Secretismo y nuevo currículum
Arturo Fontaine y Sergio Urzúa: “…¿qué lógica tiene el nuevo currículum? Con la información existente no es posible responder esta crítica pregunta. ¿No será razonable hacer un alto, publicar las bases curriculares y permitir así una deliberación pública y democrática?…”.
Se sabe poco, pero sí que los establecimientos ofrecerán hasta “27 asignaturas posibles”. Ni 26 ni 28: 27. Entre las 27 opciones “posibles” de “profundización” los alumnos eligen seis. No está considerado inglés avanzado (¿en el mundo de hoy?), ni otro idioma (China subsidia el mandarín en el Instituto Nacional). Tampoco, por ejemplo, apreciación musical ni ciencia política ni educación financiera (opción común en otros países), ni economía. Sí hay “economía y sociedad”, pero la expresión weberiana sugiere que el contenido podría ser más cercano a sociología (¿enseñada por historiadores?). ¿Se puede funcionar bien hoy en el mundo sin entender algo de economía y finanzas? En Filosofía, las opciones de profundización no incluyen lógica ni ética; sí, estética, filosofía política y un seminario de filosofía que podría abarcar cualquiera de las anteriores. ¿Cuál es la lógica? En Historia, en sentido estricto, hay solo un ramo de profundización posible: “comprensión histórica del presente”. En Lenguaje solo podrán tomar por un año —no dos— un ramo de lecturas literarias, lo más requerido en el área. ¿Por qué? ¿Por qué, en suma, son estas 27 las “asignaturas posibles” y ninguna más?
Además, los alumnos elegirán forzadamente Religión o Historia o Arte o Educación Física. Difícil decisión. Para jóvenes religiosos, Religión será prioritaria. Pero ¿y los deportes? Debieran ser un hábito para toda la vida por razones de salud física y psíquica. De hecho, a través de ellos se ejercitan virtudes —la perseverancia, el espíritu de superación—, se cultiva el sentido de pertenencia y el trabajo en equipo, y se aprende a competir sometido a leyes parejas. Los deportes forjan amistades y liderazgos. Pero no serán obligatorios. A menos —obvio— que el colegio voluntariamente lo decida.
Los ramos bianuales y obligatorios serán solo Lengua y Literatura, Matemática, Inglés, Filosofía, Formación Ciudadana y Ciencias para la Ciudadanía. Las dudas se acumulan.¿Por qué no Historia y sí Filosofía? ¿Por qué no Historia y sí Ciencias? ¿No están estas materias conectadas? ¿No es inconsistente hacerlas excluyentes? ¿Qué lógica explica esto?
¿Y por qué Ciencias “para la Ciudadanía”? ¿Las matemáticas no son, acaso, para la ciudadanía? ¿Por qué no Física, Biología o Química como tales? ¿Cómo evitar que el ramo se transforme en un revoltijo de superficialidades?
Formación Ciudadana evoca la antigua educación cívica. Suena bien. Esta incluía un curso elemental de derecho constitucional positivo y otro de economía, dos disciplinas reales. ¿Será algo así o terminará en una mezcolanza apta para el adoctrinamiento político?
Los ramos obligatorios de Lenguaje, Matemática e Inglés, contrariando la experiencia internacional, se imparten en un solo nivel. Los alumnos aficionados a las matemáticas y que irán a ingeniería no pueden tomarlas en un nivel más alto. Tampoco los que prefieran las letras. No hay elección. ¿Por qué? ¿No es nivelar hacia abajo? Todos van a la misma clase con el mismo nivel de dificultad, aburriéndose algunos por lo fácil, mientras otros sufren incómodos, a veces avergonzados, por estar a tanta distancia, en el ramo, de los más dotados y entusiastas. Estas clases con grandes desigualdades les hacen la vida más difícil a nuestros sufridos y abnegados profesores (PISA, 2012). Y hablando de ellos: solo se les puede exigir si enseñan una materia matriz que estudiaron en la universidad y cuyo rigor aprendieron y les es familiar. Lo que educa son las prácticas de una disciplina. ¿Se evaluó si los maestros pueden enseñar bien este currículo?
Lo formativo en educación media no es inventar asignaturas, sino darles a los alumnos la oportunidad de desarrollar sus intereses y formarse en verdaderas disciplinas. ¿Qué lógica tiene el nuevo currículum? Con la información existente no es posible responder esta crítica pregunta. ¿No será razonable hacer un alto, publicar las bases curriculares y permitir así una deliberación pública y democrática?
Arturo Fontaine
Universidad Diego Portales
Universidad de Chile
Sergio Urzúa
Universidad de Maryland
Clapes-UC
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