Voces y argumentos en torno a resultados de la educación
Enero 13, 2025

Raúl Figueroa, miembro del equipo de Matthei: “La alteración de prioridades en educación, que proviene de las reformas de Bachelet, explica que estemos estancados”

El exministro de Sebastián Piñera dice que Chile está estancado en términos de aprendizaje, a propósito de los resultados de la PAES. Y sostiene que una de las causas ha sido que para el Gobierno la educación no ha sido prioritaria y que los énfasis que ha puesto el Mineduc han sido erróneos. En esa línea, señala que dar solución a la problemática del CAE o la deuda histórica a los profesores no son de primer orden, sino que responde a beneficiar a “grupos de presión”. Pone como raíz de la problemática las reformas de Bachelet y cuestiona a los actuales dirigentes de La Moneda: “Ellos hicieron de la educación un eslogan. Y cuando han llegado al poder, la política educativa quedó totalmente al margen”.

Por , 12 de enero de 2025Raúl Figueroa Salas es parte de un equipo de trabajo que hace meses viene colaborando con ideas y propuestas a incorporar en un programa de gobierno para Evelyn Matthei, en el marco de la nueva carrera presidencial que protagonizará la exalcaldesa de Providencia.

El abogado es parte de la comisión encargada de presentar iniciativas en un área sensible, como es la educacional, aportando desde su trayectoria al interior de lo que fue el segundo gobierno del expresidente Sebastián Piñera, donde ejerció tanto como subsecretario como ministro de esa cartera.

Si bien el actual director ejecutivo del Instituto UNAB de Políticas Públicas dice que es una colaboración más bien externa, sí señala que ha puesto a disposición su experiencia en la materia, en la que tiene una visión crítica del rumbo que han tomado las políticas educacionales en los últimos años.

Raúl Figueroa, por ejemplo, dice que debe haber un cambio en las prioridades que se han tomado en materia de educación y dice que el país está estancado en materia de aprendizaje, tomando de ejemplo los resultados que se conocieron esta semana con la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES), que exhibió que se mantienen las altas brechas entre los distintos establecimientos educacionales.

—¿Qué lecciones se deben sacar de los resultados de la PAES?

—Lo primero es que la PAES se ha instalado bien en el sistema. Recordemos que esta es una prueba nueva, que reemplaza a la PSU, que había acumulado una serie de críticas. Se trata ahora de un sistema completo con muchas novedades, debido a que el proceso es más flexible. La prueba, por otra parte, tiene otras características, que hace que se centre mucho más en las competencias y habilidades. La buena noticia es que los cambios al sistema de admisión se han ido instalando bien en el sistema y creo que van a ir favoreciendo cada vez más a los jóvenes en su proceso de postulación.

Dicho eso, hay conclusiones que sacar desde los resultados. Siguen subsistiendo las brechas entre el mundo particular pagado y el resto del sistema educativo. Y creo que en eso es muy importante no perder de vista que las brechas no dependen del instrumento, sino de un asunto más profundo, que es la calidad de la educación a nivel parvulario y a nivel escolar. Por lo tanto, el esfuerzo que debe hacer el país para cerrar esa brecha tiene que ver con cómo mejoramos la calidad de nuestra educación escolar y cómo ponemos ahí el foco de los aprendizajes.

“Y otra cuestión preocupante es la baja sistemática en los resultados de comprensión lectura. Eso es una luz de alerta y los resultados también nos indican que hay que poner muchos esfuerzos en cómo desde la primera infancia generamos una cultura y una política educativa adecuada para que la comprensión lectora esté como un eje principal”, añade Raúl Figueroa.

—¿Se puede decir que esta es una prueba que mide la calidad de la educación?

—La prueba está diseñada para predecir el rendimiento futuro de los alumnos en la educación superior. No es una prueba diseñada para medir la calidad ni para comparar un colegio con otro. Pero evidentemente el hecho de que más alumnos de un tipo de establecimiento accedan a la educación superior, entre otras cosas, gracias al resultado que obtienen en la prueba, es una medida de que esos proyectos están siendo exitosos y por eso la señal de calidad que entregan es una que es atendible y debe ser revisada.

