Valores desacompasados
“Hay una conflictiva doble dinámica entre los propios valores de la juventud”.
Dos encuestas recientes a jóvenes (de 15 o 18 a 29 años), del INJUV y la UDP, muestran las tensiones valóricas que experimenta la sociedad chilena. Un 56% de los jóvenes está de acuerdo en permitir legalmente el aborto libre antes de la semana catorce; un 57%, en legalizar la marihuana; un 80%, la eutanasia o muerte asistida ante una enfermedad terminal, y un 81%, la adopción de hijos por parejas del mismo sexo y que estas puedan contraer matrimonio.
Adicionalmente, tres de cada cuatro jóvenes están de acuerdo con la autonomía de los pueblos indígenas en sus territorios, una amplia mayoría favorece la igualdad de género, un 89% cree que en 5 años más estará personalmente mejor que ahora y un 77% se declara satisfecho con la vida.
Hay pues un generalizado sentido de libre opción en la esfera privada y de reconocer la diversidad e igualdad.
Al mismo tiempo, se observa un estado de ánimo conservador, aprensivo, incluso pesimista. Por ejemplo, solo 20% de los jóvenes desea un cambio radical y rápido del país. Frente a la situación política, 74% siente incertidumbre, preocupación o temor en comparación con un 26% que siente esperanza, tranquilidad y alegría. Carabineros y las FF.AA. son las dos instituciones que inspiran mayor confianza. El 58% dice haberse sentido bajoneado, deprimido, irritable o desesperanzado durante las últimas dos semanas. Un 40% declara que actualmente el principal problema es la delincuencia, falta de seguridad y violencia; un 10%, el costo y calidad de vida, y un 10%, deudas e incertidumbre. Respecto al futuro del país, un 56% cree que estará igual o peor que ahora.
Hay pues una conflictiva doble dinámica entre los propios valores de la juventud. Por un lado, una amplia difusión de valores liberales, propios de sociedades con procesos intensos de secularización, autonomización personal y, sobre todo, una acelerada masificación de la educación superior, tal como ocurrió en Chile durante los últimos 30 años. Significó un rápido desplazamiento de la población, especialmente jóvenes, desde valores tradicionales hacia valores racional-instrumental-seculares. En este movimiento, Chile ha ido más lejos que los restantes países latinoamericanos, según la Encuesta Mundial de Valores 2022.
Por otro lado, en el eje que va del polo de la desconfianza-inseguridad-desigualdad a sus opuestos, dependiente de la distribución de oportunidades materiales y de reconocimientos, la sociedad se mueve más lento. De hecho, en esta dimensión Chile se sitúa al medio de América Latina.
Una posible explicación para este desacompasamiento es que la revolución educativa contribuyó a una acelerada difusión de valores opcionales entre los jóvenes, transformando sus patrones de evaluación moral. Por su lado, el Estado y las políticas no avanzaron a la par con esa transformación. Se crea así una brecha entre apertura moral y cierre de oportunidades socioeconómicas que afecta a los jóvenes y sus expectativas.
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