He aquí el resumen de los resultados informados por la OCDE para el caso de chile:Los resultados medios de 2022 fueron aproximadamente los mismos que en 2018 en matemáticas, lectura y ciencias:
Si se consideran todas las evaluaciones PISA del país, los resultados medios de PISA 2022 en matemáticas están por debajo de los observados en 2015, y entre los más bajos jamás observados en PISA. También en lectura, los resultados son peores que en 2015 y cercanos a los observados entre 2006 y 2012 (pero mejores que en 2001). En ciencias, los resultados se mantuvieron estables durante todo el periodo (2006-2022): la tendencia general del rendimiento en ciencias puede describirse como plana: ni mejora, ni disminuye.
Durante el período más reciente (2018 a 2022), la brecha entre los estudiantes con mejores puntajes (10% con los puntajes más altos) y los estudiantes más débiles (10% con los puntajes más bajos) se redujo en matemáticas; no cambió significativamente en lectura; y se amplió en ciencias. En matemáticas, los alumnos con mejores resultados se hicieron más débiles, mientras que el rendimiento no cambió significativamente entre los alumnos con peores resultados.
En comparación con 2012, la proporción de estudiantes con puntuaciones por debajo de un nivel básico de competencia (Nivel 2) no cambió significativamente en matemáticas, lectura y ciencias.
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Informe PISA: siete claves básicas para descifrar lo que esconde el gran barómetro educativo
La OCDE publica este martes los resultados de su último estudio, marcados por la pandemia
Este martes se lanza la última edición del informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes, más conocido como el informe PISA, por sus siglas en inglés, que pretende medir si el alumnado cuenta con las habilidades suficientes para seguir aprendiendo e incorporarse al mercado laboral. Sobre la base de esos datos, se elabora un plan de mejora de la enseñanza en cada país y se comparan las cifras internacionalmente y en el entorno escolar. No se plantea como una competición entre Estados.
¿Qué es PISA?
A finales de los años noventa, los 34 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se plantearon concebir unas pruebas que midiesen si los chicos de 15 años están preparados para participar en la sociedad. La primera edición se presentó en el año 2000 para medir las competencias matemáticas y de lectura; y en 2006 se añadieron las científicas. En cada edición se incluyen más preguntas de una de las destrezas, en esta ocasión de matemáticas.
Con los años se han ido incorporando otras pruebas que valoran unas habilidades no tan apegadas a las asignaturas, y de las que no se conocen resultados este martes. En 2014 surgió el PISA financiero, que ofrece un diagnóstico de esas habilidades, y en 2020 se desveló por primera vez los resultados en competencias globales, vitales para analizar, cuestionar y proponer soluciones a retos del siglo XXI, como la igualdad de género o la pobreza. A partir de 2025 incluirá la evaluación del nivel de inglés de los alumnos.
¿Cada cuánto se celebran las pruebas?
Se repiten cada tres años y los resultados tardan un año en conocerse, pues se analizan todos los factores antes de lanzarse el informe definitivo que detalla por nivel de renta. Los alumnos se examinaron en la primavera de 2022, con un año de retraso en esta última convocatoria, por el cierre de las escuelas por la pandemia.
¿Quién se examina?
Son convocados una muestra de los escolares de entre 15 años y tres meses y 16 años y dos meses que hayan recibido seis años de formación ―con independencia de que hayan repetido o se han decantado por la FP― de 81 países y territorios (690.000 estudiantes que representan a 29 millones). Es decir, alumnos nacidos entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2006. Se acordó establecer la prueba a los 15 años porque en casi todos los países los chicos están terminando su escolarización obligatoria, aunque en los países en vías de desarrollo, una parte importante de los más desfavorecidos ya no estudia, por lo que previsiblemente mejora los resultados nacionales que son de por sí bajos.
Esta edición tiene la mayor representación de la historia. Por primera vez se conocerán los datos de Palestina, Uzbekistán, Jamaica o Mongolia. Y no participa China, a la cabeza en 2018, por la pandemia.
¿Quién evalúa?
La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) coordina con los países participantes. Cada uno somete al examen a una muestra, que se puede ampliar si hay comunidades de un país que quieren datos propios, que deben costear con sus fondos. Madrid, por ejemplo, presupuestó 200.000 euros para PISA 2018. Todas las autonomías españolas contratan una ampliación de la muestra, por lo que el país invierte mucho más en la prueba que otros. Algunos colegios privados españoles han empezado a pagar sus propias pruebas y se promocionan de esta forma. Un país pequeño gasta alrededor de 75.000 euros cada año en esta prueba; uno grande, en torno a 300.000 euros
¿En qué consisten las pruebas?
Existen dos tipos de pruebas, que desde 2015 se completan por ordenador: unas de conocimiento que miden el rendimiento del estudiante y unos cuestionarios de contexto que deben de contestar los alumnos y los equipos directivos. Por primera vez se incluye el razonamiento matemático. El objetivo es comprobar si saben aplicar a su vida lo que han aprendido en la escuela: si entienden un formulario, una receta, un manual de instrucciones, un gráfico… Los analistas se detienen en los resultados de las pruebas y los cuestionarios de los países más exitosos para establecer las características de sus sistemas educativos que puedan convertirse en referencia: ¿Cuántos alumnos hay en el aula? ¿A sus maestros se les paga más? ¿Hay un currículum determinado por un gobierno central?