Bajo rendimiento de liceos emblemáticos: “Ha habido una lamentable normalización de la paralización y la violencia”

Los resultados de la PAES evidenciaron también la fuerte caída en el rendimiento que han tenido los liceos emblemáticos. Por ejemplo, el Instituto Nacional quedó en el lugar 303 a nivel nacional, mientras que el Liceo 1 en el 924.

“Lo que ha pasado con los liceos emblemáticos es a mi juicio dramático”, dice Raúl Figueroa. El exministro dice que, en todo caso que, al margen de los resultados de la PAES, hay otros hechos objetivos que dan cuenta de un lamentable deterioro en esos establecimientos.

“Y me refiero a la lamentable normalización que se hizo durante mucho tiempo de la paralización y de la violencia en esos establecimientos. Se hizo costumbre que se podían paralizar los establecimientos, que las clases se interrumpían sistemáticamente por hechos de violencia, como los overoles blancos. Y creo que es innegable que la normalización de la violencia, de la cual personas que hoy ejercen cargos de autoridad fueron parte, generó un impacto muy directo y negativo en el rendimiento de los liceos emblemáticos”, dice Raúl Figueroa.

—Esa baja en el rendimiento de los liceos emblemáticos se aprecia que se da a partir de 2011, y desde ahí en adelante ha habido dos gobiernos de la derecha…

—No tiene tanto que ver con los gobiernos sino con la normalización de la paralización y de la violencia. Recordemos cuando para enfrentar la violencia se tramitó la Ley Aula Segura, que lo hace es entregarle atribuciones a los directores de los establecimientos para que en casos graves de violencia, los alumnos que participan en esos hechos puedan ser marginados del establecimiento. Pero cuando se tramitó esa ley, la oposición fue muy dura respecto de esa iniciativa. Y hasta el día de hoy hay muchos que dicen que no es posible tomar medidas disciplinarias respecto de los alumnos que ejercen esos niveles de violencia.

Y por tanto, al margen de quien haya estado en los gobiernos, a mí me consta al menos que durante el gobierno del presidente Piñera se tomaron medidas legislativas y administrativas para apuntar a reponer la disciplina y el rigor. Pero esas medidas fueron tremendamente resistidas por la oposición de entonces y que son las mismas personas que hoy están en el gobierno.

“Lo que ha pasado con los liceos emblemáticos es a mi juicio dramático”, dice Raúl Figueroa.
“Ellos hicieron de la educación un eslogan. Y cuando han llegado al poder, la política educativa quedó totalmente al margen”

—Algunos expertos dicen que se está llegando 20 años tarde para revertir la brecha que hay entre los tipos de establecimientos. ¿Lo ve así?

—Efectivamente Chile está estancado en sus resultados de aprendizajes desde hace ya alrededor de una década. Y mientras no pongamos todo el foco de la política pública en lo que ocurre en la sala de clases y recuperamos los aprendizajes como una prioridad del proceso educativo, estas brechas con seguridad se van a seguir manifestando de la misma manera.

Por yo he sido muy crítico de cómo se ha llevado a cabo la política educativa en este período. Creo que desde las reformas de la presidenta Bachelet en su segundo gobierno en adelante, el foco del debate educativo se trasladó hacia una cuestión estructural que no dice relación con las verdaderas necesidades de las escuelas. Eso hizo que se desviaran las prioridades, dejando de lado los aprendizajes que a mi juicio debieran ser elemento central de la política educativa y de lo que ocurre en una escuela. Esa alteración de las prioridades es lo que explica que estemos estancados en los resultados. Y ese estancamiento perjudica ciertamente  a los jóvenes más vulnerables que necesitan un sistema educativo que les entregue formación y oportunidades.

—¿En qué se ha reflejado esa alteración de prioridades?

—Cuando hablamos de prioridades hay dos problemas grandes. Uno es que la educación no es prioritario dentro del debate público, y eso tiene un conjunto de consecuencias que son negativas. Por un lado, cuando la educación deja de ser prioritaria para un gobierno la señal que se da para las familias es que el proceso educativo no es relevante. Eso se refleja, por ejemplo, en una baja sostenida que tenemos en la asistencia y lo difícil que ha sido recuperar este ítem después de la pandemia. Porque si para el Gobierno no es prioritario, las familias van perdiendo ese nexo y dejan de priorizar la educación como un elemento central.

