El rector de la Universidad Rey Juan Carlos: “Necesitamos recibir, mínimo, el doble de financiación”
La institución comandada por Javier Ramos dispone de 2.100 euros por alumno al año, tres veces por debajo de la media nacional, por la asfixia del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso
El catedrático de telecomunicaciones Javier Ramos (Madrid, 59 años) arrancó en 2017 su primer mandato como rector de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), en el sur de Madrid, con el escándalo entre manos del caso Cifuentes, al que siguieron otros; y termina el segundo sin abrir telediarios, una mejor reputación y un problema mayúsculo compartido con las otras cinco universidades públicas de Madrid: la asfixia financiera del Gobierno de Isabel Ayuso. La URJC (41.000 estudiantes) cerró 2023, según su liquidación de presupuesto, con un ajuste de -43,9 millones entre derechos y obligaciones; pero, con el remanente que ahorraron sus predecesores, Ramos considera que no tendrán un problema de flujo de caja en tres años. Luego, se asoma el precipicio en el que están otras universidades.
Paradójicamente, aunque se la conoce como “la universidad del PP”, es la peor costeada por un ejecutivo autonómico de España: 2.100 euros por alumno y año, frente a los 6.100 de media nacional. En este escenario, el próximo domingo, 20 colectivos y sindicatos han llamado a manifestarse a la comunidad universitaria madrileña. Y mientras, los rectores aguardan una reunión con la Consejería de Educación ―tras una agónica subida del presupuesto de un 4,2%― que se demora ya un mes.
Pregunta. Escribe el catedrático Carlos Ramió en La privatización de la universidad que la sociedad no observa el declive del sistema universitario público porque está “ocupada en asimilar los profundos cambios socioeconómicos y distraída con el crispado teatro de la política nacional”. ¿Está de acuerdo?
Respuesta. Sí, pero añadiría más. Si hay demasiada desigualdad, el sistema se tensa y deja de funcionar. Puedes pensar que a las rentas altas, si no tienen una visión solidaria, les es indiferente la universidad pública porque son afortunadas. Pero, en realidad, si desatendemos a las universidades públicas, los ricos y los pobres van a ser más pobres. Estamos haciendo un papel razonable, pero ya no somos un motor tan potente como lo éramos hace 30, 20 años.
P. Un estudio del Ministerio de Ciencia dice que en Madrid o Cataluña por cada euro invertido en sus universidades retornan cinco a la sociedad. ¿Por qué entonces son las peor invertidas?
R. Diría que no se están pensando bien las inversiones públicas, pero esa sería una charla con los responsables políticos. Prefiero pensar en qué es lo que estamos haciendo mal las universidades para corregirlo. Y creo que no estamos sabiendo convencer al votante, al empresario, al padre o madre y tampoco al político de la necesidad de invertir en nosotros. Aunque luego en España no tenemos duda de que si tienes formación, tus posibilidades son mayores.
P. ¿Se hubiese presentado ahora a estas elecciones? Quien prometa en campaña una gran instalación o programas de estabilización miente, no hay dinero.
R. Los retos, lo he demostrado, me llaman. No me imagino un futuro para mi universidad peor de lo que hemos hecho frente en estos últimos ocho años.
P. Pero el panorama es tremendo. Sobreviven gracias a unos ahorros, pero cuando se terminen…
R. No tenemos un problema a corto plazo. La Rey Juan Carlos, antes de que yo estuviese al frente, tenía una política de ahorrar sin un objetivo. Alguien tendrá que explicarla. Esa fue una de mis faltas de entendimiento con los gestores anteriores. Yo he hecho una política de inversiones con sentido. En estos momentos, en indicadores objetivos, somos la universidad más eficiente que hay, yo diría, que de toda Europa: en artículos científicos indexados por cada millón de euros que ingresamos, tenemos la segunda tasa de empleabilidad más alta de España… Si analizamos los ingresos corrientes, ingresos garantizados cada año, y los gastos comprometidos cada año, yo estimaría que estamos en una decena de millones en estos momentos [de pérdidas]. Pero tenemos un remanente.
R. ¿Cuánto pueden estirar esos 100 millones?
R. Es bastante más, entre 100 y 200 millones. Tenemos margen para ajustar. En 2018 hicimos un plan de inversiones de, creo recordar, 180 millones y lo estamos ejecutando, algunas inversiones llevan más de cinco años. Diría que el 80% del remanente lo tenemos comprometido en inversiones que garanticen que el servicio que vamos a dar es mejor. Por lo tanto, solo nos queda un 20% para aguantar. Estimo que en tres años no vamos a tener ningún problema financiero de flujo de caja; pero luego hay que hacer algo. Hay que tener un modelo de financiación.
