Solo siete de 79 países mejoran sus resultados en el informe PISA
Apenas uno de cada diez estudiantes distingue entre “hechos y opiniones” y uno de cada cuatro tiene dificultades básicas de lectura
A pesar de que el gasto por estudiante de Primaria y Secundaria aumentó alrededor del 15% en los países de la OCDE en la última década, el rendimiento medio de estos alumnos en la mayoría de los Estados miembros no ha visto prácticamente ninguna mejora. Y no es solo un problema de las naciones pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico: del total de 79 países que participaron en el último informe PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes), en 2018, solo siete han mejorado sus resultados de manera “significativa” en las tres áreas analizadas: lectura, matemáticas y ciencias. Y solo uno de ellos, Portugal, es miembro de la OCDE. Algo que, para el secretario general del organismo con sede en París, Ángel Gurría, solo puede describirse como “decepcionante”, según deja claro en la presentación del informe, este martes en París.
Hay otro dato inquietante: en un mundo cambiante y cada vez más digitalizado, donde las fuentes de consulta se han multiplicado —¿quién tiene aún una enciclopedia en papel en casa?—, la capacidad de diferenciar entre lo que es un dato y una opinión se reduce significativamente: menos de uno de cada diez estudiantes de la OCDE (el 8,7%) “dominan tareas de lectura complejas como distinguir entre hecho y opinión cuando leen temas con los que no están familiarizados”, advierte el informe, que evaluó a 600.000 estudiantes de 15 años en 79 países en 2018.
Una tendencia “bastante preocupante”, advirtió Gurría al presentar el informe en París. “En el pasado, los estudiantes encontraban respuestas claras a sus preguntas en los libros texto aprobados por los gobiernos y, en general, se podía confiar en esas respuestas”, recordó. Pero “hoy en día, los estudiantes necesitan capacidades bien cimentadas para navegar en flujos de información online instantáneos, para diferenciar entre hechos y ficción, entre lo que es verdadero y falso. En el mundo de las fake news de hoy, estas capacidades son clave”, insistió.
Y la educación, acotó el director del programa PISA, Andreas Schleicher, no ha estado a la altura. En los últimos años, “el mundo real y el digital se han integrado y está claro que el mundo de la educación no ha respondido, no ha cambiado”, señaló.
Tanto o quizás más preocupante es el otro lado de la balanza: en un mundo donde hasta los trabajos más simples se realizan ya por Internet, uno de cada cuatro estudiantes de la OCDE es incapaz de completar las tareas de lectura más básicas, como “identificar la idea principal en un texto moderadamente largo o conectar fragmentos de información procedentes de diferentes fuentes”. Este problema es particularmente señalado en 10 países de la OCDE, en los que el 25% de los estudiantes obtuvieron un rendimiento en la prueba de lectura por debajo del nivel 2, que es cuando los estudiantes “comienzan a demostrar su capacidad lectora para adquirir conocimientos y resolver un amplio espectro de problemas prácticos”. Se trata de Chile, Colombia, Eslovaquia, Grecia, Hungría, Islandia, Israel, Luxemburgo, México y Turquía. Además, la cantidad de estudiantes con poca capacidad lectora —algo que obstaculiza uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU para 2030— aumentó desde 2009, la última vez en que la lectura fue la materia principal del test.
El problema también se registró en ciencias, donde el 22% de los estudiantes de la OCDE no lograron el nivel básico, y en matemáticas (24%).
“Sin la educación adecuada, los jóvenes languidecerán al margen de la sociedad, incapaces de afrontar los desafíos del mundo laboral del futuro, y la desigualdad seguirá aumentando”, advirtió Gurría.
En términos generales, solo siete países o economías han observado una mejora en el rendimiento de sus estudiantes en los tres ámbitos: Albania, Catar, Colombia, la región china de Macao, Moldavia, Perú y Portugal.
En el lado inverso de la tabla se sitúan seis países: Australia, Corea, Finlandia, Holanda, Islandia y la República Checa, que registraron un rendimiento en declive en las tres partes del test.
España se sitúa en el centro de la tabla, entre esos 13 países o economías para los que “no se pudo establecer ninguna mejora o declive significativo en ninguna de las materias”, señala el informe.
La OCDE presentó este martes los tres primeros capítulos del informe PISA 2018. Además de los resultados generales, se desgrana en otro largo volumen el “bienestar” de los estudiantes, donde entre otros se analizan los niveles de bullying o acoso escolar, algo que sufre de media en la OCDE uno de cada cuatro estudiantes. Un tercer tomo está dedicado a analizar la “igualdad”, en el sentido de que el buen desempeño escolar no esté relacionado ni con el estatus socio-económico, ni el género del estudiante, ni si este es de origen inmigrante o no.
En esta última materia, una clave positiva: el hecho de que uno de cada 10 estudiantes desfavorecidos de la OCDE (que están en el 25% más bajo de la escala socioeconómica y cultural de su país) logre cualificarse entre el 25% de los alumnos con mejor rendimiento de lectura demuestra, señala el informe, que el nacer con menos ventajas no predestina necesariamente a una vida desfavorecida. Los datos demuestran también, agrega el informe, que “el mundo ya no se divide entre naciones ricas y bien educadas y las pobres con una baja educación”. De hecho, el nivel de desarrollo económico “solo explica el 28% de la variación en los resultados de aprendizaje entre los países si se asume una relación lineal entre los dos”.
No obstante, “sigue siendo necesario para muchos países promover la igualdad con mayor urgencia”. Porque, como señala Gurría al abrir el informe, los estudiantes procedentes de familias desfavorecidas “tienen generalmente una única oportunidad en la vida, y esa es la de tener un gran profesor y una buena escuela”. Si pierden esa ocasión, advierte, “las oportunidades de educación subsecuentes tenderán a reforzar, más que a mitigar, las diferencias iniciales en los resultados de aprendizaje”.
También queda trabajo por hacer en materia de igualdad entre niñas y niños. Mientras que las estudiantes obtuvieron resultados mucho mejores en lectura que sus compañeros —hasta 30 puntos por encima en los países de la OCDE— y disfrutan más la lectura que ellos, los chicos siguen sacando mejores resultados en matemáticas y son mayoría en las carreras tecnológicas o científicas.
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IGUALDAD EN LA EDUCACIÓN COMO VACUNA CONTRA EXTREMISMOS
Garantizar una buena educación para niños —y niñas— independientemente de su origen socioeconómico y cultural es una cuestión de justicia social y la mayor garantía de que el ascensor social funciona. Pero lo es, también, de prevención ante los populismos y extremismos, advirtió este martes el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría.
El denominado opportunity hoarding, el acaparamiento o monopolio de oportunidades educativas en manos de unos pocos, “es malo para la sociedad y para la economía” porque hay talentos que se pueden perder en el camino. Pero una baja movilidad social es también mala para el sistema democrático porque “puede reducir la participación democrática, favoreciendo el extremismo político y el populismo que vemos hoy en tantos países”, subrayó. De hecho, recordó, la OCDE ya ha advertido de que una baja movilidad social “está asociada con una atracción más fuerte a los extremos, especialmente cuando la confianza en instituciones políticas es débil”.
Por eso, insistió, “la igualdad en la educación es la piedra angular de sociedades justas, es un motor que tenemos que arreglar para asegurarnos de que el ascensor social vuelve a funcionar bien”.
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