—¿Dice que para este gobierno no puso como prioridad la educación?

—Para el gobierno la educación no ha sido prioritaria y llama mucho la atención. Sobre todo considerando que para quienes están hoy en el Gobierno, la agenda educativa es la que de alguna manera los hizo aparecer en la esfera pública. Ellos hicieron de la educación un eslogan. Y cuando han llegado al poder y tienen que tomar decisiones, la política educativa quedó totalmente al margen. Eso perjudica a todas las generaciones que necesitan que la educación sea una prioridad.

Pero no solo es poco prioritaria la educación dentro de la agenda global, sino que además la política educativa que se ha implementado tiene sus prioridades también alteradas. Si tú miras la agenda que ha llevado adelante el Ministerio de Educación, es una agenda que a mi juicio ha estado claramente marcada por la funcionalidad a las presiones de ciertos grupos de interés y ha dejado lo relevante, que es la política centrada en los aprendizajes y que apunte al bienestar general de los alumnos y comunidades educativos.

—¿En qué sentido se ve marcado esa lógica funcional a grupos de interés?

—En que lo poco que se ha hecho apunta a beneficiar a ciertos grupos específicos que han ejercido presión. Por ejemplo, el pago de la deuda histórica a los profesores, los intentos sistemáticos por evitar la evaluación docente, inicialmente en el gobierno porque no se realizaba el Simce. O cómo la agenda está marcada por el gasto y nuevas propuestas en el sistema de financiamiento en la educación superior. Las verdaderas prioridades deberían estar a mi juicio en la educación parvularia, en la comprensión lectora, en la calidad del proceso educativo, en recuperar el dinamismo de las escuelas y de sus salas de clases.

Raúl Figueroa dice que el Mineduc ha hecho poco en materia educacional y que ha respondido más bien a ciertos “grupos que han ejercido presión”.
“Para el Gobierno no ha sido prioritaria la educación, y dentro de la agenda del ministerio, las prioridades están equivocadas”

“Más que el ministro, para el Gobierno no ha sido prioritaria la educación. Y dentro de la agenda del ministerio, las prioridades están también equivocadas”, dice Raúl Figueroa cuando se le pregunta si vislumbra que el ministro de Nicolás Cataldo (PC) ha tenido poca presencia para enfrentar la situación educacional.

—¿Es un error del presidente haber puesto un representante del PC en esa cartera?

—A ver, el hecho de que el ministro sea militante del PC no es un tema relevante en esto. Sin importar la militancia que pueda tener el ministro, la agenda está claramente marcada por una mirada mucho más presidencial y por el compromiso que se adquirió durante la campaña. Lo que está pasando ahora no es muy distinto a lo que en su momento se prometió. La campaña estuvo marcada anclada en ofertones para grupos de interés, la condonación universal de las deudas del CAE, el pago de la deuda histórica. Por tanto, los temas centrales como la recuperación de aprendizajes luego de la campaña no fueron ni siquiera durante la campaña prioritarios. Lo de hoy es coherente con la forma que desde la campaña y luego desde el gobierno, se proyectó su línea editorial en materia educacional.

—¿Para usted no es justo que se intenten solucionar problemas que tienen las familias, como puede ser el endeudamiento con el CAE, o el mismo tema de la deuda histórica?

—Son cosas distintas. Los gobiernos tienen la obligación de priorizar, sobre todo cuando los recursos son escasos y cuando hay necesidades urgentes. En materia educacional, donde los recursos son escasos y que las necesidades son urgentes, debiera considerarse el cómo recuperamos la asistencia, cómo recuperamos los aprendizajes, cómo ampliamos la cobertura en la educación parvularia. Esas son las prioridades que debieran marcar la agenda, pero lo que vemos hoy es que esas prioridades están alejadas del foco.

Lo que se instala como prioritario son solo algunas demandas. Uno puede analizar el nivel de justicia que tiene o el mérito que tengan, pero lo que es evidente es que no están en el primer orden de prioridades. En el caso de la deuda histórica es una cuestión que todos los gobiernos anteriores fueron claros en señalar que no había una obligación que cumplir en ese sentido. En este caso lo que ocurrió es que hubo una promesa de campaña. Pero significa desviar recursos, es una cuestión que no es prioritaria y que solo beneficia a un grupo específico.

