ASISTENCIA ESCOLAR: TAREA PARA EL SEGUNDO SEMESTRE
Patricio Felmer, CMM y CIAE de la Universidad de Chile, Director de la Iniciativa ARPA de la Universidad de Chile, 04 de Agosto de 2022
En esta columna, el investigador del CIAE y del CMM de la Universidad de Chile, Patricio Felmer, aborda las características de la escuela como un espacio donde los niños y niñas aprenden también a colaborar.
La asistencia escolar no aprobó el primer semestre, de modo que quedamos con tarea para el segundo: lograr que todas las niñas, todos los niños y jóvenes escolares asistan a todas sus clases en sus escuelas, colegios y liceos. Hoy la asistencia está en nuestras manos, en la de los directivos escolares, de las profesoras y profesores, y por supuesto en las manos de todas las madres, padres y responsables de los y las estudiantes. El objetivo: ¡que no se pierdan una clase más!
Numerosos estudios nacionales e internacionales han estado monitoreando el impacto de la pandemia del COVID-19 en la educación. Diversas estimaciones dan cuenta de la pérdida de aprendizajes que resulta del cierre de las escuelas, de las clases híbridas y de la inasistencia a clases presenciales. Y es esto último lo que nos preocupa y nos ocupa, ahora que la asistencia está en nuestras manos.
Puede haber muchas razones para “no mandar a los niños a la escuela”, algunas de ellas ciertamente son de fuerza mayor, ante ellas nada podemos hacer. Pero también hay muchas razones para “mandar a los niños a la escuela” y hoy queremos mencionar una, que nos atrevemos a decir que también es de fuerza mayor: en la escuela se desarrolla la habilidad de colaboración.
La colaboración es una habilidad humana fundamental que ha acompañado al ser humano desde los inicios de su aventura evolutiva, incluso ha acompañado a sus especies precursoras. Todo el desarrollo humano ha sido posible gracias a muy diversas formas de colaboración entre personas, tribus, grupos, regiones, países, etc. Tan importante es el desarrollo de esta habilidad, que la colaboración es considerada una de las habilidades clave para enfrentar el siglo 21 con todos sus cambios e incertidumbres.
Y ante esta importante habilidad nos preguntamos ¿cuál es el rol de la escuela en el desarrollo de la colaboración en nuestras niñas, niños y jóvenes? Es evidente que el encuentro con otras personas es una condición necesaria para que esta importante habilidad se desarrolle. La escuela, el colegio o liceo es el entorno privilegiado que ha definido nuestra sociedad para que los jóvenes, los niños y las niñas se encuentren y es allí donde se gesta de manera natural y con el concurso de los profesores y profesoras la colaboración.
Los deportes en la escuela son instancias netamente colaborativas, como cuando las estudiantes forman equipos para jugar al futbol o se organizan para jugar al voleibol. También las actividades musicales, como la participación en el coro, en un grupo musical u orquesta escolar, son fantásticas instancias colaborativas. Los clubes de actividades extra-programáticas, dedicados a la gastronomía, a la matemática o la poesía, son instancias colaborativas por excelencia. Por supuesto, los momentos de recreación permiten que los estudiantes interactúen, conversen, jueguen, planifiquen otras actividades y discutan sobre las pasadas. Y decimos con pesar, que los y las estudiantes que no asisten a clases quedan privados y privadas de los aprendizajes que estas actividades ofrecen, tanto para el desarrollo de sus habilidades como de sus conocimientos.
Pero “no mandar a los niños a la escuela” priva a los y las estudiantes del espacio más importante, el espacio central de participación social, emocional y cognitiva que ofrece la escuela, los priva de la sala de clases. El lugar donde la discusión sobre los contenidos relevantes, donde el desarrollo de las habilidades sociales y cognitivas tiene lugar. Pierden ese momento precioso, organizado por el profesor o profesora, donde los y las estudiantes desatan sus inquietudes y ganas de aprender con sus compañeros y compañeras. Es esta instancia escolar, la clase, resignificada después de la pandemia, la instancia clave que se pierden los niños, niñas y jóvenes cuando están ausentes. Y no se puede recuperar.
Directivos escolares, profesoras y profesores, madres, padres y responsables de los y las estudiantes, todos y todas podemos ayudar, debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que en este segundo semestre aprobemos en asistencia. Ya no es una opción, es la única forma para que podamos retomar los aprendizajes escolares, el desarrollo de todas las habilidades y, entre ellas, por supuesto, la de colaborar.
Fuente: Patricio Felmer, CMM y CIAE de la Universidad de Chile, Director de la Iniciativa ARPA de la Universidad de Chile
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