Aunque los sociólogos, psicólogos, antropólogos “estemos de moda”, dice riendo Eugenio Tironi, “esto es político y la salida es también política”. Es uno de los muchos encuentros —el principal, quizás— que hubo en esta larga conversación, donde cuatro analistas convocados por “El Mercurio” hicieron esta primera bajada, a días de la violenta explosión social y política que remece al país.
¿Por qué pasó?, ¿cómo estalló Santiago, y después Chile, de esta manera? Pregunta corta, casi obvia en esta semana crítica, nada simple a juzgar por el silencio que la siguió. Sentados a la mesa están los sociólogos Tironi y Carlos Ruiz, inspirador y cercano al Frente Amplio; el filósofo de la Universidad de los Andes, Daniel Mansuy; y la cientista política del CEP, Loreto Cox. Todos piensan varios segundos y es el primero quien rompe el fuego.
“Bien sintético: A la gente le gusta lo que promete la derecha, pero no le gusta cómo gobierna”, dice; “soporta mejor las penurias de la vida cuando tiene un gobierno que promete poco y promete igualdad, que cuando se le promete mucho y el crecimiento no llega”, retoma Tironi. “Un gobierno que además genera un sentimiento de privilegio, elitista, homogéneo y que no palpita, no se conmueve con ellos. Para colmo, los infortunados lapsus de sus ministros revelan que viven un mundo paralelo”, dice.
—¿Todo eso gatilla el alza de $30 del metro?
“El alza del pasaje del metro es la última expresión de una élite insensible. El estallido es híper transversal, camioneros, taxistas, jóvenes; es un “queremos que nos vean”, responde Tironi.
“No tengo ninguna gana de defender a Piñera”, sigue Ruiz, “pero esto no es imputable solo a Piñera, viene rodando hace mucho, no se salvó su primer gobierno y tampoco los dos de Bachelet. La frase “No son $30, son 30 años” dice que la dirección económica y política de los 90 ya no encaja con una sociedad que ha mutado profundamente. Ese modelo primario exportador ya no va a dar lo que dio, y el ciclo de altos precios de los commodities no vuelve. Así es difícil sostener la fisonomía actual del trabajo, de “explotar” a la gente y las expectativas gigantescas tampoco tienen salida, en una sociedad que además no teme la regresión autoritaria”.
Más adelante, Tironi volverá sobre esa cuenta y no la dejará pasar. “Es bien interesante la frase de “los 30 años”, es como si la transición hubiese traicionado la promesa de una nueva sociedad y nunca lo prometió. Su promesa fue establecer mecanismos democráticos para definir equilibrios y rumbo del país. Quien quería cambios se llamaba Frente Patriótico Manuel Rodríguez y prefería mantenerse con Pinochet para crear una condición revolucionaria que permitiera revisar todo, no se llamaba Concertación”.
—Si el pasaje no sube —insistimos—, ¿esto explota después o no pasa nada?
Ruiz: “Esto no termina aquí, posiblemente tenga una nueva vuelta”.
Tironi: “Los analistas y la clase política estamos cometiendo un error; esto no es el bolsillo, es la dignidad. Aquí hay gente que gobierna en función de los algoritmos, de las clasificadoras de riesgo, ¡miren al ministro de Hacienda! El Presidente de la República, bastante desencajado, lanza este paquete que seguramente va contra sus más profundas convicciones…”.
Mansuy: “…¡Cómo tomó agua cuando anunció las pensiones!…”.
Tironi: “…Y a continuación, el ministro dice: ‘Es un mero ajuste, está dentro del presupuesto, no rompe la regla’. Rebajó y minimizó todos los anuncios. ¡Si no le duele al ministro de Hacienda, no es paquete social!, y la gente quiere que les duela a los poderosos, a los más ricos como nosotros”.
Mansuy: “Falta la dimensión del sacrificio que conecta con la catarsis colectiva”.
Tironi: “El sacrificio va a ser el gabinete…”.
“Mucho énfasis en la injusticia y menos en la crisis de confianza”
“¡Cómo que nadie lo vio venir!”, Carlos Ruiz retoma el punto inicial. “Hace un año y medio marchó un millón de personas por las pensiones. Lo complejo es que se desarmó la lectura izquierda-derecha, mercado-Estado, y el gasto social estatal está cada vez más dirigido a subsidiar a privados que reemplazan los viejos servicios públicos. ¿Qué es Pickering? El subsecretario que privatiza la sanitaria y después se pone al frente. ¿Contra quién explotó Osorno?, ¿contra el Estado o el mercado?
“Tenemos un déficit enorme de participación política, Bachelet y Piñera son gobiernos con 25% de los votos posibles. El Frente Amplio aparece el 2011 como una esperanza política y todavía está al debe”.
