Las ciencias y humanidades que sustentan el nuevo conocimiento
Agosto 6, 2019

La investigación y la creación de nuevo conocimiento constituyen la base en que se sustentan el desarrollo y el crecimiento de un país y, consecuentemente, de sus habitantes. El rol de las universidades es crucial, puesto que reúnen a los investigadores e investigadoras en todas las áreas del saber, quienes con conocimiento en profundidad, pasión y energía plantean preguntas y las resuelven marcando líneas de investigación que representarán avances muy significativos en la calidad de vida de las personas. Con estas palabras queremos destacar el rol de todos los que se preocupan de los conocimientos básicos, de los fundamentos del conocimiento científico en las ciencias y en las humanidades.

Actualmente, en nuestro país la enseñanza e investigación en las disciplinas básicas se restringen a un número acotado de universidades. Las instituciones complejas y completas debemos asumir la responsabilidad de educar a nuestros estudiantes de pregrado en diversas disciplinas básicas y a iniciarlos en preguntas que crean el avance de las ciencias y humanidades. Junto con esto, debemos reforzar los programas de posgrado en los que se desarrolle la investigación de punta y calidad internacional, en colaboración con los principales centros de investigación y universidades del mundo. En este aspecto, se plantea también un desafío país, el cual se refiere a incrementar el desarrollo de los programas doctorales en las regiones, evitando con ello la actual centralización del conocimiento.

En el caso de las ciencias básicas y humanidades, es decir, el estudio de las matemáticas, la física, la filosofía, la lingüística, entre otras, el número de proyectos aprobados en los diferentes concursos (Fondecyt, Anillos y Núcleos) se ha mantenido estable en los últimos diez años, sin mostrar un crecimiento. Además, las tasas de aprobación han caído de manera muy significativa —a menos de la mitad—, y pese al aumento de la calidad y cantidad de proyectos en ejecución, reflejo del número de nuevos jóvenes que finalizan sus programas doctorales, no han existido los nuevos recursos para incrementar el apoyo de fondos públicos que permitan desarrollar la investigación básica. Insistimos en que no se produce un avance sustentable si este no se funda en las bases del conocimiento.

El nuevo Ministerio de Ciencias tiene, precisamente, el gran desafío de relevar los estudios en ciencias y humanidades, ya que estos constituirán la base de crecimiento de la transferencia, la innovación y el emprendimiento en todo el país. De acuerdo con lo expresado por el ministro, los fondos para el desarrollo de los proyectos y concursos deben incluir recursos estatales y privados, ya que la responsabilidad del desarrollo del país nos involucra a todos. La mayor información a la sociedad sobre los beneficios de este nuevo conocimiento es una tarea que debemos reforzar como universidades orientadas a la investigación. Este desafío lo asumimos en conjunto. El cultivo de la investigación básica y de las humanidades es importante no solamente para la formación de investigadores, sino, también, para la formación de los profesionales creativos que el país requiere.

Las universidades que representamos ostentan una distinción de calidad internacional y una larga historia de colaboración, lo que simboliza un indudable activo para el país. Nuestros investigadores se han desarrollado gracias a la realización de proyectos colaborativos, con gran presencia de pares internacionales. En este sentido, resulta crucial seguir avanzando en colaboración con las mejores universidades del extranjero, lo que potenciará el intercambio académico, ya que las redes internacionales marcan una diferencia en cuanto al aporte de una investigación básica de calidad.

Sin investigación básica robusta, no podemos avanzar en el desarrollo del país. Gracias a la investigación de temas a los cuales en el pasado no se les veía utilidad, hoy podemos contar con avances notables en áreas como internet, la comprensión del pensamiento lógico, la inteligencia artificial, entre otros. Si se hubiera exigido, como requisito, demostrar la utilidad de los proyectos planteados en el pasado para recibir financiamiento no contaríamos con el conocimiento actual.

Así, la investigación básica no siempre responde preguntas cuya utilidad para el corto plazo resulta evidente. Sin embargo, representa un foco de luz hacia el futuro, que todavía se aprecia desconocido y, por lo tanto, aún por descubrir. Esto es lo maravilloso y desafiante, pues esta creación de nuevo conocimiento representa el sueño en un futuro mejor para la sociedad en que vivimos. Es necesario comprometernos como país en apoyar esta investigación, tanto desde el Estado como desde el sector productivo y del mundo privado. Las universidades manifestamos nuestro compromiso con este desafío

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