Evaluación para la mejora
Julio 28, 2022
Otra evaluación educativa, al servicio de la mejora
20.07.2022
Pablo Torche, Psicólogo educacional (P. Universidad Católica) y magíster en Literatura (U. de Londres). Director de estudios en EDECSA, consultora especializada en Educación; Valeria Zunino, Profesora de Educación Básica (P. Universidad Católica), magíster en Psicología Educacional (PUC) y magíster en Educación con énfasis en Medición y Evaluación (U. de California, Davis); Luis Felipe De la Vega RodríguezSociólogo, Magíster en Política y Gobierno, y Doctor en Ciencias de la Educación. Investigador educativo y encargado de publicaciones del Centro de Estudios Saberes Docentes de la Universidad de Chile.
Una propuesta diferente a la vigente hoy en el país propone esta columna para CIPER, basada en una evaluación ya no de aprendizajes, sino que para estos: «Evitaría los efectos nocivos y estigmatizadores que ha tenido el Simce —comentan los autores—, y serviría para que el Estado le rinda cuentas a la sociedad sobre lo que sus políticas han aportado a la mejora educativa.» Exponen su propuesta en tres ejes articulados.

Durante las últimas dos décadas, Chile ha construido un sistema de evaluación educativa centrado en rendición de cuentas de altas consecuencias, basado en buena medida en el SIMCE, y bajo una lógica de fiscalización y presión a los establecimientos. Se funciona sobre la base de mecanismos de clasificación asociados a sanciones, las que han generado importantes tensiones en las escuelas. Es necesario reconocer, además, que los resultados de aprendizajes, medidos por ejemplo a través de la prueba PISA, se han mantenido prácticamente estancados durante los últimos quince años [1, p. 284].

Pese a que el sistema permite proveer mucha información, creemos que ha cumplido un ciclo, y que exhibe dificultades para contribuir efectivamente a la mejora educativa. Se trata, además, de un modelo que ha empezado a ser cuestionado en el mundo entero, en pro de una visión más integral de la evaluación educativa, con énfasis en su rol para apoyar el aprendizaje [2]. Países como Escocia, por ejemplo, han girado hace más de una década hacia sistemas centrados en la evaluación interna; en tanto en otros, como Australia, la prueba censal de evaluación se encuentra también bajo fuerte escrutinio y revisión.

En ese contexto, creemos que están dadas las condiciones en el país para avanzar hacia un nuevo sistema de evaluación, que transfiera más autonomía a los establecimientos, y aproveche de mejor forma las capacidades profesionales y de gestión que se han desarrollado en las últimas décadas. Proponemos así una reformulación del sistema de evaluación, sobre la base de tres grandes ejes o subsistemas, articulados entre sí, en que los equipos puedan analizar sus propios resultados y gestionar su cambio:

(1)
Subsistema de evaluación de aprendizajes de tipo muestral.
La dimensión central del Simce, como sistema de evaluación de aprendizaje, es su carácter censal. Al evaluar a todos los establecimientos y dar amplia difusión a los resultados, se promueve la generación de comparaciones y rankings entre escuelas. En añadidura a esta presión pública, como se sabe, el sistema contempla también sanciones específicas para escuelas con bajos resultados, las que pueden llegar hasta el cierre de esta.

Pese a la gran cantidad de información agregada que promueve el sistema, éste no ha servido para impulsarlo hacia la mejora. Por tratarse de una prueba externa y confidencial, asociada a difusión pública y sanciones, genera resistencia, y dificulta su apropiación y uso por parte de los docentes. Por otra parte, los resultados se entregan con rezago de un año y con un escaso nivel de detalle, lo que dificulta a los docentes tomar acciones remediales para corregir o mejorar la enseñanza.

Existe abundante evidencia que documenta los efectos negativos que un tipo de evaluación censal trae para el sistema: entre otros, el estrechamiento del currículo enseñado, la preparación para el test, la desprofesionalización docente, la disminución de sentimientos de autoestima y autoeficacia docente, un excesivo foco en la competencia por sobre la colaboración entre instituciones y el desarrollo de malas prácticas por parte de algunos establecimientos, con el objeto de obtener buenos resultados (como por ejemplo excluir alumnos [3, 45]. En resumen, el sistema actualmente en vigencia, en vez de impulsar el sistema hacia la mejora, tiende a estresarlo en exceso.