Somos la universidad más eficiente que hay, yo diría, que de toda Europa
Coges cualquier universidad pública, miras cuánto le da su comunidad autónoma, divides entre el número de estudiantes y sale un número entre 5.000 y 10.000 euros. En Europa, significativamente superior. La Rey Juan Carlos es la única universidad de toda España que recibe 2.100 euros y eso que la cifra ha aumentado en los últimos ocho años [han bajado ligeramente los alumnos por decisión propia]. Los números son escandalosos. Tenemos que recibir necesariamente, mínimo, el doble de financiación.
Le estamos pidiendo a nuestros profesores que den el doble de clases, que investiguen el doble
P. La Consejería de Educación argumentaba en época de Cristina Cifuentes que el problema era el crecimiento desmedido del número de estudiantes en la URJC.
R. Cuando llegué, crecíamos en 5.000 estudiantes al año y nos hemos estabilizado. No es sostenible que en España la formación de un estudiante de la pública sea financiada con entre 5.000 y 10.000 euros, salvo en una universidad, la mía. ¿Por qué hemos llegado a esta situación? Se dejó de tener un modelo [de plantilla] en el 2006. La Complutense, la Autónoma… tienen problemas financieros, pero un traje adecuado. A nosotros no nos cabe el traje, porque nos lo hicieron cuando teníamos ocho años y tenemos 27. ¿Y cómo aguantamos esto? Pues porque le estamos pidiendo a nuestros profesores que den el doble de clases, que investiguen el doble, que cobren la mitad…
Cuando llegué, teníamos muy pocos catedráticos, algunos titulares y muchos visitantes. Si quiero que el sur de la Comunidad de Madrid sea próspero, no puedo poner a dar clase a una persona que acabó la carrera el año pasado. Necesito un investigador que esté trabajando en las proteínas que resolverán el problema de la diabetes y que, no solo ayude a las pymes del sur de Madrid a hacer fármacos, sino que cuente en su clase la tecnología o la ciencia de hoy. Por eso, el gasto corriente ha subido.
P. En cinco años va a haber en Madrid más alumnos pagando 20.000 euros al año por estudiar Medicina en la privada, que en la pública. El panorama va a ser muy distinto.
R. Podemos ver un enfoque de justicia, que es legítimo y que por supuesto hay que hacer. Pero también, dentro de 10 años, quiero tener el mejor sistema sanitario: los mejores doctores, enfermeros, técnicos de equipamiento hospitalario… Y si estoy seleccionando a esos médicos, solo dentro de las rentas altas, estadísticamente voy a tener peores resultados que si lo hago entre las rentas altas, medias y bajas. Aunque creo que tener determinadas iniciativas privadas en sanidad favorece el funcionamiento de la pública.
P. En muchas comunidades hay un gran desajuste entre las tasas de empleabilidad y el número de plazas en las carreras. En Madrid puedes estudiar Psicología en 10 facultades. ¿No se condena a los jóvenes al paro?
R. Hay un problema de planificación nacional o autonómico y hay que mirar a largo plazo. Gracias a que tuvimos facultades de Matemáticas, tenemos hoy capacidad de jugar un papel en inteligencia artificial. Pero también hay un problema de gobernanza en las universidades públicas. Básicamente, porque los responsables de los departamentos, las facultades y los rectores son elegidos mayoritariamente por las personas que tienen puestos estables [catedráticos y profesores titulares], y estos tienen una resistencia ―mayor de la deseable― al cambio, a adaptarse a las necesidades reales de la sociedad.
No tengo una propuesta concreta sobre cómo cambiar la gobernanza, pero tenemos una resistencia al cambio, a ofertar titulaciones, hacer investigaciones o hacer transferencia en sectores donde ya estamos bien dotados y no donde identificamos necesidades sociales. Sería deseable cambiarla; esperaba que en la LOSU [Ley Orgánica del Sistema Universitario (2023)] se hubiera introducido algo de eso, pero no.
P. ¿Tanto supone la URJC para el cinturón industrial del sur de Madrid?
R. Esa anécdota, no es una categoría, es absolutamente real. Cuando uno organiza un acto de graduación en otras universidades, con reservar tres asientos por cada persona graduada es suficiente. No hay mayores demandas. En la Rey Juan Carlos, cuando hacemos una graduación mínimo, mínimo, hay que reservar cinco asientos por cada graduado. Muchas veces son los primeros que se gradúan en su familia, lo cual abre un abanico de oportunidades. Por eso van todos los abuelos, los primos…
0 Comments