En el caso de la educación superior, pasa a ser lo mismo y más distorsionado aún: la promesa que se hizo fue la de condonar universalmente los créditos del CAE. El propio presidente y su ministro de Hacienda debieron reconocer que esa promesa era imposible de cumplir, lo que significa en la práctica, reconocer que fue una promesa irresponsable.

—¿Por qué dice que la crisis educacional es consecuencia de las reformas de Bachelet?

—Las reformas que se llevaron adelante en el segundo gobierno de Bachelet significaron varias cosas complejas. Primero, se trató de una manera de hacer política educativa equivocada, porque se hizo dejando de lado la evidencia. La evidencia indicaba que esas reformas no iban a traer resultados positivos, o que en el mejor de los casos, serían neutras pero iban a implicar un altísimo gasto de recursos. No obstante esa evidencia, se empujaron de todas maneras, porque los objetivos de esas reformas no eran educativos sino mucho más ideológicos. Nuestro sistema educativo se ha desarrollado sobre la base de libertad y diversidad, pero esas reformas trataron de tomar los ejes esenciales de libertades y diversidades y apuntaron en una lógica distinta. Era una reforma mucho más político-ideológica que educacional. Y los datos han demostrado que no ha tenido un impacto positivo en materia de aprendizaje.

—La reforma incluyó la gratuidad universitaria, que es algo que se destaca como legado de Bachelet…

—Esas mismas reformas significaron alterar las prioridades del sistema. Se puso todo el foco en la educación superior a través de la gratuidad universal, en circunstancias de que teníamos instrumentos mucho más costo-efectivos para lograr el mismo objetivo de acceso. De hecho, la gratuidad no ha cambiado en nada la integración de alumnos más vulnerables al sistema de educación superior. Así lo muestra la evidencia. Y por otro lado, alteró también las prioridades dentro de las escuelas. Obligó a los establecimientos que son tanto público como privados a involucrarse en un conjunto de cambios estructurales que implican muchos esfuerzos y recursos, y que desvían el foco de donde debiese estar, que es en qué es lo que ocurre en la sala de clases y cómo efectivamente nuestros niños aprenden.

—¿Cree que la izquierda ha realizado alguna reflexión sobre si fue positivo ejecutar estas reformas?

—Creo que falta una reflexión profunda de parte de la izquierda respecto de la forma en que llevaron adelante esas reformas educativas y respecto del impacto que han tenido en nuestro sistema educacional. Toda la evidencia empieza a mostrar que esas reformas no han tenido impacto positivo en aprendizajes. Y que alteraron las prioridades y desviaron los recursos donde menos se necesitan. Si la izquierda hiciera una reflexión profunda respecto de esa realidad, debería estar hoy promoviendo adecuaciones para corregir al menos en parte los efectos complejos de esa reforma. Y la verdad es que estamos ya a menos de un año de que termine el gobierno y no se ha visto ninguna propuesta en la dirección de corregir aquello que estuvo mal diseñado y que nos ha significado a mi juicio parte importante del estancamiento en nuestros resultados.

—Por otra parte, ¿cuál es la reflexión que hace la derecha sobre el rumbo que debiera tener la agenda educativa, habiendo estado en dos gobiernos, marcados por las protestas estudiantiles, en el primero, y por un estallido social, en el segundo?

—Las bases del sistema educacional que la centroderecha defiende están mucho más arraigadas en nuestra sociedad que incluso hace 10 años. Las familias valoran la diversidad de proyectos educativos, valoran la posibilidad de escoger entre proyectos diversos y esperan que el esfuerzo y el mérito de sus hijos sean reconocidos a la hora de acceder a establecimientos educacionales. De alguna manera eso se manifestó con fuerza en el plebiscito del 4 de septiembre de 2022, cuando la propuesta constitucional planteó cambios radicales a la manera que nuestro sistema se ha ido desarrollando. Entonces, mi conclusión es que las bases esenciales de nuestro sistema educativo, que están en la libertad de enseñanza, en el derecho a la educación, en la diversidad de proyectos educativos, en el valor del esfuerzo y el mérito, están hoy más fuertes que nunca.

