Federico Valdés, rector UDD: “Es una monstruosidad segregar a los estudiantes entre los que son educados por el Estado y los que no”
La máxima autoridad de la Universidad del Desarrollo tiene una mirada crítica del trabajo de la Convención y cómo está quedando el borrador de la nueva Constitución. Si se aprueba como está, dice, “la subsistencia de las universidades privadas va a ser mucho más difícil”
Federico Valdés (62) contesta el teléfono desde Barcelona, España, en un periplo que también incluyó Finlandia y Alemania. El rector de la Universidad del Desarrollo (UDD) se encuentra en Europa en actividades relacionadas con la institución que comanda y que se han dividido entre el lanzamiento de un doble grado con la U. de La Salle y acuerdos de colaboración con las universidades de Aalto y Manhheim.
Desde allá hace una pausa para analizar sin tapujos todo lo que ha involucrado al proceso de la Convención, desde la redacción del borrador hasta el resultado del mismo. “Desde el primer día quedó claro que había un sesgo estatista brutal entre los constituyentes. En salud, pensiones y educación se dieron un picnic”, asegura.
¿Cómo analiza lo referido a educación superior del borrador?
Da la impresión de que se están estableciendo diferentes categorías de universidades y que la preocupación está puesta en las estatales. Y creo que eso es un error, porque lo que importa es tener buenas universidades, no que sean estatales o no estatales. La Constitución debería preocuparse de que los alumnos tengan acceso a la educación de buena calidad. Y acá da la impresión que la preocupación es que las universidades estatales reciban un trato preferente. Es un error.
¿Esto lo observa en todos los niveles de educación?
No es un problema exclusivo de las universidades. Parece haber un sesgo muy marcado dentro de la Convención, uno de tantos que vimos durante meses, cuando el propósito de redactar un proyecto de nueva Constitución era conseguir un apoyo mayoritario, cosa que no da la impresión que vaya a ocurrir. La Convención se farreó una oportunidad histórica; quisieron entrar a la historia por ser lo más refundacionales, los más disruptivos, pero no por generar este acuerdo que creo era la esperanza de la gran mayoría de los chilenos que marcharon. En educación quedó establecido que los convencionales consideran que la educación estatal debe tener un trato preferente.
¿Cómo ve el futuro de esas instituciones no estatales?
Si se llega a aprobar la Constitución, la subsistencia de las universidades privadas va a ser mucho más difícil, se van a ver amenazadas y eso sería lamentable. La educación estatal universitaria se debe hacer cargo de un porcentaje no mayoritario y no se hace cargo de los más vulnerables. No lo hacen ni la U. de Chile ni la Usach, por nombrar a las más grandes. Las que tienen más alumnos vulnerables son normalmente universidades no estatales que, insisto, verían su subsistencia sin duda amenazada.
¿Ve riesgos de que algunas universidades no estatales cierren o tengan menos capacidades que hoy?
Hay que ver cómo se implementarían las leyes para hacer cumplir la Constitución. Se habla mucho de gratuidad, pero no se habla de libertad de educación o suficientemente de la autonomía de las instituciones. Y la educación privada en Chile, en todos los niveles, ha jugado un rol muy importante. Si uno toma los puntajes PSU y ve los promedios de las ocho primeras universidades, hay una sola estatal. Es una cosa que no parece haber sido tenido en cuenta.
Pero atraer buenos puntajes también habla de una capacidad económica de dar becas y lo de los puntajes choca con que para tenerlos son necesarias las pruebas que muchos dicen que no reflejan necesariamente quiénes son los mejores estudiantes.
De las becas, es difícil objetivamente entender por qué alguien se puede quejar. Hay alumnos que tienen menos recursos y al que tiene mejor puntaje podemos atraerlo ofreciéndole mejores condiciones. Y sobre las pruebas, sí, son imperfectas, pero es lo mejor que se ha inventado para medir. He escuchado esos argumentos, pero no tienen sustento. Es mejor no tratar de tapar el sol con un dedo: si las universidades privadas atraen mejores alumnos hay que preocuparse de que puedan funcionar bien.
