Rosa Devés: “La educación superior chilena debe salir de la lógica de la competencia”
Para la rectora de la Universidad de Chile, el actual sistema impacta de forma negativa en el desarrollo del país al no fomentar la colaboración entre instituciones. Además, repasa los aciertos y los momentos más complejos que ha vivido en sus más de dos años al mando de la Casa de Bello, la institución más antigua del país.
Para la rectora Rosa Devés (74), investida el 22 de junio de 2022 como la primera mujer en liderar la Universidad de Chile, uno de los principales problemas que impactan en el desarrollo del país se vincula con el modelo actual en el que conviven las instituciones de educación superior: una ardua competencia por diferenciarse, captar nuevos alumnos y obtener recursos, en desmedro de la apertura de espacios colaborativos.
En entrevista con La Tercera, Devés -la rectora número 31 de la universidad más antigua del país-, analiza el sistema educativo actual, repasa sus momentos de mayor tensión en el cargo y alerta sobre los escasos fondos para financiar la investigación académica.
¿Cuáles han sido los principales desafíos que ha enfrentado en sus más de dos años al mando de la Universidad de Chile?
Hay desafíos importantes desde el punto de vista de preparar (estudiantes) para la vida en común, por eso estamos poniendo mucho énfasis en la formación por la democracia, en los Derechos Humanos. Hay desafíos también tecnológicos, cómo van a cambiar las formas de aprender y de enseñar las nuevas tecnologías; hay desafíos de vincular la investigación con el desarrollo nacional y global; hay desafíos de internacionalización importantes en el mundo global y en todos esos trabajamos.
¿Cuáles han sido las sorpresas positivas que ha vivido en el cargo?
Lo más positivo creo que son los avances en educación, en el desarrollo de todas las personas y todos los integrantes de la universidad (…) de trabajar con un cuerpo estudiantil diverso. En eso hemos estado trabajando por mucho tiempo. Fui vicerrectora antes y prorrectora, por lo que me cuesta pensar que soy una rectora distinta de la vicerrectora que fui, porque los principios son los mismos. Entonces, profundizar la equidad y la inclusión y, como digo, resguardar la diversidad, tenemos nuevos sistemas de ingresos; por ejemplo, tenemos nosotros 15 vías especiales de ingresos distintas para asegurar esa diversidad estudiantil.
¿Y cuáles han sido sus momentos más complejos?
Lo más difícil posiblemente fue el conflicto que ocurrió respecto del ‘acampe’ largo, aquí en Casa Central, de dos meses, que fue además muy mediático. No era un asunto sólo en la Universidad de Chile, pero fue un momento importante que puso la libertad académica como un tema fundamental, se discutió nacionalmente. Creo que los conflictos y las tensiones en las universidades finalmente son positivos. Una universidad tranquila, en el sentido de que hay homogeneidad, de que hay un solo pensamiento, de que incluso uno podría imaginarse poca expresión de lo que ahí ocurre en la sociedad, tampoco es la universidad que queremos. Son dificultades, son tensiones, pero que son parte del trabajo.
¿Qué lecciones sacó de ese episodio?
Creo que tenemos que siempre respetarnos, que con la debida paciencia y claridad en las posiciones se puede lograr tener una salida que finalmente fue pacífica. Creo que habría sido una derrota muy grande tener que usar la fuerza pública para terminar con ese ‘acampe’. Creo que también logramos, en ambas partes, expresar nuestro sentimiento o nuestro pensamiento contrario a lo que es la masacre del pueblo palestino (…). Creo que ese episodio, si bien fue tenso dejó en claro, por ejemplo, que la Universidad no iba a romper relaciones con universidades, en este caso, en Israel. Que las universidades deben resguardar esos espacios de diálogo y de comunicación y eso quedó claro. Y, por otro lado, también se respetó la expresión de esos grupos que ocuparon la Casa Central sin impedir el ingreso, que se mantuvo abierta, con este ‘acampe’ en el interior.
La educación chilena tiene un problema de inequidad. ¿Cuál es el rol de la U. de Chile para asegurar la equidad, la inclusión y la diversidad?
