¿Convención constituyente o destituyente?
SEÑOR DIRECTOR
La Convención ha ingresado en un terreno resbaloso. Polémicas esotéricas, votaciones desordenadas, arreglos bajo la mesa, declaraciones extralimitadas, débil conducción. Todo esto lleva a preguntarse si este organismo podrá conciliar deliberación, racionalidad y acuerdos. O bien si terminará siendo una “bolsa de gatos”, como dijo el ex Presidente uruguayo Pepe Mujica, figura de la izquierda democrática latinoamericana.
Estas disputas favorecen la estrategia del PC, única minoría consistente en medio del barullo. Busca imponer a esta Convención desordenada su propio propósito; esto es, hacer caso omiso de las reglas que definen su mandato y convertirse en un poder de facto.
¿Puede la Convención hacerlo? La respuesta dada por el PC es afirmativa y representa una proclama revolucionaria. Dice: “La verdad es que sí. De hecho, muchos poderes que surgen desconocen de facto los poderes instituidos normalmente por estimar que carecen de legitimidad. El desenlace depende de las condiciones políticas, no de consideraciones jurídicas”.
Llama el PC entonces, sin ambages, a desconocer la institucionalidad del estado de derecho y a que la asamblea asuma por sí misma la soberanía popular. Y explica, para quienes aún no entienden, que un quiebre tal debe producirse por la vía de la fuerza política, sin depender de consideraciones jurídicas. Y la Convención debe servir como un ariete para esta estrategia.
El PC juega con fuego. De hecho, viene hace rato construyendo un “poder dual”; al margen del Estado y contra él, en nombre de un poder fáctico destituyente.
¿Será que los convencionales se dejarán arrastrar por este tipo de estrategias? ¿No han reparado que están siendo empujados hacia una confrontación en la cual todos podemos ser aplastados?
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