Loreto Cox difiere: “La discusión de la injusticia y la desigualdad no es nueva, lo nuevo es esta violencia inusitada, que nunca imaginé, es traumático para el país darnos cuenta de la fragilidad de nuestro orden social. Se ha puesto mucho énfasis en la desigualdad y menos en la crisis de confianza y de la política; los escándalos de corrupción contribuyeron enormemente al desprestigio”.
Y saca números: “La mitad de los chilenos hoy cree que todos los políticos son corruptos y hace unos años era solo el 15%. En 1990, el 80% se identificaba con un partido, hoy menos del 20%, y ha crecido la oferta. Solo el 9% dice que habla frecuentemente de política, para el resto no es tema”.
Cuenta que en mayo el CEP hizo una encuesta y preguntó: “¿Cuánto lo enoja que ciertas personas ganen muchísimo más; un gran futbolista, un empresario, un inventor, entre otros?”. El político fue el que cosechó más rabia, “más que el heredero incluso”.
“Hay muchas formas de desigualdad, y la que más irrita no es la del mérito o la competencia”, insiste Ruiz, “sino la que deriva del abuso político de las oportunidades. El empresariado que vive de su capacidad de influencia, por eso la Concertación (ex Nueva Mayoría) hoy está enmudecida”.
Según su encuesta, Cox dice que la gente sigue creyendo en el mérito, valora el nivel educacional, el trabajo responsable, la iniciativa personal, pero en 4° lugar pone los “pitutos o contactos”, en quinto la “situación económica de los padres”. “Solo al 10% le da rabia que un inventor gane mucho más y al 20% que sea Alexis Sánchez”.
Está de acuerdo Daniel Mansuy: “Me he dado vueltas en las manifestaciones, y esto es una catarsis colectiva”, reflexiona el filósofo, “una bronca acumulada que le toca directamente a la derecha, porque está en el gobierno y gatilla más sentimientos, pero es contra todo el mundo político, incluido el Frente Amplio. Un malestar que se ha ido larvando de a poco, con la indolencia de las élites, y es tal, que el movimiento lleva 7 días aunque no tiene orgánica, liderazgo, vocero ni pliego. No hay salida sino institucional, la renuncia de Piñera es un delirio que trae resacas infinitamente peores”.
“Un nuevo gabinete con personas lo más distintas posible al Presidente”
—Si la salida es política, ¿qué pasa con los políticos enfrentados en el Congreso, marchando o increpando a los militares?
“Lo del Congreso fue repudiado por todos, ¿quién provoca esas cosas?”, insiste Ruiz.
“El Parlamento necesitaba su catarsis, hay muchos jóvenes…”, agrega Tironi. “Ahora aprobaron varias cosas importantes. Habría querido en otro momento ese grado de eficacia, de productividad”.
Mansuy: “Hay un punto importante cuando el Partido Socialista y el Frente Amplio no van donde el Presidente; si no corrigen pronto, va a ser muy malo para ellos y para el país”.
Ruiz: “Los costos de construir esta democracia, que puede ser perfectible por todos lados, fueron tan altos que no podemos pestañear, tartamudear, en defenderla. Hay riesgos de asalto autoritario, hay que cerrar filas y los representantes tienen que estar haciendo su trabajo, no sacándose selfies en las marchas. No hay soluciones mágicas, se requieren agendas largas y cortas; las largas se cuecen a fuego lento, seguir jugando al panel de expertos no da más, el tecnócrata naturaliza decisiones de una minoría”.
—¿Una estrategia a lo Macron, que logró desactivar los “chalecos amarillos” y podría reelegirse?
Tironi: “La fórmula Macron fue ceder, meterse firme la mano al bolsillo y descomprimir con un gran diálogo nacional sobre temas muy sustantivos”.
Mansuy: “Hubo elecciones europeas en medio de este proceso, el movimiento no tuvo solidez electoral y la centroderecha se fue con Macron, lo fortaleció. Esos mecanismos no se ven aquí por ningún lado”.
Tironi: “Es la clase política que tenemos, la que votamos y hay que apretarla. El Presidente planteó un punto de partida; si fuera político de oposición, buscaría lo más posible”.
Loreto Cox: “Nuestro problema es que en Chile redistribuimos poco, menos del 25% de las personas paga impuesto a la renta y el 85% lo paga en los países OCDE. Se pueden obtener más recursos de los “súper ricos”, pero la clase media también va a tener que meterse la mano al bolsillo si queremos un Estado de bienestar a la europea”.
“Y una complicación”, tercia Mansuy, “quizás haya que darle muchas más facultades redistributivas al Estado, y ¿está en condiciones de administrar esos recursos para conseguir mejor redistribución?”.