Este es un tema, tal como usted lo plantea, donde la educación escolar está segregada: mayor ingreso, educación privada; menor ingreso, educación pública (…). Y la educación superior no está segregada en Chile. Yo estoy convencida de que tiene que ver con que la Universidad de Chile haya logrado resistir los embates de la dictadura. Si la Universidad de Chile hubiese sido destruida o hubiese disminuido su calidad de manera de llegar a ser un espacio no deseable para la élite intelectual, creo que sería distinto. Al mismo tiempo, porque tiene que ser un espacio diverso, que tenga todas las clases sociales, en esta sociedad tan segregada y desigual que tenemos. Nuestro trabajo ha estado muy focalizado en impedir la ‘elitización’. Y eso es lo que nos planteamos ya en el 2010 con nuestro rector (Víctor) Pérez y que continuó después.
Competencia y financiamiento
¿Y qué papel ha jugado la Gratuidad en este sentido?
La Gratuidad, por supuesto que ha asegurado el ingreso de jóvenes de menos recursos, pero no creo que la Gratuidad en la Universidad de Chile, por sí misma, haya representado un cambio tan dramático respecto de la estructura social (…). El primer artículo de la ley General de Universidades es el derecho a la educación superior, que es un compromiso muy importante de la legislación. Y nosotros lo que hacemos fundamentalmente es honrar ese derecho en todas las vías posibles. Eso requiere de cambios muy importantes en la pedagogía. Y requiere de cosas, por ejemplo, de conocer a los estudiantes. Pero uno dice ¿Cómo va a educar a alguien que no conoce? Hay que conocer a los 37.000 estudiantes. Para eso tenemos sistemas de caracterización muy importantes de manera que los beneficios vayan donde tienen que ir, por ejemplo, focalizadamente.
¿Qué relevancia tienen para usted y para la universidad los rankings internacionales?
Los rankings de investigación, de datos que son más duros, donde la Universidad de Chile es generalmente la primera. Hay otros rankings que tienen más que ver con la percepción de los empleadores, por ejemplo, que ya son opiniones más blandas. No nos guiamos por los rankings, pero uno los lee también.
Las universidades son muy competitivas para diferenciarse. En ese sentido, ¿Cuánto le importa a la U. de Chile avanzar en su capacidad competitiva?
No nos quitan el sueño los rankings. No por eso uno no va a agradecer cuando se da cuenta que ha avanzado. Ahora, tampoco valoramos mucho la competencia porque es cierto que este sistema, sobre todo el sistema chileno, fue construido sobre la base de la competencia (…). Para la sociedad que viene, para los grandes problemas que tenemos, que son la desigualdad, el cambio climático, la inseguridad, lo que requerimos es colaboración. Y para la interdisciplina, para resolver los grandes problemas, necesitamos cooperación, colaboración y trabajo con otros. Entonces, un sistema universitario fundado en la competencia, como éste fue entrenado para ser, por ley, y por una dictadura muy cruenta, es un sistema que no nos va a llevar al desarrollo. Uno de los grandes desafíos de la educación superior chilena es salir de la lógica de la competencia.
¿De dónde surge la calidad académica, entonces?
La calidad surge del propósito, de la preocupación por el bien común y, obviamente, de la formación basada en la investigación. Pero la investigación, por ejemplo, no es competitiva. La investigación es esencialmente colaborativa también, con un propósito claro. Pero no es para derrotar al del lado, porque el conocimiento no puede surgir si propone derrotar al otro que está pensando. Pero al mismo tiempo hay mucha competencia por conseguir fondos… Hay competencia por recursos, hay competencia por fondos, es verdad, pero cada vez más, si uno mira dónde se está haciendo la investigación más importante en este país, que la hay, es en los grandes centros de investigación que son colaborativos, donde participan varias instituciones. El de Cambio Climático es interuniversitario, el de Cohesión Social es interuniversitario, son muchos los Centros Milenios, los centros Fondap, y son todos interuniversitarios. Entonces ese es el gran desafío. Es muy difícil cuando un sistema por 40 años se ha entrenado para competir, cambiar esa es lógica, pero no hay otra solución. Porque ¿qué es lo que es la interdisciplina? Uno tiene que, para disponerse a trabajar interdisciplinariamente, tiene que saber que es incompleto.
¿Es necesaria una reforma al sistema universitario chileno que termine con la lógica de la competencia?
No sé si eso se reforma por ley. Se requieren políticas públicas que llamen a esta cooperación. Hubo un lanzamiento de un Consejo para proponer una estrategia de educación superior, que acaba de conformar la Subsecretaría de Educación Superior, del Ministerio de Educación. Muy plural, interesante que estén el sistema universitario y el sistema técnico profesional juntos. Eso es muy importante también, por la articulación. Y es muy transversal desde el punto de vista de las personas que están de distintas instituciones y ese es un muy buen signo. La educación pública debe fortalecerse y debe crecer.
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