Corresponsabilidad en la educación superior: “Es necesario repensar el trabajo académico que reproduce este modelo de división sexual del trabajo”
por Javiera Bruna 2 junio, 2021
Una de las discusiones más relevantes que se han puesto en la luz pública a propósito del proceso constituyente ha sido el relativo a la denominada “crisis de cuidados”, instalándose en la agenda como un ítem prioritario para las organizaciones de la sociedad civil preocupadas por disminuir las brechas de género y lograr la equidad. Recordemos que desde la pandemia las labores de cuidado se han profundizado entre las mujeres, sobre las que recae, en su mayoría, la responsabilidad del cumplimiento de las labores domésticas y de protección de niñas, niños y adolescentes y adultos mayores.
Este tema es transversal y ha afectado a las mujeres en espacios como la universidad, esta vez impactando la vida de académicas, estudiantes y administrativas, que han tenido que enfrentar simultáneamente las actividades del hogar con el teletrabajo y tele estudio, además de desafiar las obstáculos que van desde la posibilidad que tienen las niñas de continuar sus estudios y desarrollar las mismas carreras profesionales y opciones de vida que los hombres, hasta las diferencias en cuanto a la participación laboral. Para conocer más sobre este tema, El Mostrador Braga conversó con Elaine Acosta, socióloga investigadora en trabajos de cuidado, organización social, migraciones femeninas y políticas de bienestar.
“Desde la academia y desde los movimientos feministas, se ha venido denunciando y tratando de visibilizar, lo que sucede en términos concretos con la pandemia que hace que los efectos negativos recaigan sobre las mujeres y esto tiene que ver con la confluencia, con una crisis de cuidado sostenida por varios años donde las mujeres tienen que afrontar estas labores en forma simultánea con otras responsabilidades laborales, comunitarias y de estudio (…) los resultados de la confluencia de estas labores han hecho que aumenten las situaciones de estrés y de vulnerabilidad emocional y de violencia intrafamiliar”, comenta para iniciar esta entrevista.
Los cuidados y el trabajo académico
La crisis sanitaria ha exigido el aislamiento social en los hogares para detener la propagación del virus, esto ha implicado de manera simultánea que la crisis de cuidado sea más visibilizada y ha producido un impacto significativo en varias dimensiones como el deterioro de la calidad de vida de los hogares, por la disminución de los empleos y los ingresos, los que, además, han sido diferenciados por género, “han sido ellas las más afectadas en perder puestos de trabajo o tener que abandonarlos para poder asumir la multitud de más responsabilidades”, expresa Elaine Acosta.
Los espacios universitarios no han estado exentos de estas situaciones, afectando transversalmente a las académicas y estudiantes que se han visto obligadas a transportar las tareas de docencia y estudio a su espacio privado. En esta línea, Acosta explica que, “esta situación ha significado un aumento en las cargas de docencia y gestión, afectando la productividad y estableciendo una escasa delimitación de la jornada laboral, que ya era escasa, pero ahora con el teletrabajo es más difícil (…) eso ha hecho que las necesidades de apoyo emocional estén más presentes en las mujeres que en los hombres, ya que el aumento del estrés tanto por el trabajo, como por el cuidado ha generado un aumento de sentimientos de angustia, de temor y por lo tanto ha aumentado la ingesta de psicofármacos generales”.
Por otro lado, la académica refuerza que esta crisis es transversal a las ocupaciones de las mujeres, se trate de trabajo remunerado o no remunerado y que las exigencias del mercado laboral, la pérdida de apoyos familiares, el nivel socioeconómico, entre otros factores han agudizado la situación, “entonces como vemos la crisis es de carácter estructural, por lo tanto, no va a desaparecer con el fin de la pandemia y lo que habría que hacer es ir a las raíces de este problema para poder modificarlas”, apunta.