¿Cómo se puntúa?
PISA no escala del 0 al 10 como se hace en España, sino que se basa en las variaciones que hay entre todos los participantes. La puntuación media de los países de la OCDE se fijó en 500 puntos y se estima que 40 puntos de diferencia en una prueba de PISA equivalen a un curso académico (algunos estudios lo reducen a 30, porque no es un dato oficial de la OCDE). En 2018, España logró en ciencias 483 puntos (13 puntos menos que en 2013) y en matemáticas 481 puntos, cinco menos que en 2015. Es decir, que se situaba medio curso por debajo de la media. Los evaluadores detectaron ese año “anomalías” en las contestaciones de comprensión lectora españolas y anularon esa parte del examen.
¿Qué pasa si suspendes?
Los resultados son anónimos y solo una muestra, por tanto, ni cuentan para el expediente del alumno ni son una reválida para aprobar esa etapa educativa. No se quiere conocer los resultados de cada estudiante, sino extrapolarlos a nivel nacional. PISA señala semejanzas y diferencias entre los distintos sistemas educativos, pero no muestra un veredicto. Muchos países establecen estándares y objetivos nacionales basados en los resultados internacionales de PISA; y algunos expertos critican a los gobiernos por hacer solo cambios cosméticos para salir mejor en la foto o que extrapolan con fallos parte de los datos para justificar la dirección de sus políticas. En cualquier caso, los cambios estructurales en un sistema se tardan en reflejar en PISA tanto en sentido positivo como en negativo.
En el informe sale bien parado no solo el país que tiene un promedio alto en la puntuación, sino el que consigue que la calidad educativa empape a todas las clases sociales, también a las más bajas. Eso ocurre en Shanghái, Hong Kong, Singapur o Finlandia.
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“Esperables” y “preocupantes”: Expertos analizan último informe PISA y atribuyen resultados al prolongado cierre de colegios
Otorgar más recursos y generar un “sentido de urgencia” a la reactivación educativa, son parte de las múltiples tareas que tienen las autoridades y comunidades escolares para avanzar en mejores niveles.05 de Diciembre de 2023 | 21:01 | Por Daniela Toro
Un “estancamiento” en la educación reflejó el último informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA) publicado este martes por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que evaluó el nivel de los alumnos de 15 años en Lectura, Matemáticas y Ciencias Naturales durante 2022.
Esto, porque los resultados arrojaron que los estudiantes chilenos obtuvieron indicadores similares a los de 2018, es decir, en el periodo prepandemia. Así, en las tres materias que evaluó el programa, hubo además resultados “inferiores” al promedio de los países de la OCDE.
En Matemáticas, Chile obtuvo 412 puntos –por encima de México, Brasil, Indonesia y Filipinas–, pero por debajo de países como Canadá, Suiza, Japón o Corea del Sur. En 2018, el puntaje fue de 417 puntos.
En tanto, en Ciencias Naturales, Chile, al igual que en 2018, obtuvo 444 puntos, superando a los pares latinoamericanos; mientras que en Lectura, se logró la puntuación más alta, con 448 puntos, superior a la obtenida por México o Brasil, pero lejos de Estonia, Estados Unidos o Singapur. No obstante, en 2018, los estudiantes nacionales obtuvieron 452 puntos.
El informe también señaló que entre 2018 y 2022, “la brecha entre los estudiantes con puntuaciones más altas y los estudiantes más débiles se redujo en matemáticas, no cambió significativamente en lectura y se amplió en ciencias”. Las cifras, según la senadora e integrante de la Comisión de Educación del Senado, Yasna Provoste (DC), revelan “retroceso devastador en los aprendizajes en la última década en nuestro país”. Y criticó que “estamos llegando tarde y mal para rescatar la educación en Chile. Es urgente aplicar medidas de reactivación, en las que insistimos en el Acuerdo de la Ley de Presupuesto 2024”.
En conversación con Emol, expertos en educación revisan los resultados del sondeo que, desde el año 2000 se aplica cada tres años, y que en este último sondeo -aplicado en 2022- incluyó a 85 países, entre ellos, 12 de Latinoamérica.
El diagnóstico
Docentes y expertos en educación comentan que los resultados son “esperables” a raíz de los procesos que ha vivido el país, relativos al estallido social y la pandemia; espeacialmente esta última, que provocó que los aprendizajes no se lograran transmitir de forma óptima desde el sistema remoto, lo que generó desniveles y aumentó las brechas.
Así lo plantea María Jesús Honorato, decana de la Facultad de Educación Universidad de Las Américas, quien destaca que esta prueba constituye una mirada para “poder dar cuenta de cómo nuestros estudiantes están preparados para enfrentar lo que viene; tanto en estudios superiores como lo laboral”. Por lo mismo, comenta que las semenjazas con 2018, son “bastante preocupantes”.
