Calle sin violencia
Calle sin Violencia es el nombre de la estrategia del gobierno para intervenir las 30 comunas del país que concentran el 50 por ciento de los mayores delitos violentos.
Sabemos que los barrios de nuestro país son la cancha donde debemos ganarle a la violencia, a la falta de oportunidades y al escaso bienestar de las familias. “Que la calle no sea su sala de clases” es el mensaje que el Hogar de Cristo está desplegando para la campaña de recolección de recursos para fortalecer nuestras escuelas y dispositivos de reingreso para niños, niñas y jóvenes en situación de pobreza y vulnerabilidad que han abandonado el sistema escolar.
La cifra oficial registra a más de 227 mil excluidos de su derecho a la educación, muchos de los cuales ahora mismo están siendo reclutados por el crimen organizado y el narco en los territorios más marginales, populosos y carenciados del país.
Esta coincidencia de nombres no es casualidad. Intentar transformar las calles en lugares seguros y los barrios en espacios protectores es lo que está detrás de la estrategia del gobierno y de nuestro mensaje de campaña. Son caminos con una mirada preventiva, anticipatoria y sobre todo centrada en dar a las personas herramientas que les permitan construir el presente y el futuro. No es casual que un alto porcentaje de niños, niñas y jóvenes en la Encuesta de la Defensoría de la Niñez declararan que el lugar más inseguro para ellos era su barrio.
Hoy en las comunas con mayores índices de violencia, los pequeños y los grandes se están restando de la educación. Madres que sienten que los niños están más a salvo en las casas, porque hoy hasta en las salas cunas hay protocolos en caso de balaceras. Jóvenes que buscan generar ingresos altos y lo antes posible para aportar a sus familias o salir lo antes posible de esos lugares peligrosos.
Si cruzamos las 30 comunas más peligrosas que intervendrá el gobierno con las que concentran el mayor número de excluidos de la educación, la coincidencia es total. Maipú, Antofagasta y Valparaíso, por mencionar aquellas donde está Súmate.
El plan Calle sin Violencia, que se adelantó a raíz del asesinato del cabo primero Daniel Palma, tiene cinco pilares, uno de los cuales es tan obvio como descuidado: la prevención. “Hay que intervenir en la estructura social de ese barrio”, precisan las autoridades. Esa prevención es necesariamente educación. Es contar con ofertas de reingreso -escuelas y aulas- para que abuelas, tías y vecinas nos alerten dónde hay un niño, una niña, un joven que ha dejado de ir a clases y estemos preparados para ir a buscarlo y ofrecerle algo concreto para recuperar su trayectoria educativa.
Eso lo que hacemos en Súmate desde hace 30 años, sin apoyo, sin presupuesto, sin visión de lo crucial de estas intervenciones preventivas que van más allá de la escuela formal escolar. Las razones del abandono escolar las conocemos. Es más, hemos construido un decálogo con ellas. Todas tienen que ver con la pobreza, la vulnerabilidad y la falta de Estado en amplios territorios del país, permitiendo que se imponga la ley del más fuerte. Y hoy todos sabemos dónde radica esa fuerza.
Ojalá, que en la intención de rescatar y fortalecer las redes de apoyo de los barrios, valorar el esfuerzo de los municipios por estar presentes y nuestro porfiado arrojo de aplanar calles buscando jóvenes para ofrecerles alternativas de reingreso, sean seriamente consideradas en esta estrategia de Calle sin Violencia.
Veintitrés expertos para 227 mil excluidos
Liliana Cortés, 17 de enero de 2023
Como nunca antes el tema de la exclusión educativa ha cobrado fuerza. Por todos lados aparecen los datos que en Súmate conocemos tan bien. En Chile, 227 mil niños, niñas y jóvenes están fuera del sistema escolar y, entre 2021 y 2022, 50 mil matriculados no asistieron a clases.
