Dejar atrás las notas, avanzar en calidad
por Jaime Quintana Leal 23 diciembre, 2020
La semana pasada se aprobó en la Sala del Senado el proyecto que, con apoyos transversales, presentamos el año 2018 para avanzar a un sistema de evaluación formativa o cualitativa en el primer ciclo básico, buscando dejar atrás el estrés de las notas en los niños y niñas de primero a cuarto básico.
Justamente ese es el objetivo del proyecto, que ahora deberá ser revisado por la Cámara de Diputadas y Diputados: propiciar una reforma dentro de la sala de clases, incentivando el cambio del sistema de evaluación de los niños y niñas que están comenzando su formación escolar.
Si bien nuestra iniciativa no obliga a nadie, es de esperar que una vez transformada en ley se masifique en todo el país un debate sobre la pertinencia de dejar atrás las notas y avanzar hacia nuevos modelos de evaluación como el portafolio (colección de trabajos), la rúbrica (pauta con niveles de desempeño) o el boletín (comentarios y observaciones del profesor), y a otras técnicas de aprendizaje activo como por ejemplo la gamificación, que traslada la mecánica de los juegos al ámbito educativo.
Un tránsito de estas características va a implicar un compromiso desde el Estado para hacerlo viable, pues todo sistema de evaluación formativa, que involucra un alto grado de retroalimentación con los niños y sus padres, exige tiempo y dedicación de parte de la comunidad escolar y especialmente de los docentes.
Mi experiencia, habiendo visitado muchos y variopintos colegios para explicar este proyecto, es que los profesores y profesoras están ávidos de comenzar este tránsito y tienen todas las competencias para llevarlo adelante. Tal vez, el principal miedo viene desde el propio Estado, donde convergen distintas fuerzas para intentar mantener el statu quo educacional.
Pero la pandemia y la realidad de la educación a distancia han hecho –en parte–derribar esos temores, obligando al Ministerio de Educación a abrirse a nuevas formas de evaluar, tal como quedó de manifiesto con la puesta en marcha del Decreto N°67 y las orientaciones enviadas en el mes de agosto a todos los establecimientos del país. Es de esperar que la eventual vuelta a clases presenciales no signifique retroceder en esta materia.
Para eso existe este proyecto de ley, que tomando en cuenta las experiencias de países líderes en educación como Dinamarca, Finlandia, Estonia e Inglaterra, busca impulsar un cambio que permita formar estudiantes para el siglo XXI, evitando el estrés escolar que lamentablemente nos sitúa dentro de los 10 países del mundo que más consumen metilfenidato (Ritalin) y propiciando una niñez saludable, donde la experiencia temprana en la escuela sea un aliciente para seguir constantemente formándose durante la vida adulta.
Porque, aunque a algunos aún les parezca una paradoja y tal como todas y todos los expertos concluyeron en la Comisión de Educación, dejar atrás las notas es avanzar en calidad.
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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