Perspectivas en torno al problema
Una vez problematizada la gestión de cuidados y corresponsabilidad en el hogar, quisimos conocer cuáles son los caminos posibles para generar transformaciones que fomenten cambios en la cultura que avancen en post de disminuir las consecuencias emocionales a las que las mujeres se ven sometidas diariamente por la escasa posibilidad de separar los espacios de trabajo de su hogar, sobre todo en áreas como la academia en que las exigencias y competencia respecto de los hombres se hacen evidentes.
En este sentido, la socióloga aporta un dato interesante y es que sólo el 31 % de las académicas se encuentran vinculadas a tareas como la investigación, que es un campo muy relevante para el desarrollo en el área universitaria, por tanto, que las mujeres deban compartir las tareas del hogar junto con las del trabajo, sólo dificulta su desarrollo como investigadoras y por tanto sus posibilidades de ascenso laboral y mejora en cuanto a salarios.
“Tenemos en general políticas bastante dispares en las universidades y este no ha sido un tema prioritario dentro de las políticas de bienestar. Creo que la comisión de equidad de género debe asumir esta tarea como algo prioritario, transversalizar las perspectivas de género, modificando mediante la transformación de normativas, la generación y diseño de políticas en situaciones de desigualdad”, propone.
Al respecto, la socióloga considera necesario repensar el trabajo académico que reproduce este modelo de división sexual del trabajo y observar los procedimientos mediante los cuáles se han instaurado las nuevas dinámicas de teletrabajo y tele estudio, “hay que cuestionar constantemente y modificar cómo se ha gestionado este traslado de los espacios laborales al hogar, el que se ha llevado a cabo de manera prácticamente automática sin considerar los costos que ha tenido sobre las personas y las familias este traslado”, apunta.
A lo que agrega, “es importante que se documente cuáles han sido los efectos, los costos y las percepciones que los distintos estamentos universitarios, estoy pensando desde los académicos, pero también los administrativos y las personas que están en los servicios y los estudiantes obviamente con responsabilidades familiares en relación con los impactos que la pandemia ha tenido en su vida y por otro lado implica también realizar un monitoreo permanente y exhaustivo, pero siempre desde una perspectiva de género y de derechos no olvidando que deberíamos de alguna forma, capitalizar esta externalidad positiva que ha tenido la pandemia, o sea posicionar al cuidado como un asunto público y los impactos diferenciales tanto de género pero también de clase”, dice.
El aporte de la investigación social en la búsqueda de alternativas
Otra perspectiva interesante es el aporte que la academia puede realizar a nivel de reflexión e investigación de los temas de cuidados, considerando que la visión de académicas expertas puede ser relevante a la hora de participar en la construcción de políticas públicas de cuidados, tal como se espera para este proceso constituyente, en que diversos sectores de mujeres han apuntado fuertemente a la ventana de oportunidad que se presenta para zanjar el tema de cuidados.
En este aspecto, Elaine Acosta señala que, “es importantísimo que podamos aportar a esta reflexión o a la investigación sobre el tema de los cuidados considerando que hay ya suficiente trabajo acumulado tanto en investigación como en incidencia pública respecto de la problemática, obviamente no es suficiente lo que existe, ha habido avances significativos, pero debemos seguir investigando en distintos ámbitos, especialmente cómo se producen y se reproducen estas desigualdades”.
Además, la académica e investigadora aprovechó la instancia para referirse al capital investigativo con el que diversas académicas pueden ser parte importante de la discusión, “creo que existe suficiente preparación dentro de la academia para seguir avanzando en esta situación, sin embargo tenemos que seguir pensando estrategias que permitan abrir estos espacios, que hayan fondos disponibles para la investigación, para la propuesta de políticas públicas o lo que también es importante, hacer alianzas dentro de la academia, dentro de los distintos tipos de universidades, entre los distintos tipos de especialidades que puedan haber involucradas en una cuestión más multidisciplinar y que también podamos involucrar a los estamentos en esa investigación y que se pueda producir un proceso más participativo de sugerencias concretas de modificación de políticas. Esto creo que es vital para avanzar en el diseño de nuevas medidas de conciliación entre las demandas y las necesidades laborales y familiares”.
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