En este contexto, proponemos avanzar hacia un sistema muestral de evaluación de aprendizajes, el cual permitiría contar con la información necesaria para conocer el estado de la educación del país, los avances y efectos de las políticas educativas, así como identificación de las brechas relevantes según NSE, género y otras variables de interés. Además evitaría los efectos nocivos y estigmatizadores que ha tenido el Simce. Una evaluación muestral de aprendizajes sí serviría para la rendición de cuentas, pero para que sea el Estado que le rinda cuentas a la sociedad sobre lo que sus políticas han aportado a la mejora educativa.

Por otro lado, la necesidad de alimentar a las comunidades educativas con información realmente útil para la toma de decisiones pedagógicas sería abordada de mejor manera a través de pruebas aplicadas de manera interna, lo que debería constituir el segundo eje estratégico de un sistema de evaluación orientado hacia la mejora.

(2)
Subsistema de evaluación interna de aprendizajes por parte de las escuelas, con apoyo externo.

Una práctica docente crucial para favorecer el progreso del aprendizaje de los estudiantes es contar con evidencia del aprendizaje logrado y a partir de ella hacer ajustes pedagógicos oportunos [6] . La superación del Simce, como una prueba vinculada a la comparación entre escuelas y la rendición de cuentas, no implica que las escuelas deban ser dejadas «a ciegas» sobre su desempeño. Por el contrario, el objetivo es poner en marcha un mecanismo que conciba la evaluación como parte del proceso de enseñanza aprendizaje, y que permita que los docentes cuenten con información más pormenorizada, actualizada, y útil para generar cambios hacia la mejora pedagógica.

Este sistema debería ser desarrollado en base a tres principios fundamentales: propósito, calidad y pertinencia local:

(i) En nuestro país el referente por casi treinta años ha sido el Simce, por lo que se hace especialmente relevante enfatizar que el propósito de este nuevo sistema de evaluación de aprendizajes es apoyar a las escuelas en su misión de mejorar los aprendizajes de todos los alumnos. Asimismo, todas las decisiones vinculadas a la evaluación deben ser coherentes a este propósito.

(ii) En segundo lugar, para que las evaluaciones sean pertinentes a las diferentes realidades locales, es necesario que sean construidas de forma participativa, en conjunto con las diferentes comunidades y que cada escuela pueda escoger entre diferentes instrumentos aquel o aquellos que responda a sus necesidades particulares.

(iii) Finalmente, es necesario resguardar la calidad de los instrumentos, asegurando que las evaluaciones sean confiables y válidas. La transparencia en cuanto a las características de los instrumentos resulta indispensables para monitorear y asegurar su calidad.

Por último, existen otras tareas urgentes de abarcar en el ámbito de la evaluación de aprendizajes. Es sabido que muchos instrumentos de evaluación no son adecuados para alumnos que presentan necesidades educativas especiales. En este sentido la Agencia de Calidad de la Educación debe continuar avanzando en la implementación del diseño universal en las evaluaciones y en el desarrollo de sistemas alternativos de evaluación. Asimismo, es indispensable ofrecer oportunidades de desarrollo de capacidades en el área de la evaluación para docentes en ejercicio y asegurar la calidad de la formación que están recibiendo los futuros docentes [7]. En este sentido, el trabajo del MINEDUC y del CPEIP en particular es clave para avanzar hacia un sistema de evaluación al servicio de los aprendizajes.

(3)
Subsistema de visitas evaluativas.
La evaluación de los aprendizajes —la que debiera ir transformándose crecientemente en evaluación para el aprendizaje— ocupa un lugar fundamental en cualquier estrategia de evaluación educativa, pero no es el único indicador de calidad, ni la única información que resulta necesaria de conocer para impulsar el sistema hacia la mejora. Es necesario además fortalecer sistemas que arrojen luces directamente sobre el quehacer de la escuela y su trabajo educativo, más allá de los resultados que obtenga.