Un reciente y muy buen reportaje de La Tercera detalló con crudeza, en un recorrido puerta a puerta, las razones que explican el abandono escolar: drogas, vergüenza por un embarazo precoz, necesidad de generar recursos, responsabilidades de cuidado familiar… el diagnóstico es claro.
El tema del reingreso o la revinculación ha pasado a ser una prioridad país. La señal que vimos en las palabras del Presidente Gabriel Boric, quien estuvo flanqueado por los 23 expertos que integran el llamado “Plan de Reactivación Educativa”, es clara. En su discurso aludió de alguna manera a lo que el director social nacional del Hogar de Cristo, Paulo Egenau, llama “lucidez transitoria”, que no siempre involucra un real sentido de urgencia.
El Mandatario dijo que en tres meses los expertos emitirán un plan. Señaló que en el intertanto no se dejará de actuar en la recuperación de la trayectoria educativa de los excluidos del sistema. Yo lamento decir que las clases se inician en marzo, por lo tanto, ya estamos atrasados. Mencionó tres acciones concretas: un equipo de 1.300 profesionales y gestores que irán a tocar las puertas de las casas de todo Chile buscando a los niños, niñas y jóvenes que están marginados de la educación. Los equipos socioeducativos de Súmate en Antofagasta, La Serena, Villa Alemana, Santiago y Concepción hacen esta tarea permanentemente en los territorios más vulnerables, para lograr la revinculación de los chicos y chicas que no han desertado, sino que han sido abandonados por un sistema poco tolerante con “el complicado”. Con el que tiene problemas sociales, familiares, económicos, de aprendizaje.
Junto con esta importante búsqueda, sería relevante avanzar en el diseño de aulas de reingreso para estar preparados cuando los encontremos. Nosotros hemos implementado cinco de estas aulas en sendos servicios locales de educación (SLEP), que van en el camino correcto y están preparados para recibir a los que decidan volver. Repliquemos esa experiencia en otros SLEP. Colmemos de realidad las palabras del Presidente y de su ministro de Educación.
Boric mencionó también que habrá foco en 100 comunas, donde ha habido problemas de convivencia escolar y episodios de violencia. Habló de la salud mental, tan deteriorada en pandemia. Todo es urgente y necesario. La institucionalidad interministerial es fundamental en esta etapa. Necesitamos actuar organizada y sistemáticamente para devolver salud, bienestar y esperanza a nuestros niños, niñas y jóvenes, sobre todo a estos últimos.
Y la tercera iniciativa, para empezar ahora a hacer algo, fue una “cruzada nacional” por acortar las brechas que dejó el Covid-19 en materia de aprendizaje con la participación de 20 mil tutores que apoyarán a 80 mil niños y niñas de entre segundo y cuarto básico que quedaron rezagados en materia de lectura y escritura. No olvidemos que el rol de la escuela es conseguir espacios colmados de curiosidad y motivación por aprender. Como planteó Francisca Elgueta, ganadora del Global Teacher Prize 2022, docente de fundación Súmate, debemos dar la pelea contra la desidia y devolver esperanza.
Un punto que el Presidente no mencionó y en el que podemos avanzar ahora, mientras los expertos acuerdan acciones y que sería un gran paso, lleno de realidad es que se aprobara en el Senado el proyecto de ley de financiamiento de una modalidad educativa de reingreso, con todos los ajustes que se requiera para que sea un aporte a las medidas que vendrán.
Esa sería una señal concreta para los 227 mil niños, niñas y jóvenes que hoy no ven en la educación un camino de promoción y mejora social y, por eso, abandonan. Esa sí que sería una señal potente, porque permitiría “poner los recursos donde se ponen las palabras”, tal como dijo el Presidente este tórrido lunes 16 de enero.
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Ruta a seguir
Coescrita con Fernando Rojas, Alejandra Arratia y Juan Cristóbal Romero
Es siempre sorprendente cómo desde la navegación cotidiana vemos pasar puntas de icebergs a diario. Quienes se empeñan en advertir el inminente choque terminan afónicos dando voces de alarma que nadie escucha. Y, más llamativo aún, es cuando -de repente y sin haber cambiado en nada la gravedad del problema- la advertencia de peligro tantas veces dada, se activa, prende y todos quieren participar de la solución.
