Adelanto de las vacaciones
Acierta su editorial de ayer sobre el adelanto de vacaciones de invierno al llamar la atención hacia la poca flexibilidad que el Ministerio de Educación muestra para atender los casos de sostenedores que prefieren continuar impartiendo clases. Cabe considerar, además, otras falencias de la propuesta ministerial.
Primero, no se entiende, ni el ministerio lo ha explicado, qué se debe entender por vacaciones en el actual contexto, donde desde ya niños, niñas y jóvenes (NNJ) están obligados a permanecer en su hogar. La mayoría de ellos vive circunstancias de extremo agobio, estrés y aislamiento. ¿Se piensa seriamente que los NNJ podrán descansar (“reparar las fuerzas con la quietud”, RAE) en tal situación? ¿O que hace sentido desconectar a los hogares de la red de comunicación con los colegios e interrumpir el precario apoyo que estos brindan?
Segundo, la fecha imaginada para el retorno a clases es ilusoria. Será seguramente más tardía, gradual, tentativa; no el ingreso —de un día para otro— a un régimen de presencialidad escolar normal como algunos parecen imaginar. Dicho período se caracterizará por la necesidad de ir adoptando medidas especiales para evitar nuevos brotes epidémicos.
Tercero, precisamente por esto, lo importante es no distraerse en una discusión sobre vacaciones que no serán tales y dedicar el mayor esfuerzo del ministerio a priorizar los objetivos del plan de estudios para el ciclo extraordinario, anómalo, que vivirá el sistema escolar hasta el fin del año escolar.
Tal es también la recomendación del Informe Reimers (U. de Harvard) y Schleicher (OCDE) tras una consulta internacional a expertos y directivos educacionales del mundo. Otros consejos allí son: permitir a las instituciones educativas la flexibilidad necesaria para desarrollar respuestas adaptativas a la crisis; estimular que ellas mantengan comunicación diaria con las familias, y apoyar a los profesores para continuar trabajando a distancia, aprovechando la TV y demás plataformas tecnológicas.
Unas “vacaciones” inconsultas, aplicadas con rigidez, podrían interrumpir los procesos de ajuste en curso. Lo que corresponde ahora es formular con todas las partes interesadas un plan formativo de emergencia para la segunda parte del año, partiendo del hecho de que los objetivos de aprendizaje propios de tiempos normales no podrán cumplirse normalmente.
José Joaquín Brunner y Cristián Cox , Académicos UDP
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