¿Cómo evalúa la política de gratuidad?
Desde antes que partiera, planteé que me parecía una pésima política pública y creo que el tiempo nos dio la razón.
¿Por qué?
En la medida en que las universidades dependen de recursos fiscales, pierden autonomía. Y es mejor que las universidades puedan desafiar a la autoridad. Pero además había un problema práctico: antes el financiamiento de las universidades estaba compuesto de lo que parcialmente aportaban los estudiantes y le sacaron recursos al sistema. Era inevitable y fácil de anticipar que si hacían esto, las universidades iban a sufrir. Pero también aquí parecía haber una cosa ideológica de plantar una bandera, de decir que en Chile se estudiaba gratis. Y quienes dirigían las universidades deben haber pensado que esos recursos ahora iban a recibirlos de otra manera. Las universidades que entraron, entraron confiadas que el problema alguien se lo iba a resolver, pero ese alguien -cualquier gobierno- tiene otras prioridades antes.
Pero la política sí permitió que un número no menor de personas estudiaran.
No es que con la gratuidad hayan tenido acceso personas que antes no. Antes tenían que endeudarse con el CAE, que está demonizado sin mucho análisis. Entonces, resolvamos el problema a los que lo tienen, no a todo el mundo. Pretender que la educación superior sea gratuita es un abuso porque Chile, en su estado de desarrollo, tiene prioridades que están muchísimo antes.
Infiero que la UDD no piensa en adscribirse a la gratuidad.
No, por lo mencionado.
Según el borrador, ¿tiene claro quiénes tendrían que adscribirse a gratuidad?
Las estatales más las que indique la ley. Deja bien en el aire lo que va a pasar.
¿Y si la ley termina obligando a la UDD a estar adscrita, qué hace?
Espero que no sea así, pero uno debe cumplir la ley.
Hay voces que dicen que el borrador apunta a dos clases de estudiantes, los del Estado y los que no. ¿Qué piensa?
Es una monstruosidad el querer segregar a los estudiantes entre los que son educados por el Estado y los que no, de establecer cualquier tipo de favoritismo. El Estado debería preocuparse de todos sus estudiantes por igual. Pensar que algunos van a estar en una situación de privilegio por el solo hecho de que su institución tiene una determinada característica de propiedad o jurídica… Es un punto en el que lo hicieron mal.
¿Ve favorecida de alguna forma la educación y en particular la privada?
No, pero no es sorpresa.
¿Cómo ve la libertad de enseñanza?
No quedó razonablemente resguardada, porque hay cosas que suenan bien, pero que tienen mal desarrollo. Esto de que los proyectos de los colegios tienen que de alguna manera someterse a la opinión de su comunidad está mal. Tienen que poder haber proyectos con el espíritu de los fundadores. Por ejemplo, la educación religiosa. Ese espíritu tiene que mantenerse. Los padres tienen que tener el derecho de poner a sus hijos en un colegio que les gusta. Es importante que exista la libertad de crear instituciones con cierto perfil, que no tienen que someterse a lo que el gobierno de turno dice.
Infiero de todo lo conversado que está por el Rechazo.
Este proyecto está mal orientado en cosas esenciales. Y escucho decir que pudo haber quedado peor, pero esta Constitución puede durar 20, 30 años o 40 años. Votar Apruebo porque no quedó tan mala me parece una monstruosidad. La Convención se farreó la oportunidad histórica, nunca antes vista en Chile, de conseguir que el 70%, porque existía la voluntad de eso, aprobara una Constitución para todos. Hay muchas razones por las cuales para este proyecto yo votaría Rechazo.
¿Y cómo ha visto el trabajo de este gobierno?
Como universidad no hemos tenido contacto con el ministro ni la subsecretaria. Sí he participado en un par de reuniones con ella porque soy parte del Comité de Acceso al Sistema Único. Hasta el momento no han dicho cuál es su ruta de navegación.
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