La mitad de la población estudiantil del mundo no asiste a la escuela: la UNESCO lanza una coalición mundial para acelerar el despliegue de soluciones de aprendizaje a distancia
París, 18 de marzo -Más de 850 millones de niños y jóvenes -aproximadamente la mitad de la población estudiantil mundial- permanecen alejados de las escuelas y universidades, con cierres nacionales efectivos en 102 países y cierres locales en otros 11 (cifra actualizada el martes 17 a última hora). Esto representa más del doble en cuatro días del número de estudiantes a los que se les prohibió acudir a las instituciones educativas, y se espera que aumente aún más (para actualizaciones periódicas véase: enlace).
La escala y la velocidad de los cierres de escuelas y universidades representa un desafío sin precedentes para el sector de la educación. Los países de todo el mundo se apresuran a llenar el vacío con soluciones de educación a distancia. Éstas van desde alternativas de alta tecnología, como clases de vídeo en tiempo real realizadas a distancia, hasta opciones de menor tecnología, como la programación educativa en canales de televisión o radio.
Como respuesta inmediata a los cierres masivos de escuelas, la UNESCO ha establecido un grupo de trabajo COVID-19 para proporcionar asesoramiento y asistencia técnica a los gobiernos que trabajan para proporcionar educación a los estudiantes fuera de la escuela. La Organización también está celebrando reuniones virtuales periódicas con los ministros de Educación de todo el mundo para compartir experiencias y evaluar las necesidades prioritarias. La UNESCO también pone en marcha una Coalición Mundial para la Educación COVID-19, que reúne a asociados multilaterales y al sector privado, entre ellos Microsoft y GSMA, para ayudar a los países a desplegar sistemas de aprendizaje a distancia a fin de reducir al mínimo las perturbaciones educativas y mantener el contacto social con los alumnos.
“La situación actual impone a los países inmensos desafíos para poder proporcionar un aprendizaje ininterrumpido a todos los niños y jóvenes de manera equitativa. Estamos intensificando nuestra respuesta mundial mediante la creación de una Coalición para garantizar una respuesta rápida y coordinada. Más allá de la satisfacción de las necesidades inmediatas, este esfuerzo es una oportunidad para repensar la educación, ampliar el aprendizaje a distancia y hacer que los sistemas educativos sean más resistentes, abiertos e innovadores”, dice la Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay.
La duración incierta de los cierres añade más complicaciones
“Las dificultades aumentan exponencialmente si se prolongan los cierres de escuelas”, dijo Stefania Giannini, Subdirectora General de Educación de la UNESCO. “Las escuelas, por muy imperfectas que sean, desempeñan una función igualadora en la sociedad y cuando se cierran, las desigualdades se agravan”.
La UNESCO seguirá organizando periódicamente seminarios en la web y reuniones virtuales para que los representantes de los países tengan la oportunidad de compartir información sobre la eficacia de los enfoques utilizados en diferentes contextos, aprovechando el éxito de su reunión ministerial del 10 de marzo (enlace) en la que participaron 73 países.
Es difícil valorar los efectos adversos del cierre de escuelas. La UNESCO ha elaborado una breve lista de repercusiones, muchas de las cuales se extienden más allá del sector de la educación, para ayudar a los países a prever y mitigar los problemas. Entre esos efectos figuran los siguientes:
– La interrupción del aprendizaje: Las desventajas son desproporcionadas para los alumnos desfavorecidos, que suelen tener menos oportunidades educativas fuera de la escuela.
– La nutrición: Muchos niños y jóvenes dependen de las comidas gratuitas o con descuento que se les proporcionan en las escuelas para alimentarse y alimentarse de forma saludable. Cuando las escuelas cierran, la nutrición queda comprometida.
– Protección: Las escuelas ofrecen seguridad a muchos niños y jóvenes y, cuando cierran, los jóvenes son más vulnerables y corren más riesgos.
– Los padres no están preparados para la educación a distancia y en el hogar: Cuando las escuelas cierran, a menudo se pide a los padres que faciliten el aprendizaje de los niños en el hogar y pueden tener dificultades para realizar esta tarea. Esto es especialmente cierto para los padres con educación y recursos limitados.
– Acceso desigual a los portales de aprendizaje digital: La falta de acceso a la tecnología o a una buena conexión a Internet es un obstáculo para el aprendizaje continuo, especialmente para los estudiantes de familias desfavorecidas.
– Lagunas en el cuidado de los niños: A falta de opciones alternativas, los padres que trabajan suelen dejar a sus hijos solos cuando las escuelas cierran y esto puede dar lugar a conductas de riesgo, incluida una mayor influencia de la presión de los compañeros y el abuso de sustancias.
– Altos costos económicos: Los padres que trabajan tienen más probabilidades de faltar al trabajo cuando las escuelas cierran para cuidar de sus hijos. Esto resulta en pérdida de salario y disminución de la productividad.
– Mayor presión sobre las escuelas y los sistemas escolares que permanecen abiertos: Los cierres localizados de escuelas suponen una carga para las demás, ya que los padres y los funcionarios redirigen a los niños a las escuelas que están abiertas.
– Aumento de las tasas de abandono escolar: Es un desafío asegurar que los niños y jóvenes regresen y permanezcan en la escuela cuando las escuelas vuelven a abrir después de los cierres. Esto es especialmente cierto en el caso de los cierres prolongados.
– Aislamiento social: Las escuelas son centros de actividad social e interacción humana. Cuando las escuelas cierran, muchos niños y jóvenes pierden el contacto social, que es esencial para el aprendizaje y el desarrollo.
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