En este sentido, proponemos fortalecer la evaluación de la gestión de los establecimientos, que realiza actualmente la Agencia de Calidad a través de las visitas evaluativas. Se trata de un mecanismo de evaluación que permite conocer y valorar en terreno, de forma presencial, el trabajo y esfuerzo educativo desplegado por las escuelas, centrándose en procesos claves para la mejora, como el tipo de liderazgo, la gestión pedagógica, el manejo de la convivencia y otros. Por otro lado, las visitas evaluativas cuentan con un marco transparente de evaluación (los estándares de desempeño), que las escuelas pueden consultar, y constituye un mecanismo de evaluación indicativo (no asociado a sanciones) y orientado a un uso colaborativo entre la escuela, el sostenedor y la Agencia de Educación.

En la actualidad, las visitas presenciales ocupan un lugar relevante en los sistemas de evaluación educativa de muchos países, incluyendo Inglaterra, Escocia, Austria, Suecia, Holanda y varios estados de Estados Unidos. En Chile, se trata de un mecanismo bien recibido por los establecimientos. Los directores tienden a considerarlas útiles y a valorar la experiencia del «Estado en terreno» [8]. Además, se asocia con mejoras significativas en temas de capacitación y perfeccionamiento docente, consolidación de equipos de mejora y construcción participativa de metas [9].

En este sentido, parece estratégico mantener y perfeccionar el actual sistema de visitas evaluativas, como un mecanismo efectivo para implementar la garantía estatal respecto de la calidad de la educación impartida, especialmente en aquellos establecimientos con más dificultades. Para mejorar el sistema, resulta importante optimizar los mecanismos de retroalimentación, de tal forma de vincularlos de manera más efectiva con estrategias de mejora y con el PME. De esta forma, la retroalimentación debe ser pertinente a cada establecimiento: conectar con mecanismos que permitan promover procesos de reflexión al interior de los mismos y, sobre todo, vincular de mejor forma con estrategias de acompañamiento y apoyo.

***

Como conclusión, creemos que están dadas las condiciones en Chile para una reformulación sustantiva del sistema de evaluación. El objetivo debería ser volverlo más efectivo para la mejora, y debería poner al centro el empoderamiento de las escuelas y la profesionalización del rol del docente. Son ellos los actores protagonistas, que ejecutan el cambio educativo día a día en sus aulas de clases. Sin su participación y compromiso, ningún sistema de evaluación producirá el cambio que buscamos como país

REFERENCIAS

[1] OECD (2019), PISA 2018 Results (Volume I): What Students Know and Can Do, PISA, OECD Publishing, Paris, https://doi.org/10.1787/5f07c754-en

[2] Wilson, R., Piccoli, A., Hargreaves, A., Ng, P. T., & Sahlberg, P. (2021). Putting Students First: Moving on from NAPLAN to a new educational assessment system (The Gonski Institute Policy Paper #2-2021). Sydney: UNSW Gonski Institute.

[3] Parcerisa, L. & Verger, A. (2016) Rendición de cuentas y política educativa: Una revisión de la evidencia internacional y futuros retos para la investigación Profesorado. Revista de Currículum y Formación de Profesorado, 20(3), 15-51

[4] Falabella, A. & de la Vega, L. (2016). Políticas de responsabilización por desempeño escolar: Un debate a partir de la literatura internacional y el caso chileno. Estudios Pedagógicos (Valdivia) 42(2), 395-413.

[5] Carrasco, C. & Figueroa, M. (2019). Formación inicial docente y high stakes accountability: el caso de Chile. Profesorado, revista de curriculum y formación del profesorado, 3(23), 71-91.

[6] Care, E., Griffin, P., & McGaw, B. (2012). Assessment and teaching of 21st century skills. Dordrecht: Springer.

[7] Popham, J. (2011) Assessment Literacy Overlooked: A Teacher Educator’s Confession, The Teacher Educator, 46:4, 265-273.

[8] González, Daniela (tesista), Alejandra Falabella (profesora guía), (2017) Visitas evaluativas de la Agencia de Calidad de la Educación: Un análisis cualitativo de las visiones subjetivas de los directivos. Investigación financiada por FONDECYT, No 1170477. Universidad Alberto Hurtado. Facultad de Educación.

[9] Agencia de Calidad (2017). Procesos de mejora de los establecimientos educacionales: aportes de la visita de evaluación y orientación del desempeño (2018), citado en, Agencia de Calidad, 2018. Hallazgos en Estudios de Calidad de la Educación (2014-2017). Recuperable en https://bibliotecadigital.mineduc.cl/handle/20.500.12365/4574

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