Sucede también que estos episodios no pasan de ser de lucidez transitoria, que duran hasta que un nuevo iceberg se hace visible.
Esperamos que éste no sea el caso, porque la exclusión educativa es un tema gravísimo, con consecuencias definitivas sobre la vida de las personas, sus familias y de la sociedad en su conjunto. La exclusión educativa es como una dura montaña de hielo, que se interpone en el futuro de al menos 224 mil niños, niñas y jóvenes que en Chile han sido privados de su derecho a la educación. Este 2022, 50 mil no se matricularon y no fueron a clases, quedando a merced de la calle, donde abundan los explotadores laborales de todo calado, y los más tentadores son los vinculados al narco. Hagamos todo lo necesario para que en esta oportunidad no sea así y busquemos todos juntos -gobierno, legisladores, sociedad civil organizada- una solución definitiva al problema. Aquí proponemos una hoja de ruta con cuatro acciones urgentes:
1. Financiamiento para los actores del sistema educativo que conocen y atienden esta realidad. Proponemos una discusión inmediata del proyecto de ley para implementar una subvención para la modalidad educativa de reingreso. Este proyecto de ley si ve la luz, debería impulsar a la educación de jóvenes y adultos, escuelas de segunda oportunidad y aulas de reingreso que hasta hoy se han hecho cargo del problema sin recursos. Estamos disponibles para colaborar en la mejora de ese proyecto de ley y lograr que vea la luz en breve
2. Plan de Búsqueda de niños, niñas y jóvenes. Es necesario una campaña nacional, tanto comunicacional como un llamado a la acción, que convoque actores públicos y privados en esta tarea. Una gran oportunidad es la Instalación en las Oficinas Locales de la Niñez, dependientes del Ministerio de Desarrollo Social. Su mandato en la protección de los derechos de la infancia tiene la potestad de convocar para la búsqueda activa de niños, niñas y jóvenes fuera del sistema escolar. Esperamos que los equipos de las 90 oficinas locales a pilotear, puedan colaborar en convocar a las organizaciones y servicios públicos territoriales y compartir visiones y herramientas para esta titánica tarea
3. Contar con una masiva oferta de reingreso-revinculación. Desafiamos a nuestro sistema educativo en alianzas publico-privadas a instalar el año 2023 una oferta de reingreso -nuevas aulas de reingreso, escuelas de reingreso existentes y centros de educación de jóvenes y adultos- en cada región de nuestro país y el 2024 al menos una oferta de reingreso por comuna. En muchas comunas de Chile, grandes y medianas empresas se esfuerzan por colaborar con la comunidad local apoyando iniciativas educacionales. Ampliemos ese esfuerzo y acordemos la instalación de aulas de reingreso. Como Fundación Súmate hemos acompañado el proceso de 19 establecimientos educacionales, 6 de ellos en Servicios Locales de Educación Pública. Se puede y es urgente escalar
4. Mejorar y ampliar los fondos concursables de reinserción. Los niños, niñas y jóvenes no volverán de un día para otro. Requieren tiempo y espacio para volver a tomar la decisión de recuperar su trayectoria educativa. Hoy existen 26 proyectos, que ni siquiera tienen presencia nacional. Es urgente ampliar. Proponemos que el año 2023 se adjudiquen al menos 70 proyectos que abarquen el trabajo con esta población excluida.
Necesitamos medidas urgentes amplificadas. Necesitamos enviar un mensaje a los niños, niñas y jóvenes fuera del sistema educativo y a sus familias. Queremos como sociedad reparar el daño causado. Queremos que la educación vuelva a tener un espacio en sus vidas. Estamos haciendo esfuerzos por ir a buscarlos y ofrecerles una oferta pertinente para que nunca más vuelvan a sentir que se quedaron atrás.
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