Es que las reformas políticas “son impopulares”, admite la investigadora del CEP, “pero necesitamos un sistema político que responda más rápido a las demandas. Hay que fortalecer los partidos, crear mecanismos que alineen mejor a Gobierno y Congreso, volver al voto obligatorio que rescata el consenso sobre la legitimidad de las elecciones. “Estamos frente a una reorganización de la política de la magnitud del 89, mucho más que el voto obligatorio”, agrega Ruiz.
Mansuy: “El sistema tiene que permitir que el poder sea eficaz, hoy se ve fragmentado, parte es que el gobierno de Piñera lleva un año y medio empeñado en sacar una “reformita”, completamente entrampado. Y la expectativa es que en pocos días se generarán cambios estructurales. Estamos en un zapato chino muy grande, por eso insisto en el sacrificio; la élite dirigente tiene que dar muestras de que entendió”.
—¿Qué más debe entregar el Gobierno?
“Señales políticas contundentes”, responde altiro. “Andrés Chadwick dijo que no tiene responsabilidad política, la lección puede ser tardía si se toma mucho tiempo.
“Sin transfusión de sangre no salen de la UTI, directo a la morgue”, agrega Tironi respecto a si el cambio de gabinete es ahora o debe demorar. Y agrega: “Un nuevo gabinete con personas lo más distintas posible al Presidente, otro fenotipo”.
Mansuy: “El Presidente tiene que soltar la manija, nombrar a políticos con autonomía y agenda propia que puedan hacerse cargo. Como cuando Michelle Bachelet nombró a Pérez Yoma…
Tironi: “…A Andrés Zaldívar, a Viera-Gallo, el cambio de gabinete es condición para descomprimir, es una entrega grande”.
Ruiz: “Y el ofertón inmediato debe ser mucho más contundente. Algo sustantivo y rápido en pensiones, es uno de los temas más atravesados”.
“¿Qué capacidad tiene el empresariado de avanzar a un acuerdo social?”, lanza Ruiz, “¡pucha que la van a tener difícil los políticos para convencerlos! Los Nicolás Ibáñez y los Von Appen con Axel Kaiser, ¿a dónde van a llegar?, los Bernardo Larraín que dice “tenemos que meternos la mano al bolsillo, pero no pongan medidas estructurales, creamos en la filantropía, ¿de qué estamos hablando? El desafío de la política es enorme”.
—Andrónico Luksic anunció que ningún trabajador suyo ganará menos de $500 mil, ¿qué le pareció?
“¿Y por qué no se le ocurrió antes?”, responde Ruiz. Y entra en el 1,3 millones de estudiantes de la educación superior —“¡una proporción tremenda en los 17 millones de chilenos!—, nuevos profesionales que no encajan en el actual sistema, “y no es La Pintana, es Maipú”. “Ahí haría la muestra”, le dice a Loreto Cox.
Recoge el guante la investigadora y cuenta que acaba de terminar su tesis doctoral como cientista política, sobre la brecha entre expectativas y resultados de la educación superior en el mundo del trabajo y su efecto político. Encuestó a 14.000 estudiantes de último año en todo tipo de instituciones superiores de todo el país, 3/4 de la matrícula total, les preguntó por sus expectativas y volvió a hacerlo al año siguiente. El 65% no cumplió sus expectativas, bajó su convicción en la igualdad de oportunidades y quiere más Estado, más igualdad versus esfuerzo individual.
Recibió comentarios escritos como “me dijeron que si estudiaba y le ponía esfuerzo, lo iba a lograr, y veo que a compañeros menos estudiosos les va mucho mejor”.
Tironi se quedó pensando y vuelve sobre el “pacto social” de Ruiz. “Entiendo que el pacto social produzca aplausos, tiene todo ese componente utópico, ese tufillo revolucionario que hemos perdido, pero soy escéptico, esto se procesa a fuego lento, a través de instituciones, que negocian. No nos olvidemos que Bachelet llegó al gobierno con cambios estructurales y al año y medio la gente le dijo que no, que quería crecimiento, le dio la espalda y votó por su antítesis, que es Piñera”.
“Las propuestas de reformas estructurales estuvieron en la papeleta de la última elección con Beatriz Sánchez, con Artés”, dice Cox, que agrega que “nadie puede decir que las votaciones no son representativas, los estudios muestran que no hay diferencias radicales en las preferencias de quienes votan y de quienes no votan”.
“Los empresarios han aprendido que la paz social es “la base de la acumulación”, por ponerlo en ese lenguaje”, retoma Tironi, “y hay que pagar por ella. Han hecho transformaciones bien importantes a nivel micro, en sus empresas y con sus trabajadores, pero fueron muy miopes respecto a las reformas de Bachelet, porque sin gratuidad esto habría estallado mucho antes. Lo que hicieran en lo micro ahora hay que llevarlo a lo macro, poniendo la mejor cara posible, porque lo que viene será costoso”.
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