—¿Es de los que consideran que hay que terminar con los SLEP?

—No. Si bien el proceso de implementación de los SLEP es complejo y la ley tiene problemas serios de diseño, que hacen difícil su implementación, no soy de los que piensa que todo debe retrotraerse, sino que considero que se deben hacer cambios profundos a los Servicios Locales de Educación para que a través de ellos se pueda mejorar la calidad de la educación pública. Eso pasa por desburocratizar los servicios, por modernizar la gestión del Estado, por evitar una centralización de la toma de decisiones. Pero creo que eso se puede hacer, si se piensa bien, al alero de las estructuras que hoy existen de los servicios locales.

“No soy de los que piensa que todo debe retrotraerse”, dice Raúl Figueroa sobre las críticas a los SLEP.
Raúl Figueroa: “Evelyn Matthei tiene altísimas probabilidades de ganar la presidencia”

“A mí efectivamente me han pedido colaborar”, dice Raúl Figueroa cuando se le pregunta por qué decide ser parte del equipo que está comenzando a trabajar en el programa de la virtual candidata presidencial Evelyn Matthei.

“Es una colaboración bastante externa. La conozco, creo que tiene altísimas posibilidades de ganar la presidencia. Creo que sus ideas representan bien lo que los chilenos esperan y yo tengo un fuerte compromiso con nuestro país, por eso cada vez que pueda contribuir con mis ideas a lo que creo que es posible de mejorar, siempre voy a tratar de ponerlo a disposición”, cuenta Raúl Figueroa.

—¿Qué le convenció de Evelyn Matthei para jugar algún tipo de rol dentro del programa?

—Evelyn Matthei es una mujer que representa bien un ideario de libertades, de valoración del esfuerzo, oportunidades. En ese sentido, sintonizo con sus ideas y por eso a mí se me hace cómodo contribuir en lo que ella considera que la puedo ayudar. Esto es simplemente poner mi experiencia al servicio de una candidata que representa bien nuestro ideario y tiene altísimas posibilidades de ser elegida.

—¿Qué le gustaría que estuviera considerado en materia educacional en los pilares de un programa de un futuro gobierno?

—Un futuro gobierno lo que debe hacer es reordenar las prioridades en educación, poner todo el foco de la política educativa en los aprendizajes, entregarle a los establecimientos educacionales el máximo nivel de libertad posible para que puedan gestionar sus proyectos de la mejor manera, apuntar a fortalecer las capacidades de los establecimientos educacionales, tanto los gestionados por el Estado como los gestionados por particulares. Y en síntesis, poner el foco de la política educativa en donde hoy están las necesidades, esto es la cobertura en la educación parvularia, los aprendizajes en las escuelas, la capacidad de innovación de los colegios. Eso tenemos que volver a instalar como un elemento prioritario.

—¿Un gobierno de Matthei sería muy distinto a uno de Sebastián Piñera?

—Cada gobierno tiene su momento. En este caso, el próximo gobierno va a tener un desafío enorme, que es recuperar el crecimiento, recuperar el orden o la seguridad y volver también a poner foco en sectores que son prioritarios que han estado abandonados, como por ejemplo la educación.


 

Logo La terceraColumna de Daniela Véliz y Macarena Yancovic: Un jardín desigual, PAES 2024

11 ene 2025 06:00 AM

Por Daniela Véliz, vicedecana Facultad de Educación UC y Macarena Yancovic, profesora asistente Facultad de Educación UC.

Un total de 256.134 personas rindieron la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES). Esta medición ha evidenciado ser un buen instrumento para evaluar las competencias de quienes buscan acceder a la Educación Superior. Sin embargo, sigue existiendo una brecha educacional entre los resultados obtenidos por el estudiantado de escuelas públicas y privadas.

Si bien en 2018 se implementó la ley que modifica y mejora el Sistema de Educación Pública (Ley 21.140), las recientes cifras publicadas por el DEMRE muestran que el 61,3% de los estudiantes de establecimientos pagados se ubican en el 20% de rendimiento más alto a nivel nacional, y solo un 9,5% en el caso de los establecimientos públicos.

