Hernán Burdiles, el 29 de octubre de 2021 – 02:09 hrs.
El sistema de educación superior chileno ha concluido por estos días uno de los más importantes desafíos dispuestos por la Ley de Educación Superior. Son los nuevos Criterios y Estándares (CyE) para acreditar la calidad de las instituciones, y, en el caso de universidades, de algunos programas de pre o postgrado. Su principal diferencia es que la acreditación institucional es obligatoria para todas las instituciones de educación superior, al igual que para los doctorados y las carreras de pedagogía, medicina y odontología.
Estas nuevas pautas fueron publicadas luego de un extenso proceso seguido con interés desde dentro y fuera del país de manera muy exitosa. Destaca en ello la participación y consulta a todas las instituciones que conforman el sistema. Adicionalmente, cerca de 70 expertos de las Instituciones de Educación Superior (IES) se sumaron a las numerosas mesas de trabajo instaladas, permitiendo delinear los nuevos CyE, que consideran, entre otros, la diversidad y autonomía de los proyectos educacionales existentes en el país.
El resultado de dicho trabajo, riguroso, responsable y llevado adelante siempre en un modo colaborativo, busca instalar un enfoque de la calidad de la Educación Superior integral, estableciendo niveles de cumplimiento y acciones para la mejora continua, conforme a planes definidos por las propias casas de estudio, relevando la autorregulación institucional.
Lo obrado en ese aspecto dista de una actitud complaciente hacia las instituciones de educación superior. El fuerte cambio en la consideración otorgada a su calidad es una consecuencia, por un lado, de las progresivas exigencias incluidas en la nueva Ley de Educación Superior y, por otro, a la labor a veces incomprendida de la CNA, o las propias instituciones.
Una pregunta común efectuada en este tiempo por rectores y directivos superiores de todo tipo de instituciones era cuál sería “EL” modelo de aseguramiento de la calidad por el que optaría la CNA. El gran riesgo de una decisión en esa línea era hacer inevitablemente más rígido el sistema de aseguramiento de la calidad, arriesgando así la instalación de incentivos a la supresión de la diversidad de proyectos y de esquemas mayormente burocráticos dentro de las instituciones, sólo con el objetivo de dar cumplimiento formal a las normas y conceptos diseñados por la autoridad. Similares evaluaciones llevaron a modificar la propuesta previa de incluir estándares cuantitativos y otros de carácter crítico, reprochados fuertemente, lo que, además de propender a tipos de instituciones muy homogéneas unas con otras, o estar muy lejos de la realidad, implicaban la imposición de costos incrementales muy elevados y de eficacia al menos discutible.
Uno de los aspectos claves que vienen a aportar al sistema los nuevos CyE es la incorporación de dimensiones obligatorias de evaluar en el proceso de acreditación. Se trata de la vinculación con el medio y el aseguramiento interno de la calidad. Esto, junto a los distintos niveles de cumplimiento de cada criterio, dotarán a las instituciones de itinerarios para su propio y particular desarrollo. Lo anterior, junto a los criterios diferenciados para cada subsistema de formación, es decir, universidades y técnico-profesionales, permitirá que la evaluación tenga especial foco en cada proyecto educativo, valorando el contexto, resultados, proyecciones y la trayectoria de cada una de las IES.
Los estándares exigen realismo, cercanía y frecuente revisión de parte de las autoridades y, por el lado de las instituciones, de la evaluación periódica de propósitos, objetivos, organización y proyectos educativos.
La labor ahora deberá continuar con la puesta en marcha de estas normas, disponiendo de un plazo de 24 meses para su plena vigencia. Temas relacionados a la elaboración de instrumentos, formularios (simplificar es el lema) y fases posteriores a la publicación de las normas, exigen seguir contando con el aporte de los centros de formación técnica, los institutos profesionales y las universidades.
En suma, estamos en presencia de una buena noticia para la calidad de la educación superior del país, luego de 36 meses de trabajo, donde las diversas contingencias locales y globales hicieron del proceso un reto aún más complejo de lo que ya era por sí solo, logrando entregar al país un marco para el aseguramiento de la calidad en la educación superior minimizando las imposiciones y cambiando la óptica, delineando hojas de ruta para la mejora continua con las instituciones y no a pesar de ellas.
0 Comments