“Esto nos indica que habría una paralización, como que se congeló la educación en 2018; el mundo, la tecnología y los desafíos han avanzado, y estamos congelados. Esa es nuestra situación”. María Jesús Horonato, decana Facultad Educación UDLA”Esto nos indica que habría una paralización, como que se congeló la educación en 2018; el mundo, la tecnología y los desafíos han avanzado, y estamos congelados. Esa es nuestra situación”, acota. Asimismo, destaca como segundo elemento que “seguimos bajo el promedio de la OCDE”.
“¿Era esperable?, sí”, comenta la académica. “Porque tuvimos la pandemia, el estallido, y desde 2019 que tenemos una suspensión muy alta de clases, y eso es directamente relacionada al no avanzar. Definitivamente, lo que hemos tenido es una ‘suspensión de clases’ desde 2018”, acota.
En la misma línea, Eduardo Asfura, académico de la Facultad de Educación de la USS y doctor en Didáctica de la Lengua y la Literatura UAB, sostiene que el estancamiento es “esperable”, considerando “los desafíos que han debido asumir los sistemas educativos no sólo nacional si no que, a nivel global, en los últimos años. La pandemia nos mostró que cuando el rol del profesorado se ve disminuido -por la modalidad telemática de la enseñanza- esto se nota en el sentido general de la formación”.
Por su parte, Consuelo Iturrieta, sub directora Política Educativa de Educación 2020, comenta que “claramente la crisis educativa que generó la pandemia y el prolongado cierre de escuelas impactó directamente en el desarrollo de niños, niñas y adolescentes y en sus aprendizajes, pero no es la única razón”.
Esto, según recalca, porque “desde que se aplica la prueba PISA en Chile, el país ha mostrado en general bajos resultados, por debajo el promedio OCDE, alcanzando los niveles mínimos de habilidad (en promedio estamos en el nivel 2 de un total de 6 niveles de desempeño)”.
Lo anterior daría cuenta “de un sistema educativo que no logra llegar a altos estándares de aprendizaje, y que los recursos invertidos en educación no logran mover la aguja en la calidad de la experiencia educativa, porque el fenómeno debe verse de manera integral, incluyendo, por ejemplo, las cifras de exclusión y desvinculación que han ido aumentando”, cerró.
Cómo salir del “estancamiento” educativo
Para Iturrieta, el proceso de reactivación educativa post pandemia en la que se encuentra actualmente el país debe fortalecerse y mantenerse a largo plazo, “especialmente en matemáticas, con suficientes recursos para llegar a todos los niños y niñas del sistema educativa; entendiendo que sus efectos en aprendizaje pueden demorarse entre 5 y 10 años en ser evidentes”.
Considerando ello, sostiene que es importante que desde el nivel central se aseguren y promuevan las condiciones para que los procesos de enseñanza y aprendizaje puedan desarrollarse, con un clima de aprendizaje y convivencia escolar sano. “Esto cobra especial relevancia cuando se trata de la educación pública y particular subvencionada, que corresponden a un 36% y 55% respectivamente y en total un 91% de la matrícula de nuestro país”, sostiene.
“(En los establecimientos educacionales) necesitamos invertir tiempo, formación y esfuerzos en innovación educativa, es decir, en desarrollar estrategias y metodologías de enseñanza que promuevan las habilidades cognitivas superiores y no se queden en la enseñanza tradicional que ya está obsoleta”.
En tanto, a nivel de establecimientos educativos, comenta que “necesitamos invertir tiempo, formación y esfuerzos en innovación educativa, es decir, en desarrollar estrategias y metodologías de enseñanza que promuevan las habilidades cognitivas superiores y no se queden en la enseñanza tradicional que ya está obsoleta”.
Por otra parte, remarca que es clave entender que la educación “no depende solo del Ministerio ni solo de los y las docentes que están en el aula. Necesitamos articular los esfuerzos públicos, privados y de la sociedad civil, apoyando especialmente a las escuelas que se encuentran en mayor situación de vulnerabilidad”.
En el caso específico de Lenguaje, Asfura comenta que es clave que los alumnos “recuperen el vínculo de textos, lectores y contextos en espacios regulares, de mediación lectora, no sólo con énfasis no sólo en las competencias interpretativas, sino que también en el hábito lector y en todo tipo de textos (impresos, digitales, etc.), con estrecha colaboración con la familia”. Asimismo, para las escuelas, plantea que el desafío es que se establezca “un decidido pacto de colaboración con las bibliotecas escolares, y que no sea sólo un depósito de libros”.
En el caso de Matemáticas, la directora del Departamento de Matemática y Estadística de la USS, Jocelyn Parra, comenta que para la recuperación en esta área, se requiere una “actitud centrada en estrategias metodológicas que atienda distintos tipos de aprendizajes, donde se promueva la resolución de problemas, modelación matemática o visualización, pueden ser una valiosa estrategia para subsanar o superar determinados problemas vinculados al proceso de enseñanza y aprendizaje”.
Fuente: Emol.com – https://www.emol.com/noticias/Nacional/2023/12/05/1114857/resultados-pisa-analisis.html?mc_cid=03d5820336
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