Esas cifras demuestran que se siguen manteniendo diferencias respecto a la calidad educativa según dependencias, lo cual puede tener un impacto significativo en la movilidad social y la equidad socioeconómica de Chile. De hecho, este año solo un establecimiento público y uno particular subvencionado se ubicaron dentro de los 100 establecimientos con mejor desempeño en la PAES.

Frente a esta situación es bueno preguntarse si no debiéramos comenzar por invertir en la educación inicial para revertir estas cifras y no esperar que las modificaciones en un instrumento se hagan cargo 15 años más tarde. El Estado, como garante del derecho a la educación de los niños, niñas y adolescentes de nuestro país, debe seguir avanzando en que este derecho asegure también una educación de calidad en todos sus niveles, con una visión de largo plazo y entendiendo que las brechas en los resultados PAES son solo un síntoma de un fenómeno mayor y estructural.

Si la educación fuera un jardín, tendríamos por un lado plantas que reciben abundante luz solar, agua y nutrientes, mientras otras se encuentran en la sombra, con poca agua y un suelo pobre. Nuestro objetivo como país debiese apuntar a entregar a todas las plantas los insumos necesarios para que puedan crecer y desarrollarse con éxito desde sus inicios.

 


Logo El MostradorLa PAES, las brechas educativas y las Distinciones de Trayectorias Educativas (DTE)

Por : Cristóbal Villalobos, Académico Facultad de Educación UC Subdirector CEPPE UC

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Parece ser relevante avanzar en la discusión educativa, que permita descentrar el foco público de las brechas PAES, para avanzar en una discusión más productiva de los cambios que el sistema de educación superior necesita.

Durante estos días, parte de la agenda pública se ha focalizado en discutir y analizar los resultados de la Prueba de Admisión a la Educación Superior (PAES). Casi todo el debate se ha puesto, sin embargo, en una noticia que no es nueva ni tampoco constituye una mayor novedad: la mantención de las enormes brechas educativas –por dependencia y nivel socioeconómico– que muestran los resultados de la prueba.

El hiperfoco en este único punto revela, en mi opinión, dos cosas. Primero, una tendencia de la discusión pública a culpabilizar a un instrumento específico por un problema general del sistema educativo chileno, y, segundo, una tendencia de la discusión educativa de buscar soluciones rápidas a fenómenos estructurales, sin considerar así que abordar el problema de las brechas educativas incluye discutir sobre todos los niveles educativos (inicial, escolar y superior), evaluar con una perspectiva del largo plazo y sin buscar atribuir relaciones causa-efecto de una política específica.

Más que entrar en esta dinámica, me parece relevante destacar otro elemento que sí es novedoso en los resultados de este año: la consolidación –pues se entrega por tercer año consecutivo– de las Distinciones a las Trayectorias Educativas (DTE). Las DTE son un premio académico pero que, a diferencia del puntaje PAES bruto, reconoce explícitamente el contexto en el que están los estudiantes, incluyendo reconocimientos para estudiantes en situación de discapacidad, de pueblos originarios, de distintos tipos de modalidades de enseñanza y en diversas regiones del país.

De esta forma, las DTE buscan hacerse cargo de una realidad obvia pero poco dicha: que las y los estudiantes tienen puntos de partida distintos para ingresar a la educación superior, y que, por lo mismo, sus trayectorias vitales y educativas son distintas. De esta forma, las DTE se suman a la lista de iniciativas que, como granos de arena, han permitido masificar la educación superior y avanzar en la configuración de un sistema de acceso con mayores niveles de inclusión, junto con los propedéuticos, los programas de inclusión, la gratuidad o el programa PACE.

La mantención de los DTE y estas otras iniciativas implica, sin embargo, nuevos desafíos para la política pública. Por una parte, parece importante que las Distinciones de Trayectorias Educativas dejen de ser un reconocimiento procedimental, y que pasen a convertirse en una herramienta que asegure el acceso de estos estudiantes, incluyendo bonificaciones o accesos directos a instituciones de educación superior de prestigio.

En segundo término, parece necesario avanzar en la configuración de un sistema (y no solamente una serie de iniciativas) de acceso inclusivo, que no disgregue la PAES de las otras iniciativas. Finalmente, parece ser relevante avanzar en la discusión educativa, que permita descentrar el foco público de las brechas PAES, para avanzar en una discusión más productiva de los cambios que el sistema de educación superior necesita.

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