Impulsando la alfabetización en medio de la crisis educativa generada por la pandemia de COVID-19
Decenas de millones de niños de toda América Latina y el Caribe regresarán a las aulas en 2021 y 2022. Muy seguramente evidenciarán pérdidas en el aprendizaje a raíz de los cierres provocados por la pandemia de COVID-19, los cuales han durado más que en ninguna otra región del mundo. Los niños más pequeños, los que proceden de hogares vulnerables y rurales, así como aquellos que tienen dificultades de aprendizaje, enfrentarán desafíos particularmente complejos. Estos retos podrían obstaculizar el futuro de sus trayectorias académicas, limitar su potencial de ingresos de por vida e incluso disminuir la productividad de sus países a largo plazo.
En circunstancias difíciles, ayudar a estudiantes rezagados es un imperativo moral y económico. Resulta crucial para los pobres, que pueden tener menos acceso al apoyo de sus padres y a las herramientas de aprendizaje remoto durante los cierres. Es esencial para aquellos que carecen de algunos elementos básicos de aprendizaje, como la capacidad de leer con fluidez.
Un experimento de alfabetización en Colombia
El BID lleva mucho tiempo investigando sobre educación correctiva. Por ejemplo, a través de un reciente experimento en Colombia se ha encontrado que sesiones de tutoría con pocos estudiantes son costo-efectivas y pueden marcar una enorme diferencia en el desempeño académico de los estudiantes. De hecho, pueden ayudar a los niños con problemas de lectura a ponerse al nivel de sus compañeros más avanzados y reducir las desventajas de desarrollo que son prácticamente inevitables cuando los estudiantes no dominan la lectoescritura, un elemento fundamental para todos los demás aprendizajes. En efecto dichas sesiones también tuvieron efectos indirectos en matemáticas y contienen metodologías aplicables a otras áreas de la actividad educativa.
Cerca del 20% de la población adulta no sabe leer ni escribir. Previo a la pandemia, más de la mitad de los niños de 10 años en América Latina y el Caribe sufrían de dificultades de aprendizaje y eran incapaces de leer y comprender un corto párrafo escrito. Estas limitaciones preocuparon tanto a la Secretaría de Educación de Manizales -una ciudad mediana de Colombia ubicada en lo alto de la Cordillera Central de los Andes- que, de la mano de la Fundación Luker y el BID, se pusieron en la tarea de crear y evaluar un programa de alfabetización correctiva para los alumnos de tercer grado con dificultades de lectura.
La secuencia de experimentos, que comenzó en 2015 y terminó en 2017, contó con la participación de 2.000 niños, en su mayoría vulnerables, en 90 escuelas de Manizales. La selección se basó en el desempeño en una sencilla prueba de fluidez lectora: los niños que leyeran menos de 60 palabras por minuto a mediados del tercer grado fueron incluidos como beneficiarios. Dadas las limitaciones logísticas y presupuestarias, las escuelas fueron asignadas aleatoriamente al grupo de tratamiento o al de control. El grupo de tratamiento recibió sesiones de 40 minutos de un tutor tres veces por semana durante la jornada escolar hasta por 16 semanas. Por su parte, el grupo de control continuó con sus actividades educativas normales.
La logística de la intervención fue fundamental para su éxito. Los tutores, que a menudo estaban en los primeros años de un programa de formación pedagógica, recibieron ocho horas de formación inicial, así como asesoría de seguimiento. Se les encargó impartir sesiones correctivas muy estructuradas en las que no participaban más de seis alumnos a la vez. Durante estas sesiones, los tutores explicaban al principio de cada sesión lo que iban a hacer, daban ejemplos a los alumnos de la actividad a desarrollar, los hacían practicar por su cuenta y les proporcionaban retroalimentación. La enseñanza se basó en un enfoque fonético estructurado, que implica el desarrollo de habilidades de conciencia fonémica y la enseñanza explícita de la correspondencia sonido-letra (decodificación). El programa también incluyó ejercicios de fluidez lectora y estrategias de comprensión lectora y vocabulario.
Perfeccionando el enfoque de la alfabetización
La evidencia sugiere que las sesiones de tutoría, aunque inicialmente fueron menos eficaces, generaron mejorías considerables con el tiempo, gracias al perfeccionamiento de las actividades y mayor asistencia. Al final de las primeras sesiones de 12 semanas, las habilidades de lectoescritura de los niños expuestos a las tutorías aumentaron en un 35%, en comparación con la media de los estudiantes. Los avances posteriores de la intervención produjeron resultados aún mejores. Cuando las sesiones se ampliaron a 16 semanas para dos cohortes posteriores y se perfeccionaron los materiales, los alumnos empezaron a dominar cada vez más la capacidad de pronunciar las letras y leer con mayor fluidez. El alfabetismo aumentó un 55% para el segundo grupo. En la tercera ronda, el efecto fue tres veces mayor al observado durante la primera ronda. Esto representó un progreso significativo en comparación con otras intervenciones populares que buscan mejorar las tasas de alfabetismo, como la introducción de computadoras y la disminución del tamaño de las clases. Además, los avances se mantuvieron con el tiempo: los alumnos del grupo de tratamiento siguieron superando a los del grupo de control al final del cuarto grado, es decir un año después.
Adicionalmente, las sesiones estructuradas y específicas también tuvieron efectos positivos sobre las habilidades matemáticas, que oscilaron entre una cuarta y una tercera parte del efecto sobre los avances de alfabetización. Probablemente, los estudiantes estaban más capacitados para entender el material didáctico y ganaron confianza en sí mismos, lo que les permitió tener un mejor rendimiento en matemática. Y a un costo de 89 dólares por alumno, la experiencia es eminentemente ampliable. Incluso podría suponer una reducción de costos en los distritos escolares más grandes, donde los tutores podrían enseñar a un mayor número de grupos diariamente y maximizar sus esfuerzos. Otras estrategias podrían incluir el uso de profesores voluntarios y jubilados.
La urgencia de la crisis educativa El aprendizaje en América Latina y el Caribe, rezagado en comparación con el de los países de la OCDE en lectura, matemática y ciencias, ha recibido un gran golpe con el cierre de las escuelas. Estos efectos serán especialmente graves para los niños más pobres que han tenido menos acceso a las computadoras, a Internet y al apoyo de sus padres. Hay pocas cosas tan importantes para el futuro de un país como invertir efectivamente en la educación de sus niños. No hay tiempo que perder para poner en marcha programas costo-efectivos de alfabetización correctiva y evitar problemas potencialmente insuperables para la generación COVID-19.
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