Decidir el plebiscito
“Cómo votar dependerá de los escenarios imaginados para los días siguientes al 4 de septiembre”.
A medida que el proceso constituyente avanza hacia su final, se torna patente la complejidad de la decisión que deberemos adoptar. No solo entraña aprobar o rechazar un texto denso, sino, además, sopesar los varios factores que inciden en su formación y los escenarios que crearían su aprobación o rechazo.
Por lo pronto, importan sobremanera nuestras expectativas previas. Casi ocho de cada diez chilenos votamos por tener una nueva Constitución. Hoy, una parte importante de esa ciudadanía está decepcionada. Solo una minoría aprobaría sin chistar. He ahí pues un primer factor.
Un segundo factor es nuestra evaluación del comportamiento y trayectoria de la Convención. Según muestran las encuestas y los analistas, esta evaluación resulta, en general, negativa. Se entiende que su misión fue difícil. Mas su desempeño no estuvo a la altura. Primaron liderazgos débiles, un clima sectario, una derecha refractaria y unas izquierdas maximalistas.
Dicho juicio predispone a una lectura adversa del texto constitucional; es un tercer factor añadido a los anteriores. De hecho, parece imponerse una competencia por ofrecer las interpretaciones más negativas posibles. A su vez, quienes defienden el borrador no se hacen cargo de las legítimas críticas, sino que buscan cancelar a los críticos, acusándolos de ser inveterados reaccionarios.
Un cuarto factor —quizá el más fundamental— tiene que ver con los escenarios futuros. En efecto, cómo votar dependerá de los escenarios imaginados para los días siguientes al 4 de septiembre. Por ahora, la mayoría—se incline hacia el apruebo o el rechazo— anhela una nueva Constitución, pero no precisamente aquella propuesta por la Convención. De allí la popularidad de las opciones ‘aprobar para cambiar o mejorar’ o ‘rechazar para reformar y sustituir’. Si bien ellas no existen formalmente, representan un sentimiento de esperanza que no se debiese defraudar.
El Presidente Boric, su gobierno y las fuerzas del 15-N necesitan anticipar esos escenarios. Gane una u otra opción es probable que la diferencia de votos no sea contundente. Por lo mismo, cabe prever desde ahora cómo se mantendrá el rumbo del Estado asegurando la gobernabilidad del país y luego del plebiscito.
Al Gobierno le corresponderá garantizar la transición en una u otra dirección; ya bien poniendo en marcha una enorme labor legislativo-política de implementación constitucional o bien buscando —en conjunto con el Congreso Nacional— un diseño institucional para renovar a fondo la actual Constitución.
Seguramente aquel será el momento decisivo del gobierno de Boric. Su destino se sellará ahí. Debería por lo mismo comprometerse desde ya con la ciudadanía de que cualquiera sea el resultado, buscará los acuerdos que permitan culminar un proceso institucional sin rupturas.
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