G Muñoz y M Vergara, Contrapunto sobre SIMCE 2022
Junio 17, 2023

Logo La terceraColumna de Gonzalo Muñoz Stuardo: Simce 2022 y políticas educativas

Columna de Gonzalo Muñoz Stuardo: Simce 2022 y políticas educativas

Aunque el Simce provee información parcial sobre los aprendizajes, la publicación de sus resultados 2022 es útil para analizar la situación del sistema escolar pospandemia y proyectar algunos de los desafíos de política educativa para nuestro país.

Las noticias principales de este Simce son cuatro. Primero, se ha producido una baja preocupante en los niveles de aprendizaje de niños, niñas y jóvenes, más pronunciada en matemáticas y en 2do medio (donde un 54% de los estudiantes no alcanza los niveles de logro elementales); segundo, esta baja es menor a lo proyectado por distintos organismos, lo que habla de un sistema educativo resiliente y con fortalezas importantes; en tercer lugar, se ampliaron algunas brechas de aprendizaje, especialmente la de género; y, finalmente, contra la tendencia general, las escuelas que se habían clasificado como “insuficientes” por sus bajos resultados, mejoraron significativamente sus indicadores en lectura y matemáticas en el ciclo 2018-2022, período en el que se suspendieron las mediciones y sus consecuencias (fenómeno interesante que habrá que estudiar en detalle) y en el que se priorizó el apoyo a estas comunidades.

Contar con una política de reactivación educativa robusta y convocante, que tome las lecciones de esta medición (ampliando por ejemplo los esfuerzos en educación media y en matemáticas) sin perder como horizonte el aprendizaje integral y para el siglo XXI, es el reto más importante de los años que vienen en el sector educación. Se ha avanzado en esa dirección (con iniciativas potentes como las tutorías, los equipos de revinculación y distintos programas), pero la magnitud de la respuesta no es proporcional todavía a la profundidad del problema. El Consejo para la Reactivación Educativa ha propuesto algunas medidas adicionales, para lo cual se requiere mayor prioridad y financiamiento.

Pero una buena política de reactivación no será suficiente. Debemos asumir que nuestro sistema educativo enfrentaba ya un problema de estancamiento que, a pesar de los esfuerzos de política educativa, se ha prolongado por más de una década y de forma transversal a los distintos grupos sociales, tal como muestran el propio Simce y las evaluaciones internacionales.

En este escenario, es urgente que el conjunto del sistema político -en diálogo con los actores educacionales- deje de hacer de la educación un espacio de trinchera y disputa de corto plazo, y se oriente a la búsqueda de acuerdos amplios que permitan conformar una política nacional para la calidad y justicia educativa, cuyos pilares sean: resolver temas estructurales pendientes (como el ineficiente sistema de financiamiento escolar, que hoy hace agua en muchas partes del país); eliminar procesos y políticas que no aportan a la mejora sustentable (como la amenaza de cerrar una escuela por su resultado en el Simce); invertir de forma significativa en mejorar la experiencia educativa cotidiana de estudiantes y familias (la convivencia y la infraestructura cumplen aquí un rol crucial); e implementar una estrategia de desarrollo de capacidades cuyo foco sea fortalecer la formación, el acompañamiento y las condiciones de trabajo de las personas (educadoras, profesores, directivos y asistentes) que conducen los procesos de enseñanza, la variable más importante para alcanzar una educación de calidad para todos. En un contexto de alta polarización política, es nuestra responsabilidad con las próximas generaciones transformar a la educación en un proyecto común.

Por Gonzalo Muñoz, Facultad de Educación, Universidad Diego Portales

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Columna de Magdalena Vergara: Prioridades

Los resultados del Simce 2022 arrojan los peores niveles de aprendizaje en la última década, lo que evidencia el enorme impacto que tuvo la pandemia en la educación de los estudiantes. Si bien algunos se consuelan en que los resultados pudieron haber sido peores, no hay espacio para un falso conformismo, pues estos reflejan años de retroceso y un aumento significativo en las brechas.

Los datos del Simce ponen de manifiesto la relevancia de contar con esta información. Aunque para algunos se trate de datos innecesarios -pues profesores y directores eran conscientes de la situación de sus estudiantes-, el Simce les permite compararse a nivel país y al Mineduc reenfocar sus esfuerzos. Conocer que los peores resultados fueron en matemáticas y en II Medio, tener claridad de cuáles son las escuelas en peor situación o casos como el de la Región de Atacama, son claves para orientar la política pública de forma eficiente. Asimismo, es clave que los padres y la ciudadanía conozcan la información, y que al menos por una vez, el aprendizaje sea el protagonista en los medios.

Lo urgente ahora es tomar acciones inmediatas para apoyar a las escuelas, lo que requiere de una verdadera priorización para la reactivación de aprendizajes desde el Mineduc -quienes lamentablemente han abordado este fenómeno como un programa más dentro de su abultada agenda. Tardaron un año en definir un plan y luego meses en ponerlo en práctica, sin que conozcamos aún el real estado de avance de la reactivación y su evaluación para ver si las acciones -como las tutorías- están siendo o no exitosas.

Un punto fundamental en esta agenda es mejorar la asistencia de los estudiantes; es elocuente que aquellos que dicen valorar la asistencia obtienen mejores resultados en el Simce. Para esto, son necesarias campañas conjuntas entre las escuelas y las familias, pero también no dar señales equívocas respecto de la relevancia de asistir a clases -como que las autoridades llamen a no enviar a sus hijos a las escuelas o jardines frente a los virus respiratorios. En esta batalla, cada día cuenta, por lo que no se puede perder ningún día de clases. Al contrario, debemos promover mayores tiempos de aprendizajes, ya sea durante fines de semana o vacaciones, de una forma que sea atractiva para los estudiantes.

Por último, el remezón de estos resultados nos debería llevar a aterrizar las discusiones en cuanto a las políticas educativas, tomando conciencia de que el foco de las reformas no son los grandes cambios estructurales que se vienen haciendo, sino mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje. Poner al centro de las políticas el liderazgo directivo, para promover las mejoras desde el interior de las comunidades educativas en conjunto a los docentes y las familias; en la escuela misma, otorgándole la flexibilidad para promover un proyecto que genere pertenencia y compromiso, y desarrollar innovaciones y medidas pertinentes con sus propias necesidades, en vez de seguir ahogándolas con instructivos y programas que se imponen desde arriba. El verdadero cambio de paradigma educacional es volver a poner al centro el desarrollo de los niños y sus aprendizajes, y dejar de poner a la educación como objeto de las luchas políticas e ideológicas. Quizás la mejor muestra de esto será cuando se deje de buscar inyectar recursos para condonar el CAE, y se destine a aquellos estudiantes que no logran los conocimientos mínimos para su edad.

Por Magdalena Vergara, directora de Estudios IdeaPaís

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