convertirse en centros de aprendizaje hiperconectados que sean sensibles a las responsabilidades globales de la humanidad, o correrán el riesgo de volverse irrelevantes, desplazadas por opciones de aprendizaje más flexibles.
El futuro no es solo una cuestión de innovación tecnológica. Es una cuestión de coraje pedagógico, imaginación ética y reafirmación de la educación en todos los niveles como un bien común.
Y necesitamos restaurar la universidad a su lugar apropiado, no solo como un lugar para transmitir conocimiento, sino para transformar a la persona en su totalidad; no solo para producir trabajadores del conocimiento, sino para producir los líderes del mañana que puedan ejercer una toma de decisiones ética rigurosa y un liderazgo de pensamiento.
Patrick Blessinger es presidente y científico jefe de la Asociación Internacional de Enseñanza y Aprendizaje de la Educación Superior (HETL) en los Estados Unidos.
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