Expertos coinciden en que se pueden mantener las pruebas, a condición de revisar, esta vez de verdad y en el sentido correcto, su aplicación y consecuencias. Por ejemplo, se ha propuesto distanciarlas en el tiempo, hacer pruebas muestrales en vez de censales, reducir las consecuencias económicas y de gestión de recursos sobre las escuelas, y esforzarse por entregar los resultados de tal manera que orienten a tiempo las decisiones pedagógicas.
Por primera vez desde 1988, gobernará una coalición distinta al otrora llamado duopolio. La semana pasada se anunció a Marco Ávila en el Ministerio de Educación, quien es conocido, entre otras cosas, por su interés en la innovación educativa, para la cual el SIMCE ha sido una barrera. Además, el futuro ministro en su desempeño como profesor y director de colegio seguramente ha vivido en carne propia las consecuencias negativas del sistema actual en las comunidades.
Tenemos un proceso constituyente en marcha. La Educación está presente en varias de las miles de Iniciativas Populares de Norma presentadas por la ciudadanía. Son buenos tiempos para preguntarnos qué educación queremos y para qué la queremos, y sin duda, la respuesta no será la misma que hace treinta y tres años. La oportunidad de educar bien, y evaluar correctamente podría ser ahora.
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